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El ‘señorito’ del piano flamenco

Este viejo conocido del público colombiano tendrá la misión de abrir la temporada de conciertos del Festival de Jazz del Teatro Libre.

Juan Carlos Piedrahíta B.

22 de agosto de 2008 - 07:12 p. m.
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La tercera es la vencida. Sin embargo, Chano Domínguez conquistó desde la primera vez que pisó terreno colombiano. Y lo hizo con suficiencia, con talento, pero sobre todo con humildad.

Después repitió aplausos y ovaciones con la cantante Martirio. Ahora, como los más grandes de su país, quiere salir por la puerta grande... pero para volver a entrar cuantas veces quiera.

Antes de usted el único referente del piano flamenco era Arturo Pavón. ¿Qué tanta es la influencia de él en su obra?

Arturo Pavón fue de los primeros pianista que yo vi. Sin embargo, hay otro, tal vez no tan reconocido, que ha hecho un aporte valioso también y que logró una perfecta comunión entre el piano y el lenguaje del flamenco. Se llama José Romero, murió hace un par de años. Para mí, la influencia del flamenco viene más por el cante y la guitarra.

¿Qué tan consolidada siente la escena del jazz flamenco?

A mediados de los años 70 empezamos a fusionar el rock con el flamenco y hasta estos días figura un personaje como Paco de Lucía, quien involucró el bajo eléctrico, el cajón y la flauta. El género ha evolucionado y ahora hay músicos interesados por esta manera de comulgar el lenguaje jazzístico con el flamenco.

¿Cuál es el estilo flamenco que le ha parecido más difícil de llevar al lenguaje del piano?

El flamenco requiere de una precisión rítmica muy fuerte, al igual que las bulerías y algunas falsetas que suelen ser las más enrevesadas del estilo. Para mí, el acompañar un buen cante por seguidilla me ha parecido una tarea compleja, porque la estructura es difícil de adaptar al piano.


Los puristas se niegan a reconocer que existe el Nuevo Flamenco y dicen que es un fenómeno comercial… ¿qué opina usted al respecto?

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Para mí solamente existen la buena y la mala música. No hay estilos ni mejores ni peores y todo depende del respeto con el que se hagan. Al flamenco le han pasado cosas muy buenas, pero también se han herido raíces con esa creencia de que cualquiera puede hacer una rumbita y a eso se le llama flamenco.

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Jóvenes exponentes como Diego Amador, Pedro Ricardo Miño y Sergio Monroy son sus sucesores. ¿Usted se considera el padre musical de ellos?

Yo hago mi música de la manera en que me siento feliz y trato de mejorar cada día, buscando una forma de comunicar que me provoque situaciones musicales diferentes. Es genial que haya un montón de chavales metidos en el piano flamenco.

Si tuviera que escoger un solo disco de flamenco… ¿cuál sería?

Sólo quiero caminar, de Paco de Lucía, porque es un disco que describe muy bien el flamenco. Él supo utilizar elementos que nunca se habían usado en este estilo. Ese disco crea, sin duda, un antes y un después en España.

¿Le gusta hacer mitología sobre su instrumento?

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Para mí el piano es un señorito muy fino y arreglado que está siempre en el mejor cuarto de la casa esperando a que uno asista a por él. Es una relación amor/odio, pero lo necesito para poner en orden todas las ideas musicales.

¿Ya tiene definido el repertorio para su presentación en Bogotá?

Eso va a depender de nuestro estado de ánimo en un 50 por ciento y en la otra mitad tendremos una formación muy flamenca. Estaré con el cantaor Blas Córdoba, el bailaor Tomasito y el percusionista Israel Suárez ‘El Piraña’. Tocaremos bulerías, soleás, composiciones para piano clásico español, al igual que estándares de Thelonious Monk a nuestro estilo gitano.

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Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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