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Kleber Mendonça Filho: “El cine sin políticas públicas se reduce a fórmulas vacías”

El cineasta brasileño recibió el Abrazo de Honor y presentó una película que entrelaza memoria, deseo y política en el Brasil de los años 70.

David Sánchez- Biarritz (Francia)

23 de septiembre de 2025 - 02:02 p. m.
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El Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz, que se inauguró el 20 de septiembre y culminará el 26 del mismo mes, abrió su 34ª edición con una de las voces más singulares del cine brasileño: Kleber Mendonça Filho.

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El director de “El agente secreto” no solo inauguró el certamen, también recibió el Abrazo de Honor en reconocimiento a una trayectoria que lo ha consolidado como referente del cine contemporáneo.

Tras ser elegida candidata por Brasil para los Óscar y arrasar en Cannes con su último filme —donde obtuvo cuatro galardones—, Mendonça llegó a la costa vascofrancesa para hablar de memoria, política, deseo y las contradicciones de Brasil.

La película, una ambiciosa producción de época con un presupuesto de cinco millones de euros, nació en un contexto insólito: la pandemia y los últimos meses del gobierno de Jair Bolsonaro. “Yo estaba en Recife y después pasé un año en Francia. Encontré refugio en el cine Utopia, en Burdeos. Escribía todas las mañanas mientras llegaban niños para ver películas escolares. A veces no salía nada, pero conservo los mejores recuerdos de ese tiempo”, cuenta.

Un Brasil reconstruido plano a plano

“El agente secreto” transcurre en los años 70, un periodo marcado por la represión militar, pero también por la efervescencia cultural. Para Mendonça, recrear esa atmósfera fue un desafío meticuloso: “Hacer cine de época es como un juego. Hay que mirar cada muro, cada mesa, cada alfombra y decidir si sirven o no. Abrir el plano para mostrar la ciudad exigía un trabajo obsesivo con los detalles. Me encantó la experiencia y quiero repetirla”.

El filme incorpora elementos de la mitología urbana de Recife, como la célebre “perna cabeluda” o pierna peluda, inventada por periodistas para sortear la censura militar. “Era una manera de hablar de represión a través de una leyenda. De niño escuché esas historias y siempre quise utilizarlas en el cine. Aquí lo hice en forma de stop motion, como un momento de imaginación contra el autoritarismo”.

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Entre la sexualidad y lo político

La película no rehúye la sexualidad en espacios públicos, un tema que en Brasil todavía despierta incomodidad. “Para mí el sexo no es sensacionalismo. Forma parte de la vida. Si aparece en el cine, es porque también lo vemos en la calle. Me interesa mostrarlo con naturalidad, sin consecuencias moralistas”, explica. Una de las secuencias clave transcurre en un parque, escenario de encuentros homosexuales durante los años 70, y evoca esa tensión entre represión y libertad.

El misterio del cine

A pesar de los premios acumulados, Mendonça asegura que cada proyecto se mueve en la incertidumbre. “Todo es un misterio: si el guion tendrá sentido, si alguien querrá financiarlo, si lograremos filmarlo, si el montaje funcionará, si un festival lo aceptará. Yo solo hago lo mejor que puedo y espero. No trabajo con certezas porque no existen”.

Políticas públicas, motor del cine brasileño

El director insiste en un tema central: la importancia de las políticas culturales. “Yo soy fruto de ellas. Mi primer cortometraje en 2010 ganó un premio con cuotas destinadas al Nordeste. Eso no pasaba antes. Hoy muchas mujeres y hombres hacemos cine gracias a esa diversidad geográfica, racial y social que solo es posible con apoyo público”.

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“El agente secreto” fue financiado con recursos brasileños, franceses, alemanes y holandeses, todos provenientes de fondos estatales. “Si el cine queda solo en manos del mercado, lo único que busca son fórmulas de éxito. Y las fórmulas, francamente, no existen. El cine necesita riesgo, diversidad y políticas que lo sostengan”.

Biarritz como plataforma

Con su Abrazo de Honor en las manos, Mendonça reconoce la carga simbólica de abrir el festival: “El cine latinoamericano necesita espacios como Biarritz, que permiten mostrar películas que de otro modo quedarían relegadas. Me emociona estar aquí porque esta ciudad también formó parte del proceso creativo de ‘El agente secreto’”.

El cineasta pernambucano, que ha retratado como pocos la relación entre memoria y espacio urbano en títulos como “Aquarius” o “Bacurau”, reafirma así su lugar como una de las voces más críticas y poéticas de América Latina

Por David Sánchez- Biarritz (Francia)

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