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Enganchar a los jóvenes al arte del verso se convertirá en una hazaña más sencilla gracias a este poemario (Anaya Infantil y Juvenil) creado por Lanseros y Marías, dos amantes y conocedores de esta disciplina que en estas páginas ponen el ojo en la naturaleza, en las estaciones, en los fenómenos meteorológicos que removieron las entrañas de los mejores poetas.
“Queremos proponer a los jóvenes un poema a la semana porque la tenemos que estar cultivando la fascinación de la poesía continuamente al lector, porque leer poesía ayuda a vivir mejor”, dice a Efe el escritor Fernando Marías, un autor que desea que cuando los jóvenes tengan en sus manos este libro se hagan, al menos, una pregunta: “¿la poesía debe seguir en mi vida?”.
Marías cuenta que se trata de una obra que se llevó a cabo durante los meses de confinamiento por la pandemia, un momento en el que nació que fueran poemas dedicados a la naturaleza, porque en esos días lo que necesitábamos todos era “volver a salir a la luz, al agua, a pasear”.
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“La naturaleza que tanto nos da se merecía este homenaje”, reconoce el escritor y coautor de este libro donde están las cuatro estaciones del año, por lo que, recomienda, una de las formas de afrontarlo es leer “un poema cada lunes por la mañana”.
“Los impacientes lo pueden leer todo en una tarde, pero yo recomiendo hacerlo así”, añade entre risas.
En cuanto a la selección, Marías reconoce que tenían claro que tenían que ser poemas en “lengua española en ambos lados del Atlántico y cuantos más países mejor”. Por eso, en Dicen que no hablan las plantas, título tomado de uno de los poemas de la española Rosalía de Castro, podemos pasar sin orden cronológico alguno de la uruguaya Delmira Agostini, a los españoles Calderón de la Barca y Antonio Machado, y al cubano José Martí.
“Ese desorden cronológico genera una idea de nación poética entorno a nuestro idioma”, matiza el coautor.
Ilustrado por Raquel Lagartos con dibujos que acompañan a cada estación, este poemario nació tras realizar varias selecciones, porque la cantidad con la que Marías y Lanseros se encontraron era “ingente”.
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“El trabajo -recuerda- fue ir buscando una línea narrativa como esa especie de evolución de la luz que se va moviendo en las páginas. Y luego fue ocurriendo ese milagro porque en una de las primeras reuniones que tuvimos en León la duda era cómo titular el libro. Estábamos con todas nuestras hojas en la plaza del ayuntamiento y vino un golpe de viento que se llevó un folio, y era el del poema de Rosalía de Castro que titula el libro”.
Si algún lector echa de menos a algún poeta, en “Dicen que no hablan las plantas” Marías y Lanseros aportan algo que lo hacen más especial: las biografías de los que aparecen.
Así, si al leerlos todos no encontramos a poetas como el español Juan Ramón Jiménez, alerta Marías, en la biografía de la joven poeta madrileña Marga Gil Roësset (1908-1932) podremos conocer que el poema elegido de esta mujer “trágica” es toda una declaración de amor al creador de Platero y yo, por quien se disparó un tiro en la sien a los 24 años por no ser correspondida.
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“Hemos tratado que alguno de los poemas tengan historias, y éstos adquieren un sentido mayor cuando lees la biografía. Creemos que está muy completo”, dice Marías sobre esta obra.