El tanguero nació el 27 de marzo de 1901. Quince años más tarde se inició en la actuación. Día feriado, El hombre solo y El señor cura fueron sus primeras obras. En 1925 la música le tocó a la puerta. Y él le abrió. Bizcochito fue su primera composición. Le siguió Qué vachaché. Más adelante, por culpa de una flaca, de dos cuartos de cogote y una percha en el escote, escribió Esta noche me emborracho.
En 1929, año de crisis financiera mundial y el preludio de un golpe militar argentino, incursionó como actor, al tiempo que escribió obras musicales y nutrió las artes de la Reina del Plata desde todos los bandos.
En su retorno a Buenos Aires, después de un viaje a Europa, escribió sus mejores canciones: Alma por un bandoneón, Desencanto, Tormenta y Cambalache: ese himnito a la filosofía de moneda, esa colcha de retazos aforísticos que es pesimista y a la vez risueña, como la vida misma.
Decir que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, barones y dublés en la Argentina convulsionada por los cambios políticos y sociales de la época hizo que calificaran al tango de “sedicioso” y exagerado con el uso del lunfardo y lo censuraran junto a otros que creían “antigobiernistas”.
Un par de años más tarde, ‘Discepolín’ conoció a Juan Domingo Perón en Chile, se hicieron amigos asiduos y forjaron una amistad en la que Evita llegó a participar. El peronismo se convirtió para el artista en su consigna política, lo que le costó la antipatía de la pequeña burguesía que empezaba a ver con desdén el acceso de la clase trabajadora a lugares donde antes era invisible.
Pero como el que no llora no mama, en 1949, con la llegada de Perón al poder, Cambalache se volvió a oír en la radio como originalmente estaba escrito. Se diría entonces que el peronismo y el tango ganaron esa batalla.
Al final de su carrera viajó a México y Cuba, y compuso la última fase de su extensa obra. Santos Discépolo murió a edad temprana, a los 50 años, en 1951. Aún hoy se le recuerda como uno de los más grandes letristas del tango, el pintor realista de una época y un bastión nacional indeleble en la música popular latinoamericana