Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Continuando con la celebración de los 200 años del nacimiento de Franz Liszt (1811 – 1886), uno de los compositores más representativos del romanticismo, el Teatro Colsubsidio presentará, en el tercer domingo de la Serie Internacional de Grandes Pianistas, al egipcio Wael Faruk, reconocido exponente del oriente medio. Faruk, que a los 9 años fue premiado como un joven talento por la entonces primera dama Lady Mubarak, vendrá por primera vez a Colombia.
En Faruk hay virtuosismo técnico y riqueza expresiva. Esas dos cualidades, a ratos tan difíciles de conjugar, lo han hecho merecedor de distintos galardones internacionales. El pianista ha aparecido como solista en la Orquesta Nacional de Saint-Etienne, en la Sinfónica de Manhattan y en la Orquesta Sinfónica de El Cairo, con la cual estrenó en Egipto el Concierto N°3 de Rachmaninoff, el Concierto N°2 de Brahms y los Conciertos N°1 y 2 de Prokofiev. Aparte de eso, Faruk ha realizado giras con diferentes directores como Christoph Muller, Steven Lloyd, Patrick Fournier y Philippe Entremont, entre otros.
Aunque el pianista egipcio es capaz de asumir distintos repertorios, su territorio más habitual (al menos en los discos) está en el barroco, el período clásico y el romanticismo central (Schubert, Liszt, Chopin). Sin embargo, y haciendo gala de su eclecticismo, Faruk también es capaz de interpretar obras de Debussy, dentro de las que se destaca su versión de los Préludes debido a su emotividad, Mili Balakirev (la Fantasía Oriental para piano Op. 18), Abu Bakr Hayrat y Rachmaninoff.
Es justamente de estas obras que saldrá el grueso del concierto que Faruk ofrecerá el próximo domingo en el Teatro Roberto Arias Pérez. No habrá, al menos en los papeles iniciales, Liszt: ni las interpretaciones impecables, llenas de vigor y matices a partes iguales, ni ese repertorio —el romántico— en el que el egipcio se mueve con tanta propiedad. Tal vez haya allí una oportunidad de ver al pianista en campos que no son tan suyos (o que lo son, pero de otra manera) donde puede desplegar su visión de la música y en particular de la interpretación del piano, que en Faruk es un ejercicio de dominio y control de tensiones.
Es más que interesante que Abu Bakr Hayrat, aquel importante compositor egipcio, sea interpretado por un compatriota suyo tan entregado a la música occidental de tradición escrita, y que de ahí puedan surgir nuevos significados, nuevas interpretaciones. Es, quizá, la importancia de que las fronteras no existan. Al menos en la música.