El Magazín Cultural

El origen proletario del 1 de mayo

En el primer congreso de la Segunda Internacional, en 1889, se decidió conmemorar el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores. En Colombia se celebra desde 1914.

Nancy Paola Moreno
01 de mayo de 2017 - 02:00 a. m.
María Cano, una de las líderes sindicales más importantes de la historia en Colombia.  / Biblioteca Tomás Carrasquilla
María Cano, una de las líderes sindicales más importantes de la historia en Colombia. / Biblioteca Tomás Carrasquilla

La Segunda Internacional estuvo integrada en su mayoría por organizaciones de trabajadores europeos, cuyas ideologías predominantes fueron el comunismo y socialismo. Uno de sus objetivos era rendir homenaje a los mártires de Chicago. Era el 1 de mayo de 1886. Los trabajadores sabían que era inevitable renunciar a la vida. Que un salario no debía arrebatar el derecho a contemplar una flor en mitad del camino, los atardeceres, las sonrisas de un hijo. Y la no resignación llevó a la huelga. Sin embargo, las protestas se extendieron hasta el 4 mayo.

Luego, un estallido causó la muerte de un policía. Nunca se supo cómo sucedió, pero el Estado debía señalar. Porque detrás de esas culpas, Estados Unidos despreciaría las consignas de los obreros. Sin las suficientes pruebas, fueron condenados a la horca cinco trabajadores anarquistas y anarcocomunistas, el 11 noviembre de 1887: George Engel, August Spies, Albert Parsons y Adolph Fischer. Louis Lingg explotó una cápsula de dinamita en su boca, antes de ir al cadalso y su agonía duró seis horas. Samuel Fielden, Michael Schwab y Oscar Neebey fueron condenados a prisión.

El pensador cubano José Martí presenció aquel suceso. Era corresponsal del diario argentino La Nación. “El obrero, que es hombre y aspira, resiste, con la sabiduría de la naturaleza, la idea de un mundo donde queda aniquilado el hombre; pero cuando, fusilado en granel por pedir una hora libre para ver a la luz del sol a sus hijos, se levanta del charco mortal apartándose de la frente, como dos cortinas rojas, las crenchas de sangre”, escribió, y tituló su crónica “Los mártires de Chicago”.

En Colombia, el 1 de mayo fue llamado “La fiesta del obrerismo”. En Bogotá, tres mil personas, la mayoría artesanos, desfilaron desde la plaza de Bolívar hasta el barrio La Perseverancia, el 1 de mayo de 1914. No había una clase obrera como tal, aunque la Unión Obrera de Colombia había nacido en 1913.

En 1919 se creó el Partido Socialista. El 16 de marzo, Marco Fidel Suárez decretó la importación de uniformes militares. Los sastres y las trabajadoras decidieron protestar. La reacción de la policía dejó 10 muertos, 15 heridos y 300 prisioneros. Igual que en Chicago, las víctimas del 16 de marzo de 1919 se hicieron mártires y se convirtieron en un símbolo. Como canta Rubén Blades, era prohibido olvidar. Aquellos mártires habitaron la memoria de los trabajadores. Buscaron la crónica de José Martí. “De la tiniebla que a todos envolvía, cuando del estrado de pino iban bajando los cinco ajusticiados a la fosa, salió una voz que se adivinaba ser de barba espesa, y de corazón grave y agriado: ‘¡Yo no vengo a acusar ni a ese verdugo a quien llaman alcaide, ni a la nación que ha estado hoy dando gracias a Dios en sus templos porque han muerto en la horca estos hombres, sino a los trabajadores de Chicago, que han permitido que les asesinen a cinco de sus más nobles amigos!’ ”.

Se detuvieron en este fragmento. Entonces leyeron lo que nunca enseñaron en las escuelas sobre otros mártires, los del pueblo, los rebeldes. Desaprendieron, porque, de tanto leer, comprendieron que habían heredado historias y, de cada relato, un legado. Encontraron aquel viejo libro de Karl Marx. “Lo malo es que millones sólo logran ganar su modesto vivir gracias a un fatigoso trabajo que los arruina corporalmente y los deforma mental y moralmente; que incluso tienen que considerar como una suerte la desgracia de haber encontrado tal trabajo”.

A partir del 1 de mayo de 1920, la principal consigna fue la defensa de los tres ochos: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso, 8 horas de ocio o estudio. Empezaron a escribir, porque sólo así otros podrían conocer sus luchas. El obrero Roberto Caro declamó: “Yo te saludo, mes de las flores / Y en especial a tu día primero / Que es consuelo del pobre obrero / Que es alivio de sus dolores. Oh día eres el roció de primavera / Con tus colores y tus perfumes / Con tus fragancias tu hoy redimes / De esta mi patria, la clase obrera / Que tanto sufre, que no se queja / Por más intenso que sea el dolor/ Porque ya espera la bella flor/ Que sus aromas al viento dejan / Para que alivien su corazón”.

En 1924, hicieron nacer la primera flor del trabajo, Elvira Triviño, en homenaje al papel de las mujeres trabajadoras. Apareció la dirigente obrera María Cano, que quedó inmortalizada en la película que lleva su nombre, de Camila Loboguerrero. Fue la flor del trabajo en 1925 y determinante en la fundación del Partido Socialista Revolucionario. Jamás abandonó la literatura. No dejaron de multiplicar sus luchas, aunque Colombia sea considerado el país más peligroso para ejercer la actividad sindical. Según la Escuela Nacional Sindical, desde el 1 de enero de 1973 hasta el 31 de marzo de 2017, han ocurrido 3.114 homicidios, 383 atentados contra la vida, 236 desapariciones forzadas, 7.013 amenazas de muerte y 1.897 desplazamientos forzados.

Por Nancy Paola Moreno

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