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Hablemos de lo que es el freestyle. ¿Qué es y cómo se practica?
El freestyle es un deporte que deriva del fútbol. Consiste en dominar el balón con todas las partes convencionales y no convencionales del cuerpo. Llamo “convencionales” a las partes que se usan en el fútbol: los pies y la cabeza. Y las “no convencionales” son el contorno del rostro, la nuca, la espalda, el cuello y absolutamente todo lo que se pueda utilizar. Todo esto implica el control total del balón, haciendo trucos. El objetivo es crear una armonía entre el cuerpo y el objeto. Eso da como resultado una tendencia deportiva y artística, que es lo que conocemos como freestyle: hacer trucos con el balón de manera libre.
¿Cómo se inició en este mundo?
En el 2006, cuando estaba en el colegio, yo jugaba fútbol. Debido a una lesión, me vi obligado a parar. Un día que no fui al colegio, pasé por la casa de mi amigo Cristian Mayorga, para que me prestara los cuadernos. Cuando llegué a su casa, él me mostró que había aprendido a dominar el balón con la pierna izquierda y, de repente, hizo un “vuelta al mundo”, un truco. Yo le pregunté que dónde había visto eso y que cómo se llamaba y me dijo que no sabía, pero que se lo había visto a Ronaldinho. En ese momento, YouTube no era una plataforma tan accesible, pero yo fui a un café internet y comencé a buscar videos. Fue entonces cuando descubrí que se llamaba freestyle. Empecé a ver más videos de deportistas de Europa y a replicar los trucos. Como jugaba al fútbol desde pequeño, ya tenía una habilidad con el balón, y me resultaba muy fácil. Aprendí rápido y así comenzó todo. Practiqué de forma empírica en la calle, frente a mi casa y en el parque.
¿Y ha tenido la posibilidad de profesionalizarse o capacitarse en el deporte?
Soy pionero de este deporte en Colombia, lo cual me abrió la puerta de mostrar el freestyle, pero también implicó que fuera complejo aprender sobre él y tuviera que lanzarme a trabajar de una vez a hacer exhibiciones y presentaciones. Todo esto me llevó a hacer una carrera deportiva sin ser guiado o sin un tutor, que me enseñará no solo a dominar el balón, sino a cobrar, a hacer negocios o un video. En realidad, todo fue fluyendo a mi ritmo y a mi sed de éxito. Yo comencé a viajar desde muy temprano, porque como no había nadie que hiciera esta disciplina en el país, pues me invitaba a diferentes lugares. Al pasar el tiempo, fue que comencé a ver en esto una profesión y un estilo de vida. El balón, que siempre llevo conmigo, ha sido lo que me ha dado de comer.
¿Cómo ha sido vivir únicamente de esto?
Sin duda, el camino más difícil en la vida es hacer lo que a uno le gusta. Mantenerme a mí y a mi hija con el freestyle no ha sido fácil, pero me ha llevado a reinventarme. Esta profesión se basa principalmente en los shows y, a medida que me fui dando a conocer, el voz a voz fue clave. En esa época, no usábamos tanto las redes sociales, sino que distribuíamos tarjetas y generábamos propuestas en colegios y eventos. También ofrecíamos clases particulares para enseñar lo que sabíamos, y algunos freestyleers se hacían en los semáforos para generar ingresos. Con mis amigos, creamos Colombia Freestyle, una empresa dedicada a hacer espectáculos deportivos. Empezamos a usar las redes sociales y eso nos ayudó a entrar en el mundo profesional del deporte.
¿Alguna vez pensó en dedicarse a algo diferente?
Siempre quise ser futbolista, pero tras la lesión me pregunté: ¿qué voy a hacer? Mis padres me dijeron que debía estudiar, pero a mí nunca me gustó la idea de ser profesor de Educación Física, que era lo que me aconsejaban. En el colegio era el típico chico distraído, más enfocado en jugar fútbol que en estudiar. Cuando empecé con el freestyle, no sabía qué hacer. Terminé el colegio, fui a la universidad, pero pronto me di cuenta de que no quería estudiar algo que no me gustara. Mi mamá me dijo: “Haz lo que quieras”. Decidí seguir mi propio camino, y a raíz de eso comenzaron a salir shows, trabajé con Adidas, y el freestyle fue tomando fuerza. Con el tiempo, me di cuenta de que, si hubiera estudiado, habría sido fisioterapeuta, pero a pesar de no haber seguido esa carrera, lo que realmente me apasiona es este deporte, del que estoy convencido, se puede aprender y crecer mucho con el balón, en habilidades deportivas y sociales.
Usted ha podido recorrer el mundo con su balón. Cuéntenos alguna experiencia que lo haya marcado durante uno de esos viajes.
Tengo miles de recuerdos. El balón es una llave que abre puertas para todos, incluso para aquellos que no les gusta el fútbol. Es una forma de conectar con el mundo. Una experiencia increíble fue cuando me invitaron al Carnaval de las Artes en Barranquilla. Aunque no nos pagarían, decidimos hacer el show. En ese entonces, tenía la costumbre de acostarme tarde, y el chef del hotel nos advirtió que, si no llegábamos a tiempo para el desayuno, cerraría la cocina a las 8:00 a. m. Me desperté tarde, me puse una camiseta, y corrí al restaurante. Ahí, un hombre me dio una fuerte palmada en el hombro. Era un señor costeño, calvo, con bigote, que me preguntó si me gustaba Red Bull. Al mirar mi camiseta, me di cuenta de que, por casualidad, la llevaba puesta. Estábamos desayunando cuando el hombre regresó con una maleta llena de ropa de Adidas y Red Bull. Me dijo que era un obsequio, y me sorprendió tanto que fui a agradecerle. Luego, me preguntó si tenía visa, me dio su tarjeta y me ayudó a conseguirla. Gracias a él, en 2018 viajé a Nueva York para conocer a Fernando y Evelyn, aquella pareja que conocí en Barranquilla y quienes trabajaban para Red Bull. Se convirtieron en una familia para mí. Con el tiempo, me enviaban cajas con regalos de la marca, empecé a hacer exhibiciones, y brindaron todo su apoyo. Ese fue un gran golpe de suerte.
Cuéntenos sobre su experiencia en las competencias de freestyle. Y ya que mencionó la suerte, ¿cree que en estos escenarios también es una aliada?
Dejé de competir hace un tiempo por motivos de trabajo, ya que me dediqué a perfeccionar un show para mis clientes, en lugar de entrenar para competir. La última competencia importante fue a nivel nacional, donde quedé tercero. En ese entonces, el top de freestylers estaba muy parejos. Y sí, la suerte, la confianza y la dedicación son claves en este deporte. En las competencias, un pequeño error, como no atrapar un truco en el momento exacto, puede hacerte perder, pero también influye el sorteo, ya que enfrentarte a los mejores puede hacer que el resultado dependa más de la suerte. En el torneo en el que participé, me enfrenté a dos personas que dominaban muy bien el balón y eran top mundial. Perdí contra la persona que quedó campeón en ese entonces, lo que automáticamente me llevó a perder la semifinal y quedar en tercer lugar en ese certamen. Y creo que la suerte jugó a mi favor en ese momento, porque en ese tiempo estábamos innovando mucho con los trucos.
¿Qué ha cambiado el freestyle en usted?
He aprendido que todos merecemos ser felices y que la resiliencia es clave para cumplir nuestros sueños. El balón me enseñó a no ponerme limitaciones. He viajado sin dinero, solo con lo de los vuelos, y siempre he aprendido a confiar en mí mismo. En el colegio no entendía el inglés, pero al viajar, me abrí al mundo y comencé a escuchar más a las personas y quitarme esas barreras. También aprendí la importancia de compartir y ser humilde, gracias a un amigo que, a pesar de su éxito, siempre daba lo que tenía. Lo que quiero transmitir es que, si yo pude lograrlo sin dinero ni apoyo, cualquiera puede hacerlo si tiene talento y ganas.