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¿Cuál fue su reacción cuando la directora Lorraine Lévy le contó sobre este proyecto?
Yo no conocía el personaje ni la obra de Jules Romains, no la estudié en el colegio. Y creo que eso le gustó a la directora. Yo no sabía nada sobre este doctor Knock, entonces todo era posible. Ella me explicó cómo se imaginaba al personaje y por qué quería que fuera yo quien lo interpreta. Nos sentamos hace mucho tiempo a tomarnos un café y a discutir el tema. En ese momento me explicó cómo se imaginaba la adaptación. Inmediatamente después, comencé a interesarme en la película.
¿Había visto alguno de sus filmes?
Algunos, y me gustaron mucho. Desde que me reuní con Lorraine (Lévy) por primera vez para hablar de El doctor de la felicidad, pude apreciar su determinación. En ese momento yo me encontraba con muchos proyectos, por lo que no iba a estar disponible durante algún tiempo y eso retrasaría la película. En lugar de desanimarse, como lo habría hecho la mayoría de los directores, ella estuvo dispuesta a esperar por mí.
Usted se tomó un tiempo antes de aceptar el papel, ¿por qué hizo esto?
Tuve que preguntarme si tenía el derecho de interpretar este personaje y si era capaz de hacerlo. Antes de mí, Knock fue encarnado por grandes actores: Louis Jouvet en la obra de teatro y luego en la película que se rodó en 1951, Fabrice Luchini más recientemente en el teatro ... ¿Cómo no pensarlo antes?
¿Qué piensa de la interpretación de Knock que hizo el famoso actor Louis Jouvet?
¡Me asustó! ¡Él me aterrorizó! Porque es magnífico en ese papel: frío, mordaz, escalofriante. Yo me sentí incapaz de interpretar un rol así de oscuro. Afortunadamente, ya había leído el escenario de Lorraine y sabía que nuestro Knock sería diferente, abordado desde una perspectiva luminosa en lugar de oscura, que le daríamos humanidad. De esta manera, no iba a ser ni siquiera parecida a la interpretación de Luis Jouvet.
¿Tuvo algún miedo a la hora de interpretar a este personaje?
Claro, estábamos trabajando con un clásico. Y un clásico... ¡es sagrado! Corríamos el riesgo de darnos demasiadas libertades que el escenario permitía. Me hice varias veces esta pregunta en mi cabeza: ¿podemos cambiar el texto, cambiarlo de época, cambiarle la dirección? Hoy, siento que esta fue la única forma de abordarlo de una manera contemporánea.
¿Qué retos les trajo el cambiar el personaje de Knock de su versión original?
Para darle un ejemplo, el situar la película en los años 50 puede ser una sorpresa, pero fue una forma de respetar el trabajo de Jules Romains. No nos salimos de contexto por completo. Y el colocar a un médico negro en un pueblo francés durante esos años, sin hacer que su color de piel sea un problema, es toda una hazaña.
El personaje de Knock de Jules Romains es originalmente blanco…
Sí, y eso no afecta de ninguna forma a la película. Blanco o negro, él sigue siendo el Knock de Jules Romains. Se ha podido jugar con esta diferencia en la realización del filme, pero Lorraine decidió cambiar totalmente la dirección de este tema. Ella nunca habla del color de piel de Knock, nunca lo evoca: que el doctor sea negro no es un tema del cual hablar, según ella. Lo que le interesa es lo que sienten los habitantes del pueblo al presenciar la llegada de este extranjero.
En todas las versiones que existen del Dr. Knock, él es ambicioso y manipula a sus pacientes, pero ¿qué diferencia su interpretación de este papel en comparación a otras?
El éxito se le sube a la cabeza. Paradójicamente, encuentro que ahí es cuando su humanidad empieza a surgir. Él ya no es solo un manipulador, se encuentra en una situación que ya no puede controlar. Él ya no sabe qué es lo que está haciendo o por qué lo hace; simplemente no puede parar y lo deja ir demasiado lejos. Pero un evento conmovedor lo sorprende y le hace caer en cuenta de lo que realmente importa. Esa humanidad era lo que me hacía falta, por ejemplo, de la interpretación del Knock de Louis Jouvet.