Por más de seis décadas, un mural de Alejandro Obregón permaneció oculto tras los muros industriales de la planta de cervecería Águila en Barranquilla. Pintado en 1963, nunca fue mencionado en libros de arte ni registrado por críticos o historiadores.
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Hoy, esa obra, conocida como El Águila, ha sido recuperada, restaurada y donada a la Universidad del Norte, donde ya forma parte del patrimonio cultural abierto al público.
La donación fue posible gracias a Bavaria, propietaria de la cervecería, y a la Fundación Santo Domingo, que financió el proceso técnico. Su traslado fue una operación compleja, a cargo del maestro restaurador Jairo Mora, experto en murales de gran formato.
“El mural está compuesto por tres grandes tareas. La más compleja corresponde al cuerpo del águila, una superficie amplia que representa una sola unidad de trabajo. Me impresionó el manejo del color, la rapidez, las proporciones que logró Obregón y la seguridad con la que trabajó”, detalló el restaurador.
Por su parte, Adolfo Meisel, rector de la Universidad del Norte, habló para El Espectador y explicó el proceso de traslado del mural. “Se le aplicó una resina especial, se cortó la pared que lo contenía, se le añadió un marco metálico para su protección, y fue transportado con grúas hasta la universidad. Luego fue instalado en el edificio Mario Santo Domingo, en un piso alto con vista al río Magdalena”, explicó.
Mora utilizó una técnica que permite preservar la pintura original directamente sobre la sección de pared que la sostiene. El Águila está instalado en un espacio que congregan un alto número de personas. Que la obra esté en ese lugar es entonces una forma de honrar la vida y obra de un personaje, que ante los ojos de Meisel, es motivo de orgullo para el Caribe.
Alejandro Obregón (1920–1992) es considerado uno de los renovadores del arte colombiano del siglo XX. Aunque nació en Barcelona, su vida y obra están íntimamente ligadas a Barranquilla, donde vivió desde niño y donde desarrolló gran parte de su lenguaje visual. “Obregón siempre se consideró barranquillero. Su familia tenía raíces industriales en la ciudad, y muchas de sus obras están marcadas por la identidad del Caribe”, recordó el académico.
El mural donado representa un águila del Caribe, específicamente una águila cienaguera, especie presente en la región y cargada de simbolismo. Su trazo enérgico y el uso de tonos intensos remiten a temas frecuentes en Obregón: la fuerza natural, la libertad, el conflicto y la identidad.
Un símbolo de memoria y futuro
La relación de la Universidad del Norte con Obregón no es nueva. La institución le otorgó un doctorado honoris causa en 1986, y a lo largo de los años ha desarrollado investigaciones, publicaciones y becas en torno a su obra. “La presencia de Obregón en nuestra universidad es muy grande. Ahora se consolida con este magnífico mural”, destacó el rector.
El mural se suma a una colección que incluye obras de artistas del Caribe y del país, como Norma Mejía, Álvaro Barrios y Nadima Espina. Además, se están preparando actividades académicas y conferencias en torno a la obra, y próximamente se publicará, en alianza con el Banco de la República, la tesis doctoral de la historiadora Isabel Ramírez sobre el arte moderno en el Caribe colombiano, en la que Obregón ocupa un lugar central.
La Universidad del Norte también se integra a la Ruta Obregón, un recorrido promovido por el Banco de la República que conecta los principales murales del artista en Barranquilla. Esta ruta es guiada por expertos en arte, como la doctora Isabel Ramírez, y busca acercar al público a la técnica, simbología y contexto histórico de cada obra. “La obra de arte es un producto intelectual que produce conocimiento muy importante sobre su momento histórico, sobre la identidad, en este caso del Caribe colombiano, así que celebro muchísimo que hoy estemos ante este hecho tan importante”, aseguró Ramírez este 7 de mayo, fecha en la que se presentó el mural.
“El mural ahora será parte de ese recorrido, que busca rescatar y poner en valor el legado de un artista que dejó una huella muy profunda en la ciudad”, señaló Meisel. “Obregón aprendió el muralismo en Europa, pero integró elementos simbólicos del Caribe y de América Latina, como el toro y el cóndor, que para él representaban tensiones entre culturas”.
De la Ruta hacen parte el mural Tierra, Mar y Aire (Cra 53 con calle 76); Telón de Boca (Edificio Banco de la República, Carrera 46 # 45 – 39); Simbología de Barranquilla (Aduana de Barranquilla, Vía 40); Mural Agrario (Edificio Manzur, Carrera 45 # 33 – 10), el Vitral Colegio Marymount (Colegio Marymount - Km. 5, Vía a Sabanilla), el Telecóndor, ubicado recientemente en Puerta de Oro, la colección del Museo de Arte Moderno de Barranquilla, y ahora se integra El Águila.
La decisión de instalar la obra en una universidad, y no en un museo, responde a una visión institucional sobre el arte y la educación, según Meisel: “Las universidades son instituciones que duran siglos. Y por ellas pasan muchas generaciones. Exponer a los estudiantes al patrimonio cultural es una tarea natural para la academia”.
Para el rector, el arte cumple un papel fundamental en la formación integral. “La buena educación no es solo aprender a resolver problemas o escribir ensayos. También es desarrollar una cultura general, apreciar la belleza, aprender a disfrutar sanamente. Eso también educa al espíritu”, aseguró.
El Águila ya no duerme entre las paredes de una fábrica: ahora vuela alto, visible, al alcance de todos. Su presencia pretende llamar al ejercicio de reconocer y recordar la vida, obra y visión de Obregón.