El edificio Mónaco y la memoria
Por su profunda mirada de la violencia en Colombia, publicamos el prólogo del libro EXPURGO, obra de Policéfalo Ediciones con el apoyo del Ministerio de Cultura, inspirada a partir del edificio de Medellín que era propiedad del narcotraficante Pablo Escobar. Testimonio de un artista que lideró el proyecto.
Mauricio Carmona Rivera / Especial para El Espectador
EXPURGO es un proyecto editorial que surge a raíz de las discusiones que se dieron en una mesa de trabajo convocada por la Alcaldía de Medellín y el Museo Casa de la Memoria (MCDM) en junio del año 2018, en la que participé como invitado junto a un grupo de artistas del país. Fue el comienzo de la campaña “Medellín abraza su historia” y su detonante principal fue la decisión tomada por el exalcalde Federico Gutiérrez (2016-2019) de demoler el edificio Mónaco, propiedad del extinto capo del cartel de Medellín, Pablo Escobar. (Recomendamos: Homenaje a la memoria de don Guillermo Cano, director de El Espectador, 35 años después de su asesinato por orden del cartel de Medellín).
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EXPURGO es un proyecto editorial que surge a raíz de las discusiones que se dieron en una mesa de trabajo convocada por la Alcaldía de Medellín y el Museo Casa de la Memoria (MCDM) en junio del año 2018, en la que participé como invitado junto a un grupo de artistas del país. Fue el comienzo de la campaña “Medellín abraza su historia” y su detonante principal fue la decisión tomada por el exalcalde Federico Gutiérrez (2016-2019) de demoler el edificio Mónaco, propiedad del extinto capo del cartel de Medellín, Pablo Escobar. (Recomendamos: Homenaje a la memoria de don Guillermo Cano, director de El Espectador, 35 años después de su asesinato por orden del cartel de Medellín).
Como individuo y artista participante, la mesa de trabajo se convirtió en un espacio para manifestar mi desacuerdo con esta decisión y plantear una discusión acerca de las políticas de la memoria, en un país como Colombia, que continúa una larga tradición de eliminación sistemática del pasado como mecanismo de ocultamiento de complejos fenómenos sociales, culturales y políticos. Desaparecer o destruir evidencias siempre ha sido una estrategia que resulta conveniente a ciertos sectores de la clase dirigente, que han estado interesados en borrar los vínculos que en muchos casos aún persisten con los carteles de la droga y el crimen organizado.
Si bien la propuesta curatorial por parte del MCDM planteaba un diálogo abierto y crítico alrededor de este acontecimiento, lo que permitió que se generara la posibilidad de realizar intervenciones artísticas en el inmueble previo a su implosión como mecanismo de resignificación del lugar, contradictoriamente el proceso pronto fue desvirtuado por parte de la propia Alcaldía de Medellín y la empresa de comunicaciones que gerenció la campaña, lo que generó reprocesos y dificultades de acceso al inmueble, en particular, desde el momento en que la empresa Atila Implosión se hizo cargo del mismo. En mi criterio, la capacidad de decisión del equipo de trabajo del Museo se vio neutralizada, truncando de esta manera el acompañamiento de los proyectos que se venían desarrollando; se evidenció que el MCDM funcionó como medio de legitimación de una campaña cuyo trasfondo era en realidad la implementación de una operación de marketing político a gran escala.
Etimológicamente, la palabra “expurgo” hace referencia a limpiar o purificar, acepciones que, si las analizamos desde las políticas de la memoria, poseen una inextricable relación con eliminar, censurar, suprimir, en este caso, una huella arqueológica de la violencia, un archivo vivo que desaparece para la ciudad y las futuras generaciones. El proyecto comenzó con la instalación en la terraza del inmueble de una pancarta con la palabra “Expurgo”, una interferencia urbana que se pudo observar durante la implosión el 22 de febrero de 2019, palabra cuyas múltiples connotaciones nos permiten reflexionar acerca de aquellas operaciones de expurgo, de un olvido planeado con el único fin de pacificar unas ruinas demasiado molestas e incómodas.
Durante los momentos previos y posteriores al derribo de la estructura, estuve atento a la discusión generada a escala nacional acerca de este acontecimiento, y consideré pertinente plantear que la publicación recogiera no solo la memoria del proyecto artístico, sino una multiplicidad de voces que se sumaron alrededor de las implicaciones de esta decisión. Partiendo de cuatro textos publicados entre 2018 y 2019, se extiende la invitación a otros autores e investigadores que, desde diversas disciplinas y ámbitos han venido reflexionando alrededor de estos temas.
Podríamos pensar este libro como si de un archivo arqueológico se tratara, pero no uno que hubiese sido el producto de la excavación de un yacimiento, sino como resultado de una cuidadosa remoción de escombros que permitiera recuperar algunos vestigios y fragmentos que se resisten a ser desintegrados, donde las capas estratigráficas estuvieran integradas por cuerpos de textos e imágenes que nos lleven de los estratos visibles en la superficie a capas más profundas y soterradas. Si nos atenemos a esta perspectiva, cada cuerpo estaría integrado por uno o varios autores que establecerían en la estructura general del libro conexiones, desocultamientos, exhumaciones.
En el primer cuerpo nos encontramos con cuatro ensayos que fueron publicados entre los años 2018-2019, los cuales, desde posturas críticas, suscitan preguntas en relación a la construcción de memoria histórica. Hacen parte los textos de Luis Fernando González, María Jimena Duzán, Marta Villa y Gerard Martin. Complementan esta sección los ensayos de Jorge Echavarría y Gilmer Mesa.
Otro grupo de ensayos entreveran miradas desde el arte, la arquitectura y el periodismo investigativo. Patricia Londoño y Margarita Pineda nos aproximan a su producción artística. Alfonso Buitrago y Gerard Martin indagan acerca de los patrimonios incómodos, en particular la obra La familia, del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, escultura que estuvo empotrada en la fachada del edificio Mónaco. Farhid Maya y David Cuartas, cofundadores de Taller Síntesis Arquitectura, participan con las memorias del proyecto que presentaron al concurso público para el diseño del parque memorial. Juan Diego Restrepo esclarece el nexo entre Escobar y la firma de arquitectura que construyó el Mónaco, donde se evidencia la connivencia entre narcotráfico, empresa privada y Estado. Las fotografías de Adrian Franco revelan una hemeroteca que yacía oculta en el cielorraso, un proyecto que rescata, entre otros materiales de archivo, dos columnas de Guillermo Cano, quien fuera asesinado por las denuncias publicadas en El Espectador.
Cierra este grupo el proyecto Expurgo (edificio Mónaco) de mi autoría, en el cual, además de la interferencia urbana, se plantean algunos gestos en relación a la construcción de espacios de diálogo alrededor de la ruina, la violencia y lo público.
El siguiente cuerpo de textos nos plantea lecturas acerca de los conceptos de espacio público y memoria. Ensayos del antropólogo catalán Manuel Delgado, la filósofa colombiana Elena Acosta y la antropóloga chilena Francisca Márquez. La impunidad y el negacionismo son abordados por María McFarland Sánchez-Moreno, abogada y activista que ha hecho parte de organizaciones como Human Rights Watch y Drug Policy Alliance.
Dos ensayos sobre la historia del narcotráfico hacen parte del siguiente cuerpo de la publicación. De una parte, contamos con unas páginas extraídas del libro Conexión Colombia, de Eduardo Sáenz Rovner; el otro ensayo corresponde a Mary Roldán, previamente publicado en 1999 en el libro Cocaine: Global Histories.
Organizaciones sociales, defensores de derechos humanos y activistas nos aproximan a una dramática perspectiva contemporánea a través de cartografías críticas del conflicto y las rutas del narcotráfico en Antioquia y los departamentos del sur del país. Travesía que comienza en el Valle de Aburrá con el informe sobre presencia de grupos paramilitares en Antioquia, elaborado por las organizaciones CCEEU Nodo Antioquia, Asovisna, Corporación Jurídica Libertad y la Fundación Sumapaz. El flagelo del desplazamiento forzado es denunciado por el Movimiento Ríos Vivos Colombia, a raíz del éxodo masivo de los habitantes de Ituango en 2021. La cartografía se extiende a los departamentos de Putumayo, Nariño y Cauca, a través de las palabras del músico y abogado Juan Carlos Jacanamijoy Juajibioy, perteneciente al pueblo indígena kamsá y habitante del valle de Sibundoy. Estos dos últimos ensayos cuentan con los mapas realizados colaborativamente con Geoactivismo.
Culmina el libro Francisco E. Thoumi, quien desde 1986 ha venido investigando las drogas psicoactivas y se ha desempeñado como asesor del Comité Científico del Informe Mundial sobre las Drogas de la UNODC. En su ensayo nos plantea un debate acerca de los paradigmas y lugares comunes desde los que se aborda la crítica al prohibicionismo y a la llamada guerra contra las drogas, donde se ha pretendido ver a los colombianos como víctimas de una imposición, lo que conlleva a cuestionar de raíz los problemas estructurales del país y la responsabilidad del Estado y la sociedad en relación a estos fenómenos.
A lo largo del libro, se entretejen imágenes, planos y mapas de algunos de los autores, así como el trabajo de los fotógrafos Juan Fernando Cano, Andrés Carmona Rivera y Antonio Carmona Ocampo que complementan con imágenes lo que sería imposible poner en palabras. En la concepción de la estructura gráfica y visual del libro, ha sido fundamental la colaboración de Wallace V. Masuko como coeditor y diseñador gráfico.