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Como escritora y como poeta ha merecido varios premios y reconocimientos por su obra, como la de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en Francia. A partir de sus libros, esta cubana exiliada en París desde 1995 cuenta el mundo desde los extremos de la isla que la vio crecer y desde esta ciudad a la que ya considera propia para denunciar con visceralidad y humor la vida en la última reserva del socialismo. En su más reciente libro, Una novelista en el Museo del Louvre, juega con el arte para sacarlo del marco y encontrarse con los personajes que habitan en el lienzo y los bronces. El Espectador la entrevistó.
¿Cree que la idea romántica de París como capital bohemia y como cúmulo de creatividad artística es válida aún?
París sigue siendo una ciudad de muchas emociones, y de una bohemia muy particular por sus sitios, por sus misterios. Nada se parece a darle la vuelta al árbol central de la pequeña plaza de Fürstenberg. Es sobre todo una ciudad artística, que vibra por y para el arte. Los numerosos escritores y artistas que han vivido y viven en ella dejaron sus huellas y siguen impregnándola de sus sueños y creaciones.
¿Qué representa esta ciudad que la ha acogido desde 1995?
Para mí representa el amor, la libertad, y la majestuosidad del arte. Ya creo que es bastante.
La vida en el exilio… ¿siempre se sueña con regresar?
Depende de cada época, de las circunstancias del país que uno deja, y del que lo acoge… Yo ya no sueño con regresar, sueño que estoy allí, y que es otro país.
Su charla en el Hay Festival tratará sobre la memoria. ¿El hecho de vivir en el exilio convierte los recuerdos y la memoria casi en obsesiones?
El exilio agudiza cada uno de los sentidos, los recuerdos se convierten en una especie de asidero y la memoria es la que permite continuar viviendo con dignidad.
¿Qué la motivó a escribir ‘Una novelista en el Museo del Louvre’? ¿Cómo fue el proceso?
Una novelista en el Museo del Louvre nació del museo mismo, de mi amor por ese museo, y de mi amor por la obra de Manuel Mújica Láinez, quien escribió Un novelista en el Museo del Prado. Fue un proceso lento, he visitado el museo durante años, y reiterativamente, siempre tomaba notas o intentaba visualizar las obras de otra manera, de una manera más actual y viviente, entonces escribía la experiencia. El museo mismo, sus obras, me fueron guiando, y el inmenso respeto y cariño que tengo por la obra del autor argentino.
Ser cubana implica de por sí una actitud ante la vida. ¿Cómo definiría la suya?
Intento ser más cosmopolita aún sin dejar atrás mi “habanidad”. El mundo es ancho, enorme, bello, y soy muy curiosa y observadora. Viajar, ver el mundo, me ha permitido ser mejor cubana, o sea, ha impedido que me quedara contemplándome el ombligo perennemente, y que sintiera que puedo pertenecer, como cubana, de una dimensión mil veces mayor a la de una isla.
¿Cómo ve el panorama de las letras cubanas? ¿Hay algo que le haya sorprendido últimamente?
La última novela de Guillermo Cabrera Infante. Una novela breve de Juan Abreu, titulada El Pájaro, otro libro suyo, titulado Debajo de la mesa. No me ocupo mucho de las artes de manera panorámica, mucho menos de la escritura. En ese sentido no soy nada sentimental, pero sí soy fiel a la escritura que es libre, absolutamente libre, y que se posiciona desde el punto de vista social y sexual.
Hay quienes dicen que se es un escritor y punto. ¿Es para usted posible alejarse de la consciencia de género al escribir?
Yo soy un ser humano, preferentemente mujer, aunque a veces soy hombre; suele ocurrir que me convierta en venado o en delfín. Tengo una gran empatía con los escritores franceses, porque me siento francesa, también me siento europea; pero hoy más que nunca soy haitiana. Sí, soy escritora preferentemente, aunque a veces suelo, desgraciadamente, ser escritor. Usted sabe, existe una sensibilidad femenina y una masculina en escritura, lo que no impidió a Gustave Flaubert escribir Madame Bovary ni a Marguerite Yourcenar Memorias de Adriano.
Es una bloguera activa desde hace cuatro años.(www.zoevaldes.net) ¿Cómo percibe la blogósfera alternativa cubana? ¿Qué implicaciones tiene?
Sí, me he tomado el blog muy en serio. La blogósfera tiene muchos aciertos y desaciertos, como todo en la vida, los hay verdaderos y los hay oportunistas. A mí me preocupan más los presos políticos, sus familiares, las Damas de Blanco. Esa gente cuya única alternativa es su lucha diaria por la supervivencia y la libertad. Los blogueros han probado que saben moverse en la estructura de la dictadura.
¿Cómo se reconoce dentro de la literatura?, ¿cómo se ve dentro de ese mundo?
No, yo no pienso en eso. Yo me veo en el mundo, dentro de toda su amplitud. No pertenezco a clanes de ningún tipo ni tampoco soy de cortes ni de grupos. Yo veo a mis editores, que son excelentes, a mis amigos, los de toda la vida, y leo los libros de los escritores que amo. Escribo desde niña, o sea, el día en que murió un ser muy especial en mi vida de niña, la sustituí por la escritura. Y si existe algún Dios, es Diosa y su nombre es la Poesía.