
En esta obra, Jon Fosse recurre a una narración vertiginosa, sin puntos, dosificada por comas y versos, para lograr una profunda meditación también sobre el matrimonio y el destino. Al lado la portada de la obra que se consigue en Colombia con el sello Random House.
Foto: Getty Images
Veo a Signe ahí echada en el banco de la sala, mirando todas las cosas de siempre, la estufa, la vieja mesa, la caja de leña, la madera de las paredes, la gran ventana que da al fiordo, las mira sin verlas, y está todo como siempre, nada ha cambiado, y sin embargo ha cambiado todo, piensa, porque desde que él se marchó y desapareció, ya nada es lo mismo, ella simplemente está, sin estar, los días vienen, los días se van, las noches vienen, las noches se van, y ella los sigue, en su lento transcurrir, sin permitir que nada deje huella o marque...
Por Jon Fosse* / Especial para El Espectador
Conoce más