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Son las cinco de la tarde de un domingo de febrero. Estamos a tres semanas de las elecciones en las que se elegirá un nuevo Congreso, así como los nombres de los candidatos que entrarán en una nueva etapa en la carrera electoral por la Presidencia, representando al Pacto Histórico, la Coalición Centro Esperanza y al Equipo por Colombia. Hay quienes estarán pensando por quién votar, otros ya lo saben o simplemente hay algunos que aún no tienen certeza de qué hacer, pero lo cierto es que los políticos, sin importar sus colores y banderas, están en busca de lo mismo: votos. En medio de ello, caminando por Bogotá, me entregan un volante. La cara me es familiar: es la misma en la que confiaron mis padres hace 33 años, es la misma a la que iban a apoyar en la carrera presidencial de 1990.
“Si quiere votar por nosotros, solo debe marcar nuestro logo”, me dice un voluntario sin dar mayores precisiones, mientras está rodeado de unos jóvenes que en sus camisetas blancas tenían el mismo símbolo estampado. Es casi imposible que dicho rostro se borre de la mente, aun cuando mis ojos nunca lo vieron directamente. Es Luis Carlos Galán Sarmiento, cómo no reconocerlo, y su imagen está acompañada de un nombre que no se puede disociar de su figura: el Nuevo Liberalismo. Las elecciones de 2022 marcan el regreso de un partido político que vio morir como un mártir a uno de sus fundadores, cuando se perfilaba como el candidato del Partido Liberal para ganar las elecciones de 1990, comicios que pasaron a la historia porque tres de sus aspirantes, Bernardo Jaramillo Ossa, candidato por la Unión Patriótica; Carlos Pizarro Leongómez, de la Alianza Democrática M19, y Luis Carlos Galán Sarmiento, fueron asesinados.