
La filosofía, ahora, ha encontrado en las redes sociales un nuevo escenario para hablar de ocio, placer y contemplación.
Foto: Eder Rodríguez
Parece ser que una de las epidemias que arrasa constantemente con la humanidad es la de la culpa. La culpa por detenernos a pensar, a contemplar, a –por un momento– no estar en función de las expectativas del mundo.
La duda, la nostalgia, el miedo y el amor podrían llamarse, en este momento, los motores que mueven al mundo. Hay una pulsión por cuestionarnos, por tomar conciencia. Por eso, para algunas personas hablar sobre filosofía podría parecer algo complicado, lejano o aburrido. Porque el principio y el fin también es conocernos a través...

Por Paula Andrea Baracaldo Barón
Comunicadora social y periodista de último semestre de la Universidad Externado de Colombia.@conbdebaracaldopbaracaldo@elespectador.com
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