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El contrarelato de Sofía Tolstaya

‘Sonata a Kreutzer’, de León Tolstói, cuenta la historia de un hombre que asesina a su esposa por celos. Impulsada porque muchos pensaron que era un reflejo de su vida en pareja, Tolstaya escribió un relato como respuesta.

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Juan David Torres Duarte
13 de noviembre de 2014 - 03:13 p. m.
León Tolstói en una pintura de Ilya Repin en 1901. En el otro retrato, Sofía Tolstaya y Alexandra (uno de sus hijos).
León Tolstói en una pintura de Ilya Repin en 1901. En el otro retrato, Sofía Tolstaya y Alexandra (uno de sus hijos).
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Sofía Behrs tenía dieciocho años, dieciséis menos que él, cuando se comprometió con León Tolstói. Desde 1862 y hasta la muerte de Tolstói en 1910—de quien heredaría la forma femenina del apellido: Tolstaya—, se convirtió en la transcriptora y lectora primordial de todas sus novelas, cuentos y recopilaciones. Mientras su esposo escribía novelas fundamentales de la literatura rusa y universal como Guerra y paz, Ana Karenina y Resurrección, Tolstaya se encargaba de las tareas más terrenales: mantener el hogar, alimentar y criar a trece hijos y sostener y alentar las ambiciones de su marido.

Su vida, en principio, fue feliz. Suele suceder con la felicidad en sus estadios iniciales. Pasado un tiempo, Tolstói decidió mostrarle a su esposa los diarios en que registraba su vida sexual pasada. Tolstaya, entonces, se enteró de sus aventuras antes del matrimonio; reconoció en ellas cierto motivo de tristeza; lo superó y se dedicó entera a apoyar a su marido, un conde, rodeada de una vida de riqueza y exquisitez. Casi cincuenta años de matrimonio fueron diluyéndose por acción de la razón: poco a poco, Tolstói encontraba que su vida no iba acorde con sus pensamientos sobre la tierra, la castidad, la religión. Cambió sus nociones, se volvió casto y abstemio, regaló parte de sus tierras, dejó de cobrar los derechos de autor de sus obras más tempranas.
Esa metamorfosis convirtió los últimos años del matrimonio —dicen los biógrafos, repite la historia— en una noche de viento triste.

Por los años en que la desgracia comenzaba a tomar forma, Tolstói publicó ‘Sonata a Kreutzer’, una novela —o un relato largo— que recoge la historia de Pozdnyshev, quien confiesa y recuerda el modo en que asesinó a su esposa por celos. El libro tuvo éxito por razones disímiles: lo había escrito Tolstói, había en él —quizá— algo de autobiografía. El texto se distribuyó en Rusia. Los diarios de Tolstaya, disgustada con la publicación, apuntan que desde el zar hasta los más cercanos a la familia pensaban que en el relato había algo de verdad verificable. Que en algún sentido el acto de Pozdnyshev era una transmutación de los deseos del propio Tolstói.
Entonces decidió responder a la publicación con un manuscrito titulado ‘¿De quién es la culpa?’, cuyo protagonista es un escritor obsesionado con la sexualidad. El texto fue leído por familiares de la pareja, por algunos hijos, pero jamás fue distribuido en público. Tolstaya prefirió mantenerse al margen, quizá para respetar a su propio marido, quizá solamente para cuidar su imagen. León Lvovich, uno de sus hijos mayores, prefirió el escenario opuesto y respondió con una publicación. Sobre ella diría Tolstói: “Es estúpida y sin talento”.

Sin embargo, el efecto más fuerte ocurrió en Tolstaya. Se sintió tal vez vista por una sociedad que caía en juicios fáciles, que pensaba que su esposo quería matarla y que si así deseaba era, simple y llanamente, porque Tolstaya no cumplía sus deberes como esposa. “No sé cómo o por qué todo el mundo relacionó la ‘Sonata a Kreutzer’ con nuestra vida matrimonial, pero eso fue lo que pasó, y ahora todos, desde el propio zar hasta el hermano de León y su mejor amigo, Dyakov, sienten compasión por mí —escribió Sophia Tolstaya en su diario, como cita el diario The Guardian—. No es sólo por lo que piensen los demás. También sé en mi corazón que esta historia está escrita en mi contra, y que me ha hecho un gran daño, me ha humillado a los ojos del mundo y ha destruido los últimos vestigios de amor que existían entre nosotros. Y todo esto a pesar de que ni en una sola ocasión en toda nuestra vida de casados he errado con mi esposo, mucho menos con un gesto o una mirada hacia otro hombre”.

La ficción se coló en la realidad del peor modo: a través del dolor. Quizá si otra hubiera sido la historia del matrimonio de León y Sofía, el relato habría pasado desapercibido. Pero era bien conocido el cambio paulatino que cierta orientación religiosa había sugerido en Tolstói: no sólo en su concepción política —que permitió, en algún momento, que los revolucionarios bolcheviques lo erigieran como un “iniciador”—, sino también en su concepto de matrimonio y vida en pareja. Tolstaya revisó y transcribió cada página de ‘Sonata a Kreutzer’ mientras se mostraba descontenta con su contenido, con sus implicaciones filosóficas, con las ideas de fondo. Eso muestra cierto pulso que era inherente a la sociedad rusa —y a muchas sociedades de entonces—: es posible estar en desacuerdo, pero es imposible desobedecer.

El relato de Tolstaya estuvo archivado por más de cien años y sólo hasta este año los herederos de las propiedades de la familia —repartidos por Suecia y otros países bálticos— aprobaron su publicación. La edición inglesa tendrá adiciones necesarias: cartas, fragmentos de diarios, notas y memorias, que —recuerda The Guardian— permitirá ver de cerca el debate sobre la sexualidad en aquel entonces.

Por Juan David Torres Duarte

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