Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

El reloj: Un apremio constante

Recordamos la vida de la escritora ucraniana Irène Némirovsky, junto a su obra “Los Fuegos de Otoño”, publicada por Salamandra Editorial. Esta novela se terminó de escribir en la primavera de 1942. En estas páginas el lector retornará a la época de 1912 hasta 1941. Allí Némirovsky retrata el sufrimiento, frialdad, ambición y el deseo de libertad de la sociedad francesa.

Elena Chafyrtth / @Chafyrtths

28 de marzo de 2021 - 09:00 p. m.
La escritora Irène Némirovsky (1903-1942) vivió desde joven en Francia y escribió su obra en francés.
Foto: Archivo Particular
PUBLICIDAD

Existen amaneceres angustiantes que se apoderan de nuestros pensamientos, de modo que nos impiden el querer levantarnos de la cama y nos quedamos justo ahí, observando el techo. De repente escuchamos el sonido de las manecillas del reloj y es justo ese sonido el que nos paraliza. Es el tic-toc lo que nos hace discurrir en el tiempo, en ese “tiempo” que termina por definir quiénes somos. Y recordamos a esa persona que alguna vez nos dijo que antes de cumplir los 30 teníamos que escribir nuestra primera obra y viajar por el mundo. Entonces, nos entra el afán por competir. Por demostrar a los otros que somos capaces de lograrlo todo. Minutos después, el aburrimiento hace que comencemos a dibujar figuras en el aire con nuestro dedo índice, apuntando hacia el techo. De pronto nuestros ojos se detienen en nuestra biblioteca, y recordamos que no solo son libros viejos, cada uno tiene su historia. Evocamos las veces en las que las páginas de aquellos libros nos devolvieron la alegría y por qué no, nos hicieron creer en un mundo feliz. Entonces pensamos que encontrar una frase vale más que todos los títulos del mundo, que dejarnos seducir por una melodía y la letra de una canción es más gratificante que pelear por el poder y la ambición.

Era la tarde del miércoles del 11 de febrero de 1903 cuando en el hospital de la ciudad de Kiev se escucharon los sollozos de una recién nacida de origen judío, a quien le pondrían el nombre de Irène Némirovsky. Desde su nacimiento descrestó al mundo con sus ojos grandes y oscuros, su mirada ávida y su apacible sonrisa. Recibió la mejor educación por parte de una institutriz. Aprendió más de siete idiomas, en ocasiones se escapaba a la biblioteca de su padre y robaba uno que otro libro de historia. Sin embargo, con el pasar de los días, observaba el rechazo de su madre Fanny Némirovsky, quien pasaba horas frente al espejo, aferrada a cuidar su cuerpo para no dejar ver ni una sola arruga.

Read more!

Fueron el desprecio y el vacío que desde siempre sintió por parte de su madre lo que llevaron a la joven Némirovsky aferrarse a la literatura. Sabía que debía compartir con alguien sus secretos y reflexiones, pero no confiaba en nadie a su alrededor. Consiguió un cuaderno dorado que siempre estaría con ella y no la dejaría como hacía su familia. Empezó a escribir cuatro horas al día, se refugiaba en su estudio, donde cada frase le había devuelto las ganas de vivir. Fue así como ideó su manera de escribir, descubrió sus pausas y propio ritmo al crear y al mismo tiempo contar la vida de cada personaje. La escritura le regalaría la mejor arma de todas, tener la posibilidad de vengarse de los suyos por medio del papel. Asesinar o darle vida a un personaje y plasmarlo en aquellas hojas. Eran solo suyos esos momentos y los disfrutó más que nadie.

Lo invitamos a leer el especial Goethe, sus tribulaciones y su obra (IV)

Es justo el afán por vivirlo todo de lo que nos habla la escritora Irène Nemirovsky en su libro  Los Fuegos de Otoño. Desde el primer momento el lector sentirá que combate en la guerra. Cada uno de los personajes posee una profundidad psicológica que llevan a una reflexión constante. “Pero en la oscuridad, en el momento de dormir, a veces ya no se tienen fuerzas para mentir”. Aquí no solo se disparan armas, también se disparan frases que producen hendiduras por cada parte de nuestro cuerpo.

Read more!

La historia comienza en 1912 en Francia. La autora nos presenta a Bernard Jacquelain y Thérèse Brun, dos jóvenes que se conocen desde la infancia. La amistad de las dos familias hace que la vida se encargue de mantenerlos unidos, pues su carácter y la manera como ven el mundo son completamente distintas. En estas páginas conoceremos a Thérèse como una mujer triste y solitaria, a quien le hizo falta conocer a su madre, pues murió muy joven. Vive con su padre Adolph Brun, su abuela la señora Pain y su primo Martial Brun, quien estudia medicina y sueña con convertirse en un gran otorrinolaringólogo. Mientras las mujeres de aquella época se regocijan en sus nuevas experiencias amorosas. La joven se ocupa de sus quehaceres; su profesión como enfermera la hace creer y luchar por la humanidad puesto que desde pequeña se grabó las enseñanzas de su padre. Nunca le pondría precio a su honestidad.

Para este tiempo Francia tarde o temprano se enfrentaría a la guerra. Fue así como el 14 de Julio de 1914 Martial Brun le declaró su amor y al mismo tiempo le propuso matrimonio a su prima. Aunque era un hombre introvertido, un poco torpe y nada apuesto, desde que era tan solo una niña sabía que tarde que temprano se casaría con él. Su sensibilidad hacia los otros y su valentía al enfrentarse al mundo hacía que su amor creciera por su primo. No obstante, él había tomado una decisión. Iría a la guerra pues ya había recibido su título como médico, pero primero se casaría con la mujer a quien tanto amaba. Le obsesionaba la idea de servirle a su país, haría lo imposible por sanar a los soldados heridos en la guerra. Su matrimonio solo duró tres meses ya que un obús 15 estalló y  de inmediato  le quitó  la vida a Martial.

Por su parte, Bernard decide ir a la guerra durante cuatro años. Allí observa el río lleno de cadáveres. Evidencia cómo muchos de sus compañeros murieron a causa de las balas y de los obuses. El sexto ejército francés había sido combatido desde el norte de Aisne hasta el macizo montañoso de Reims por el séptimo ejército alemán. Bernard tenía el hombro desgarrado y una esquirla de obús en la mejilla. Pero más que encontrarse débil y herido sentía que estos cuatro años de guerra no le había aportado nada a su vida.

Le sugerimos leer la entrevista con Héctor Abad Faciolince: “El olvido es el gran fabulador”

”Nunca antes había sentido algo así. Durante los primeros años de la guerra, había sido sobrio, serio; había tenido arrebatos de alegría juvenil, pero se había mantenido firme en su heroica voluntad de sobrevivir y vencer. ¿Quizá había confiado demasiado en sus fuerzas? Físicamente, era robusto, resistente al dolor y la fatiga, un hombre, al fin y al cabo, ancho de espaldas, erguido, despierto, alerta. Moralmente, había recibido una herida que ya nadie podría curar, una herida que crecía cada día; una especie de lasitud, de rotura, una falta de fe, cansancio y una furiosa ansia de vivir”.

No ad for you

Termina la Primera Guerra Mundial, y después de la muerte de millones de soldados franceses el país se concentra en recuperar lo poco que le queda y es ahí cuando los habitantes de París se sumergen en los lujos, el poder y la ambición. De hecho, desde su regreso Bernard Jacquelain no piensa en otra cosa más que ganar dinero fácilmente. Ser testigo de tanta injusticia lo había devastado. Durante los cuatro años sintió mucho odio por la muerte, noches enteras sin dormir lo llevaron a pensar que no podía vivir para complacer a su familia y amigos. Esta vez su ambición sería mucho más grande.  De esta manera, se concentra en hacer parte de los negocios turbios, dejando de lado el amor y compasión por los otros.

Bernard decide ser amante de una mujer casada y con mucho poder. Luego de sufrir por ella y de tener mucho dinero. Decide abandonarlo todo y refugiarse en Thérèse. Así es como forman una familia llena de incertidumbres, miedos y engaños. “Debería de haber cerrado los ojos, callarse y esperar” Es demasiado joven. No sabe que el tiempo lo cura todo, lo borra todo. No sabe que su Bernard cambiará, y ella también. Si llegan a viejos, cambiarán de cuerpo de alma dos, tres veces, puede que más. Correr, afanarse por el tiempo por lo que se ha logrado y por lo que no, es el tema central para la autora ucraniana. Retratar el amor, los miedos y la insensibilidad de cada personaje hace de Némirovsky una maestra de la literatura. Abordar los cambios de una sociedad que después de tanto tiempo sigue vigente hace que su obra no quede en el olvido.En ocasiones caminamos por la vida y mientras lo hacemos queremos entender y saberlo todo, no importa si no nos fijamos en los cambios que trae consigo el aire, no importa si olvidamos el sonido de los árboles. Porque cuando somos jóvenes queremos responder a todas las preguntas que surjan con los días. Entonces volvemos al sonido del reloj y mientras más escuchamos su sonido más nos apresuramos a vivirlo todo. Estas páginas son una invitación a renunciar a la prisa y acobijarnos con más calma.  Este libro nos invita a renunciar a la prontitud de las cosas. “Son los fuegos de otoño. Purifican la tierra; la preparan para las nuevas semillas. Vosotros aún sois jóvenes. Esos grandes fuegos aún no han ardido en nuestras vidas. Pero se encenderán. Y devorarán muchas cosas”.

No ad for you

Por Elena Chafyrtth / @Chafyrtths

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.