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Vestido de blanco o con atuendo militar, Juanes canta lo mismo. El repertorio en La Habana, Cuba, con cuarenta grados de temperatura y con el termómetro político en rojo, puede ser idéntico al de sus conciertos en Bogotá, Berlín o Madrid. Los matices del amor marcan el derrotero de varias de sus creaciones, pero así como pone sus sentidos en aspectos tan etéreos como los sentimientos, también logra fijarse en algo real como la cotidianidad de la guerra en Colombia.
Aunque algunos se empeñen en afirmar que técnicamente no hay conflicto en el país, Juanes, por su parte, no está muy interesado en establecer si a lo que se padece todos los días en las poblaciones marginales se le denomina conflagración o si a los atentados en las grandes ciudades se le puede llamar época de hostilidades. Para él es un hecho que merece ser contado y cantado. Por eso, línea tras línea dice: Te han quitado lo que tienes./ Te han robado el pan del día./ Te han sacado de tus tierras,/ y no parece que termina aquí... /Despojado de tu casa/ vas sin rumbo en la ciudad./ Sos el hijo de la nada,/ sos la vida que se va.
Desde la ventana de Ekhymosis, Juanes relataba los acontecimientos de Medellín durante los últimos años de la década del 80, pero lo hacía a través de la utilización del metal, un medio duro y contundente, pero no tan eficaz como el pop. Creaciones como Culpable por inocente, Sálvame y Ciudad Pacífico les hablaron al oído a los jóvenes. Después la entonación cambió y apareció en escena el tema La tierra, una letra patriótica al extremo, pero en ritmo de rumba flamenca. Ese aspecto, algo contradictorio, no desvió las intencionalidades del artista que ya con su carrera como solista le apostó al pop mezclado con algunos elementos de la tradición folclórica nacional.
En el álbum Fíjate bien incluyó la canción Me da igual, una clara demostración de su interés por los acontecimientos sociales. Me da igual, me da igual/ que me hablen de la vida/ o de la muerte también./ Me da igual, me da igual/ que me hablen de los buenos,/ o de los malos también.../ Se acabaron los refuerzos/ de una guerra siempre injusta./ Hoy sólo quedan los desechos de las almas justas/ se acabaron los amigos./ Se acabaron los vecinos/ hoy sólo quedan los sucesos de los asesinos.
Su compromiso ha sido tan indeleble como cualquiera de sus reconocidos tatuajes. Al comienzo se vinculó a las causas de los militares y policías de Colombia. En alguna ocasión portó con orgullo un traje camuflado, lo que le ocasionó el rechazo de todas las víctimas de la violencia del Estado. También visitó a los militares lisiados con las minas antipersonales y en su gira de conciertos en Bogotá su invitado de honor fue Johan Steven, hijo del suboficial del Ejército Libio Martínez, secuestrado por las Farc.
Daría lo que fuera por volverte a ver, /daría hasta mi vida y mi fusil,/ mis botas y mi fe./ Por eso en la trinchera de mi soledad/ tus ojos son mi luz y tu esplendor, mi corazón, dice su canción Volverte a ver, en la que parece estar relatando la historia desde el lado de las Fuerzas Militares. Hoy las cosas son distintas y Juanes analiza la guerra en Colombia desde una óptica más neutral. No hay blancos y negros simplemente, ahora tiene la opción del gris, y mira la realidad con el dolor de alguien que la ha padecido, pero con la tranquilidad que le otorga la distancia.
En Segovia, tema de su más reciente disco, el paisa asegura: Un once de noviembre a las siete de la noche,/ hombres armados dispararon sin reproches/ contra la gente del municipio de Segovia./ Llovía a cántaros, la plaza estaba llena,/ varias granadas estallaron en cadena, /el nordeste antioqueno todo rojo se tornó. Más que el afán de quedar bien con los demás, Juanes está en la tónica de complacerse como artista. Y así como no tuvo inconvenientes en suministrar el supuesto pin de Chávez, tampoco lo tiene para pensar que la paz parece no ser un negocio tan rentable como la guerra.
"La violencia ha tocado a mi puerta"
¿Por qué escogió a Segovia y el caso de la matanza para dedicarle una canción en su más reciente disco?
Un libro sobre el exterminio de la Unión Patriótica (UP) llegó a mis manos y debido al alto número de masacres y desaparecidos decidí hacer un homenaje a las víctimas y sus familias. Segovia es un espejo de lo que ha ocurrido durante muchos años en zonas rurales del país.
¿Cómo se gestó la idea y cómo se concretó?
Lo primero fue leer el libro, tratar de recrear a través de la música un ambiente que diera reminiscencia a una música de pueblo, de ahí que la canción tiene un sonido particular y una progresión de acordes típica de la música popular. Un aire de tango en algún lugar, una pianola quizá, todo en torno al concepto de aire popular de una noche pueblerina. Después, encontrar las palabras para narrar las historias que fueran coherentes con la melodía y el resto de los arreglos musicales. Al mismo tiempo, tratar de transmitir sentimientos.
Antes lo habíamos visto dedicando canciones a los soldados y muy comprometido con las Fuerzas Militares de Colombia, pero ahora mira hacia las víctimas civiles, ¿por qué?
Estoy empezando a entender mejor el conflicto interno colombiano, lo que nos han querido vender, lo que realmente pasó y lo que nos queda por descubrir y aprender.
¿Conoce Segovia?
No conozco Segovia aún, pero iré.
¿Cuál es el momento de su vida en que se hace consciente de que Colombia está en guerra y de qué manera influye eso en su cotidianidad?
Quizás desde mi adolescencia, cuando viví la Medellín de los 80 en carne propia.
¿Qué es lo más cercano que ha estado de un hecho producto de la violencia de nuestro país?
Han sido varias las ocasiones en que la violencia ha tocado la puerta de mi casa: la bomba del Banco Las Villas, la bomba de la plaza de toros La Macarena, el secuestro y asesinato de mi primo hermano y la matanza de Oporto, entre otras. Y eso sin mencionar lo de familiares, amigos, vecinos, quienes en Colombia han experimentado alguna vez una situación de estas... esto debe cambiar algún día.
¿Y todos esos hechos han motivado de alguna manera sus iniciativas relacionadas con la paz?
Las iniciativas de paz son simplemente una manera de protestar pacíficamente, de demostrar un inconformismo con el sistema y con la manera como se llevan las cosas. Una manera de reclamar por un derecho que nos corresponde, vivir en paz. Por mandar un mensaje a nuestros niños, de esperanza, de pensar en que sí se puede. De traer a nuestro imaginario este concepto que parece no ser rentable para nadie: la paz.