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El Óscar en la “Tierra del olvido”

En 1996, Patricia Cardoso, antropóloga y arqueóloga colombiana radicada en Estados Unidos desde hace varios años, le otorgó al país uno de los máximos reconocimientos audiovisuales conseguidos hasta la fecha. Con su cortometraje “El aguador” (“The Water Carrier”) obtuvo una estatuilla.

Juan Sebastián Salazar G.
19 de febrero de 2016 - 04:14 a. m.

Gabriel García Márquez la llamaba Macondo: el pueblo imaginario, y Carlos Vives la llama la tierra del olvido. Día a día damos motivos suficientes para que así sea. Sin embargo, a este territorio mágico, algunos colombianos le contribuyen y enriquecen, tanto cultural como socialmente, convirtiéndose en orgullosos compatriotas que hacen patria desde la distancia, en este país de las contradicciones.

Todo es cuestión de moda, después de eso llega el olvido. Hoy el turno, más que merecido, es para El abrazo de la serpiente, nominada al Óscar como mejor película extranjera. Pero este honor de una nominación a un premio de talla mundial no ha sido sólo de Ciro Guerra. De hecho, la colombiana Catalina Sandino fue nominada como mejor actriz de reparto hace doce años y, por otro lado, en 1996 el premio de la Academia fue entregado a otro talento nacional.

Patricia Cardoso logró algo único para Colombia al convertirse en la primera y hasta el momento única ganadora de un galardón en la categoría Student. Este año se cumple el vigésimo aniversario de este acontecimiento, en el que ella, una arqueóloga, antropóloga y directora de cine, marcó la historia del cine colombiano con su cortometraje El aguador (The Water Carrier).

Pero ¿cómo una arqueóloga y antropóloga logra este importante reconocimiento? “Mi sueño siempre fue escribir y contar historias. Incluso antes de aprender a escribir y leer me encantaban el arte precolombino y viajar por Colombia. Estudié arqueología y antropología, pero siempre tuve la necesidad de hacer algo más creativo”, dice Patricia Cardoso.

Sus dos carreras siempre se vieron permeadas por la creatividad y los sueños de un alma libre e intrépida, que en el fondo añoraba contar historias. “Viajando por toda Colombia, y sobre todo durante mi época de estudiante de antropología y haciendo investigaciones arqueológicas, encontré historias superinteresantes que nadie conocía, y yo quería que ese tipo de relatos llegaran a un público. Me di cuenta de que con el cine podía combinar todas mis intencionalidades, que se resumían en contar historias con fotografías y música”, cuenta.

Su relación en conflicto con el mundo de la academia, que no le permitía ir mas allá y que no le daba la posibilidad del libre desarrollo, se vio totalmente evidenciada en una tesis que escribió por completo en color rojo. “Cuando ya me estaba graduando de arqueología y tenía que hacer mi tesis, que era escrita a máquina, era algo muy técnico y horrible porque no podía dar mi opinión y todo debía ser escrito en tercera persona. No podía inventarme mi propia teoría de los descubrimientos que había hecho, y era tanto el sufrimiento que lo escribí en rojo para simbolizar que la sangre se me estaba saliendo por los poros”, sostiene la ganadora del Óscar.

Actualmente, Cardoso reside en Los Ángeles, desde donde recuerda con mucha claridad cada detalle de este acontecimiento, a pesar del tiempo y la distancia. “Trataba de enviar mi película a muchos festivales que premiaban con dinero, porque después de realizar esta producción quedé en la bancarrota completa. Envié mi trabajo a la Academia, pero jamás pensé que les fuera a gustar porque no es el tipo de película de Hollywood. Es una realización totalmente colombiana y muy humana. Sin embargo, algunos meses después me llamaron y me enviaron una carta diciéndome que estaba nominada”, dice.

Recuerda que en 1996, año en el que fue galardonada con el Premio Óscar, recibió gran apoyo por parte de todo el país. “Me siento cien por ciento colombiana y la película también lo es. En esa época hubo proyección de la cinta en diferentes universidades, institutos e incluso embajadas”. Sin embargo, actualmente son pocas las personas que recuerdan este premio, que no sólo significó un importante reconocimiento a su carrera cinematográfica, sino también un estímulo a los avances del séptimo arte en todo un país.

Hoy, con todo el revuelo provocado por la nominación de El abrazo de la serpiente, aparece de nuevo en nuestro país la paradójica tierra del olvido, que se encarga de hacer efímeros reconocimientos como el de Patricia Cardoso.

Los esfuerzos por lograr la producción de este cortometraje fueron enormes, tal y como ella lo manifiesta en repetidas ocasiones. Su papel dentro de la película no sólo fue el de directora, sino que además tuvo que ser productora, guionista y hasta editora. El aguador estaba inspirada en una historia de su familia. “Mi abuelo fue médico a comienzos del siglo XX en un pueblito en Colombia llamado Málaga, en Norte de Santander, y fue el primero en realizar una cirugía de cataratas”, cuenta con nostalgia.

Un Óscar no ha sido suficiente en la vida de esta mujer multifacética y que, más allá del mundo del cine, ha logrado sobresalir en sus otras dos profesiones y es reconocida por obtener la datación más antigua de la cultura tayrona por el método del carbono 14.

Patricia Cardoso se describe como una persona con muchas identidades, pero siempre ha podido mezclarlas sin mucho esfuerzo. Sus realizaciones audiovisuales se han visto influenciadas por los intereses que tiene en otras áreas del saber. “Creo que esa es la manera en que uno mis tres carreras: todas mis películas son antropológicas y arqueológicas, no sólo por las investigaciones sino por la manera en la que abordo los personajes”.

Los trabajos que ha realizado se distinguen por un inmenso respeto hacia los demás. Por eso, sus estudiantes le dicen: “Todos los otros profesores deberían trabajar como lo hace usted y tener la estructura de sus clases”.

“Yo trato de verles siempre la belleza a los personajes y a las historias, sin importar el ambiente o las circunstancias, si es pobre o no. Esas bases son de la antropología, porque uno aprende a respetar a todas las personas y las diferentes culturas, y aprende a respetar los diferentes puntos de vista”, puntualiza.

Los logros de artistas como Patricia Cardoso en el mundo del cine, que hoy pasa prácticamente desapercibido, reflejan el esplendor y la riqueza que tiene por ofrecer un país como Colombia. Lo que se necesita es ser conscientes de que éxitos, como un Premio Óscar en la categoría de cortometraje no pueden quedarse en la tierra del olvido.

* Estudiante de periodismo, Universidad Javeriana (Bogotá).

Por Juan Sebastián Salazar G.

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