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La feria de arte contemporáneo Zona Maco inauguró en Ciudad de México su novena versión, en la que presenta obras de más de mil artistas provenientes de 20 países y distribuidas en cuatro secciones: Principal, Nuevas propuestas, Diseño y Zona Maco Sur. “La primera está conformada por 57 galerías de 15 países, mientras que en la sección de Nuevas Propuestas tendremos a 28 galerías de 14 países diferentes. En cuanto a Zona Maco Sur están presentes galerías que son la propuesta de Zona Maco, en donde estarán presentes 22 proyectos curados por Patrick Charpenel”, dice Zélika García, directora de Zona Maco.
Esta feria es reconocida internacionalmente por ser una ventana mundial del arte contemporáneo. Además de ser importante porque los artistas pueden presentar sus obras en el continente latino, aquí, los asistentes pueden hacerse una idea clara de cómo se está desarrollando el género en el mundo. Es por eso que, este evento que también se ha realizado en Monterrey, se estableció en Ciudad de México para “para facilitar el acceso a las galerías internacionales”, dice García, “las cuales cada año representan a más artistas mexicanos y de otros países de Latinoamérica”.
Juan Antonio Molina, curador y crítico de arte nacido en Cuba pero residente en México, explica que Zona Maco “permite visitar muchos museos al mismo tiempo”; una experiencia bastante reconfortante teniendo en cuenta que en un uno o dos días se puede disfrutar de la feria.
Para asistir a Zona Maco no es necesario ser conocedor del arte contemporáneo; basta con tener la disposición de caminar durante 2 o 3 horas y detenerse en lo que le llama la atención, sin importar si es pintura, fotografía, esculturas o instalaciones que funcionan con tecnología. Como dice el crítico Molina, “le gusta si lo entiende y le llega al alma, independientemente si es bueno o no; o si el artista es famoso o no. Muchas veces ni es necesario entender el concepto de la obra, salvo las que mezclan un contenido político o social”.
De todas formas, el evento que se lleva a cabo en el centro de convenciones y exposiciones Banamex, en el norte de la ciudad, está dividido por secciones que dan una guía de lo que debe ver, lo importante de apreciar y lo que en un futuro marcará tendencia. Por ejemplo, Zona Maco Sur es una selección escogida por Patrick Charpenel (curador, historiador y coleccionista de arte) que presenta artistas muy reconocidos en el campo pero con poca difusión en México o nuevos artistas. Puede decirse que es lo recomendado de Zona Maco.
De esta sobresalen Daniel Spoerri y su “arte de la comida”. Él convierte las mesas en cuadros, por lo que se aprecian tazas, platos, cubiertos y restos de comida con el fin de “llenar los sentidos y jugar con la realidad”, sostiene Molina. También la “ilusión creada por la tecnología” creada por Fernando Palma, una obra donde mariposas vuelvan con la ayuda de motores.
Pero como esta feria presenta diferentes propuestas artísticas que van desde lo convencional hasta lo sicodélico, también está la Selección Principal, que cuenta con arte de México, Portugal, Reino Unido, Italia, Argentina, España, Brasil, Alemania y Suecia, entre otros países. Aquí, la galería chilena Afa muestra “la memoria urbana” a través de una bicicleta (de esas en la que se vende mazamorra) que carga con un butaco, un horno microondas, un televisor, un colchón y una escalera. Todo forrado con cinta de enmascarar.
Esta sección tiene propuestas atrevidas que para algunos no son obras de arte sino diseños tecnológicos, como la presentada por la galería Lisson de Londres: una instalación con bombillos de diferentes tipos de azules que a lo lejos pareciera que en medio del pasillo hay ventana real. Pero si de arte bizarro se trata, tal vez la ganadora es Sadie Coles, también de Londres, que en su stand tiene un cuadro gigante de un hombre desnudo sosteniendo una pelota entre sus piernas y cola. Como si esto no fuera poco, tiene un gancho en donde cuelgan dos huevos fritos (reales) y un pollo muerto sin plumas ni cabeza, de esos que se compran en el supermercado. En el piso, por supuesto, están las gotas de agua y sangre.
“El arte contemporáneo se ha desligado a la idea que sostiene que el arte es belleza. El arte no tiene que ser bello. El artista puede expresar lo que siente y quiere de diferentes formas, no necesariamente bajo los estándares de hermosura que generalmente se maneja”, asegura Molina.
De esta forma Zona Maco se convierte en la vitrina del arte contemporáneo. Al final, son los asistentes quienes deciden si una obra es digna de estar colgada en la pared de su casa, o sólo es buena para verla. Algunas otras no son suficiente llamativas y no captan la atención entre tantos colores, o por ausencia de ellos. Finalmente, el arte contemporáneo es como la música, el cine o la literatura. Una obra es buena en la medida que le guste a una persona; y como se sabe, tanto la belleza como el gusto es subjetivo: depende de la visión y la experiencia que se tenga.