El origen del Carnaval de Negros y Blancos

En 2009, la Unesco tomó la determinación de incluir a una festividad colombiana con una larga tradición dentro de su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad: el Carnaval de Negros y Blancos. Se dice que su origen se remonta a aquella época de la colonización, a la llegada de los españoles al territorio suroccidental y todo ese proceso de evangelización al que sometieron a los indígenas en el siglo XVI. Antes de eso, como asegura Señal Colombia, “los pueblos nativos pastos y quillacingas ya contaban con fiestas que incluían comparsas y danzas rituales con máscaras”.

Aquellas danzas en un principio no fueron del agrado de los españoles, entonces fueron censuradas al igual que cualquier otro tipo de celebración, pero un día cambiaron de decisión y pasaron a ser incluidas “dentro de sus calendarios oficiales”. Sin embargo, el primer rastro que se conoce del carnaval nos remite a 1887. Para esa época, se realizó en Popayán una actividad que se extendió más tarde hasta Pasto, donde los asistentes se convierten en sujetos activos: el juego de Negritos.

Los esclavos les exigieron a los españoles, a esos que solían llamar amos, que les dieran un día libre. Así lo hicieron el 5 de enero. Entonces, las calles de Popayán se llenaron de música y bailes africanos, mientras que las paredes blancas de las casas fueron cubiertas de negro. Cada año, se conmemora aquella fecha, así que la gente, como en aquellos tiempos, sale a la calle a jugar y a pintarse de negro entre ellos, y de paso a bailar al ritmo de las orquestas.

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Los años pasaron y, en 1912, se incorporó el juego de Blancos, que se realiza el 6 de enero. Todo empezó en una cantina en Pasto, donde aproximadamente estaban tomando cinco personas. Las botellas eran fiadas porque el día anterior se habían bebido todo durante el juego de Negritos. De repente, un sastre les echó unas cajitas de polvos junto con unas plumas. Decidieron salir a la calle así pintados como estaban, entonces, desde la calle Real hasta la plaza, se escucharon gritos resumidos en dos frases: “¡Viva el blanquito! ¡Viva el negrito!”

Entonces, ahora, cada 6 de enero la gente que participa del carnaval se cubre de polvos y los disfraces son los protagonistas en las calles, no solo ellos porque también lo son las carrozas, así como las comparsas, entre otros. Más tarde, en 1926, se realizó el Festival Estudiantil. La gente salió a jugar entre el 5 y el 7 de enero. Un año después, coronaron a la primera reina: Rosa Elvira Navarrete. Luego, también llegaron otras tradiciones como las cabalgatas, los recitales poéticos, la batalla de las flores y el desfile de autos alegóricos.

En 2009, la Unesco tomó la determinación de incluir a una festividad colombiana con una larga tradición dentro de su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad: el Carnaval de Negros y Blancos. Se dice que su origen se remonta a aquella época de la colonización, a la llegada de los españoles al territorio suroccidental y todo ese proceso de evangelización al que sometieron a los indígenas en el siglo XVI. Antes de eso, como asegura Señal Colombia, “los pueblos nativos pastos y quillacingas ya contaban con fiestas que incluían comparsas y danzas rituales con máscaras”.

Aquellas danzas en un principio no fueron del agrado de los españoles, entonces fueron censuradas al igual que cualquier otro tipo de celebración, pero un día cambiaron de decisión y pasaron a ser incluidas “dentro de sus calendarios oficiales”. Sin embargo, el primer rastro que se conoce del carnaval nos remite a 1887. Para esa época, se realizó en Popayán una actividad que se extendió más tarde hasta Pasto, donde los asistentes se convierten en sujetos activos: el juego de Negritos.

Los esclavos les exigieron a los españoles, a esos que solían llamar amos, que les dieran un día libre. Así lo hicieron el 5 de enero. Entonces, las calles de Popayán se llenaron de música y bailes africanos, mientras que las paredes blancas de las casas fueron cubiertas de negro. Cada año, se conmemora aquella fecha, así que la gente, como en aquellos tiempos, sale a la calle a jugar y a pintarse de negro entre ellos, y de paso a bailar al ritmo de las orquestas.

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Los años pasaron y, en 1912, se incorporó el juego de Blancos, que se realiza el 6 de enero. Todo empezó en una cantina en Pasto, donde aproximadamente estaban tomando cinco personas. Las botellas eran fiadas porque el día anterior se habían bebido todo durante el juego de Negritos. De repente, un sastre les echó unas cajitas de polvos junto con unas plumas. Decidieron salir a la calle así pintados como estaban, entonces, desde la calle Real hasta la plaza, se escucharon gritos resumidos en dos frases: “¡Viva el blanquito! ¡Viva el negrito!”

Entonces, ahora, cada 6 de enero la gente que participa del carnaval se cubre de polvos y los disfraces son los protagonistas en las calles, no solo ellos porque también lo son las carrozas, así como las comparsas, entre otros. Más tarde, en 1926, se realizó el Festival Estudiantil. La gente salió a jugar entre el 5 y el 7 de enero. Un año después, coronaron a la primera reina: Rosa Elvira Navarrete. Luego, también llegaron otras tradiciones como las cabalgatas, los recitales poéticos, la batalla de las flores y el desfile de autos alegóricos.