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El periodismo cultural: un lente para analizar el mundo contemporáneo

Con el comienzo de la trigésima séptima edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, comienza nuestro cubrimiento especial “Cultura en titulares”, un espacio dedicado a pensar el rol del periodismo cultural en la conversación pública, además de su relación con la literatura y el pensamiento crítico.

Santiago Gómez Cubillos

25 de abril de 2025 - 09:00 a. m.
Foto: Jonathan Bejarano
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El 22 de marzo de 1887, el diario El Espectador publicó una primera edición en la que se anunciaba como un periódico “político, literario, noticioso e industrial”. Ese segundo adjetivo ha sido una bandera en el ejercicio de nuestra labor, sobre todo para los que nos hacemos llamar periodistas culturales. Pero también se nos ha encomendado una batalla por sacar del letargo a eso que llamamos “cultura”; para hacer entender a nuestro público que no se trata de un animal doméstico relegado en las salas de los museos y las bibliotecas, sino de una bestia viva que atraviesa gran parte de nuestra sociedad.

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Nos esforzamos en entender por qué hacemos lo que hacemos. A partir de hoy y durante las siguientes dos semanas, el diario El Espectador comienza su cubrimiento especial de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo) “Cultura en titulares”, que atravesará cada una de nuestras publicaciones con la pregunta sobre cuál es ese rol que cumple este tipo de periodismo en la promoción de la lectura y la construcción de nuestras concepciones del mundo,

Varias veces al día tenemos que lidiar con el hecho de que hablar sobre cine, artes plásticas, teatro y literatura cargue consigo una connotación de esnobismo. Esto ha hecho que las secciones de cultura de la gran mayoría de salas de redacción se vean, como lo expresó en entrevista el artista plástico, periodista y panelista de Presunto Pódcast, Santiago Rivas, como “las hermanas mamertas del entretenimiento”. Muchos años y muchos medios fomentaron esta visión de la cultura, e incluso, nosotros no podemos eludir completamente esa responsabilidad.

“Cuando yo empecé en el periodismo cultural, era un tema mucho más excluyente en el sentido de que se hablaba únicamente de las siete artes. Cubríamos lo que pasaba en el Teatro Colón, en la Biblioteca Luis Ángel Arango, en los grandes museos y se acabó”, relató Eduardo Arias, quien ahora trabaja como periodista cultural de la Revista Cambio, pero que lleva más de 40 años paseándose por distintas salas de redacción. Ahora el panorama es distinto con la proliferación de nuevos espacios que impulsan las artes y robustecen nuestra agenda, pero eso no ha hecho que logremos sacudirnos del todo la idea de que la cultura es una conversación reservada para una élite selecta.

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No obstante, el problema con esta concepción es que ignora el verdadero potencial de ser un lente con el cual se puede analizar la realidad. Para Rivas, “el periodismo cultural es necesario, porque permite entender la vida entera”. Esta incluso fue una idea que Leila Guerriero resaltó en su discurso “El periodismo cultural no existe”, declamado durante el seminario Nuevas rutas para el periodismo cultural, organizado por la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) en el 2011. En ese entonces, Guerriero opinó que “a lo mejor los mejores periodistas culturales son aquellos que pueden escribir sobre cualquier cosa”.

No hay un tema vetado para las secciones de cultura y ese es un reto que no solo hemos querido asumir en El Magazín Cultural, sino que viene de una larga tradición de plumas de distintos medios que han querido romper con los esquemas impuestos a nuestra labor. En un consejo de redacción de cultura se puede hablar de las políticas migratorias de Donald Trump, los consejos de ministros del presidente Gustavo Petro, el juicio al expresidente Álvaro Uribe, el último partido de la Champions League, la muerte del papa y tanto más que no tiene que ver directamente con el lanzamiento de un libro o una película.

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“Cuando uno lee ese tipo de periodismo, entiende que no se trata de quedarse solo en la obra, sino de entender que esa obra está dialogando con una realidad. Es un periodismo que no se reduce a decir cuántas páginas tiene una novela o qué actor protagoniza una película, sino que intenta captar la complejidad de eso que está analizando. Nutrirse de periodismo cultural es acercarse a las obras que ofrecen miradas más complejas o diferentes de los fenómenos de la actualidad”, afirmó Christopher Tibble, periodista y editor de CasaMacondo.

Sandra Martínez, editora de la Revista Diners, la publicación de su tipo más antigua del país, estuvo de acuerdo con los otros periodistas consultados y contó cómo han asumido desde su medio el reto de hablar sobre grandes temas a través del cubrimiento de la cultura. “En gastronomía, por ejemplo, muchas veces lo importante no está en los platos, sino en lo que hay detrás. El chef de Afluente, Jeferson García, decidió apostarles a los páramos en el desarrollo de su propuesta y contar esa historia nos permitió también hablar de dónde viene el agua, qué significan estos ecosistemas para un país como el nuestro, por qué hay que cuidarlos y mucho más”, relató.

Para Martínez, la cultura es un instrumento con el que también se construye la historia y la memoria. “No estamos denunciando a los grandes carteles, pero eso no quiere decir que no seamos capaces de transformar a la sociedad con lo que hacemos”, concluyó. Todos los consultados estuvieron de acuerdo con esta idea y, evidentemente, comprenden cuál es el peso que puede tener el consumo de este tipo de periodismo en el desarrollo personal.

Leer cultura no es un deber moral

“El tema es que no debería ser un deber moral, como pasa, por ejemplo, con el fomento de la lectura. ¿Por qué la gente no lee? Porque se les impone con la idea de que van a ser mejores ciudadanos y eso es un error”, afirmó Rivas cuando se le preguntó por qué creía que era tan difícil ver la urgencia de seguir haciendo periodismo cultural. Para él, la clave era promoverlo desde el disfrute más que desde la obligación. “Hay que hacerle entender a la gente que eso puede ser un placer y una forma en la que sientan que su vida es mejor, no porque ahora hagan parte de la ‘gente culta’, sino porque el buen periodismo cultural da la satisfacción de la claridad y el estremecimiento de las cosas recién aprendidas”, concluyó.

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Y en esa labor también es importante resaltar que lo que pasa por estas páginas no debe interpretarse como una demarcación tiránica del “buen gusto”. “El periodismo cultural debe ser capaz de mostrar el arte de una manera no académica, excluyente y complicada, sino con las ganas de que la gente se acerque a él y con la idea de que está bien que no le guste. Ese es el problema de ‘la gran cultura’, que todo el mundo cree que es solo para personas refinadas y al que no le gusta Botticelli tiene que pegarse un tiro, pero no es así”, afirmó Arias.

Esta, por lo tanto, es una invitación, no solo a que nos acompañen durante nuestro cubrimiento especial de la Filbo que desarrollará con mayor profundidad esta conversación, sino a que se dejen sorprender por las inmensas posibilidades que tiene nuestra rama del periodismo.

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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