“Lo he releído siete veces y tiene 624 páginas”. “Lo cargamos siempre en la maleta y así cuando no tenemos nada que hacer en Transmilenio, en lugar de sacar el iPod sacamos nuestro libro, Crepúsculo”. “Mis compañeras de la ruta no hacían sino hablar de los libros de Stephenie Meyer y yo me rehusaba a leerlos por ser sobre vampiros, pero me empecé a ver relegada de la conversación, así que un día compré el libro y mi mamá apareció furiosa a las dos de la mañana en mi habitación diciéndome: ‘¿Y tú qué haces leyendo a estas horas, mañana hay colegio?’ ”. “El libro cambió mi vida, ya no quiero príncipes azules, sueño con vampiros caballerosos como Edward”.
Éstas son sólo algunas de las confesiones de las jovencitas que hacen parte de dos de los seis grupos de fans que se han creado en Colombia alrededor del fenómeno literario Crepúsculo, publicado por Alfagura y que el próximo 8 de octubre lanzará Amanecer, el cuarto libro de la saga.
Por estos días,en más de dos millones de mochilas de Estados Unidos, en mucho más de 600.000 maletines escolares de España y otros tantos miles de morrales de jóvenes colombianos se cuelan tres pesadísimos libros de 512, 576 y 624 páginas de una autora norteamericana que, según lo declaró la revista Time, es la heredera de la hoy millonaria J. K. Rowlling.
Esta vez no es un mago, sino un guapo vampiro. Esta vez no es en Londres, sino en Washington. Y esta vez la autora no es una mujer que pasó sus días de normalidad detrás de una máquina de escribir, sino una madre de tres hijos que motivada por un sueño escribió la historia del apasionado amor entre una niña normal, con pocas ganas de llamar la atención, llamada Bella Swan y un vampiro bautizado Edward Cullen.
A simple vista todo parece la repetición de una fórmula, lo que los expertos en letras llamarían un nuevo ejemplar de esa “literatura a la medida” que sabe más de marketing que de invención.
Pero no importa cuánta coincidencia haya, la fórmula de nuevo resulta exitosa. Ventas en las librerías insospechadas, la cesión de los derechos para hacer una película que se estrenará el fin de semana más apetecido por la industria cinematográfica norteamericana, —el 21 de noviembre, día de acción de gracias—, pero sobre todo, un culto por parte de las nuevas generaciones a través de 350 sitios de internet que hace que una amplia comunidad mundial comulgue por estos días con hombres lobos y vampiros.
¿Literatura o basura?
“¿Crees en los vampiros? Piénsalo bien, qué te dice tú lado oscuro, ese irracional que está en tu psique”, pregunta el profesor de la Universidad de los Andes y experto en literatura fantástica Martín Vidart, quien cree que fenómenos literarios como Harry Potter o Crepúsculo están destinados al éxito por ser una especie de remakes de mitos viejos que siempre han inquietado al hombre.
“Lo interesante de estos libros es que son lecturas iniciáticas, son historias que tienen la potencia de lograr que los jóvenes hagan luego transiciones al mundo literario de los clásicos, por qué no pasar de Crepúsculo a Berenice de Edgar Allan Poe, Carmilla de Joseph Sheridan Le Fanu, o 62 Modelo para armar de Cortázar”, objeta Vidart.
Hasta hace algunos años, pensar que un libro produjera tanta movilidad y pasión entre jovencitos de 15 y 22 años parecía una utopía inalcanzable, sobre todo por los siempre recalentados institutos que intentan generar cultura de lectura entre estas generaciones.
Aunque los libros de literatura fantástica, convertidos en best sellers y con insospechados éxitos entre la juventud, encuentran sus antecedentes en viejas sagas como las de Tolkien o la de C.S. Lewis con las Crónicas de Narnia, lo que pareció fundar J.K. Rowlling con las historia de Harry Potter, el maguito huérfano, tímido y miope, fue una nueva forma de lectura, quizás una más cercana a los jóvenes siempre condenados por ser reacios a ocupar su tiempo pasando papel.
“Es una lectura que pasa indistintamente del objeto libro, a los sitios de internet, una lectura que propicia la creación de redes, de club de fans, que genera la ruptura del aislamiento tradicional del lector”, explica Eduardo Gutiérrez, catedrático de la Universidad Javeriana y un fiel participante de los congresos de Fundalectura.
Para Gutiérrez los sentimientos reacios que generan este tipo de fenómenos literarios entre los más canónicos se debe a que se sigue definiendo la lectura a partir de la industria editorial, sin percatarse de que ya no se reduce a eso. “Aparte de ser fenómenos comerciales, lo que tiene de potentes estos libros es que desbordan el fenómeno tradicional de lectura y generan movimiento, redes y conversaciones entre los menores”.
Los apasionados testimonios de las fans, —porque en el caso de Crepúsculo son prioritariamente mujeres— parecen corroborar las sospechas de los teóricos.
“Un día en la biblioteca de la universidad estaba buscando referencias sobre la arquitectura gótica y sobre Vlad Teppes y me topé con una página en internet que hablaba de Crepúsculo. Me intrigó mucho”, cuenta Tatiana Rendón, de 22 años, creadora
del primer blog en Colombia sobre este libro. “En realidad, este gusto por las historias de Stephenie Meyer es el resultado de un sorprendente voz a voz en los colegios y las universidades”, confiesa por su parte Daniela López, quien a minutos de encontrar el portal creado por Tatiana se comprometió a actualizar la página día a día.
Los comentarios no se hicieron esperar, llegaron correos electrónicos de Chile, México, Argentina y Nueva York. Estas dos lectoras habían abierto la puerta de un fenómeno que ya sacudía corazones en todo el mundo. Luego vinieron los grupos de Facebook, nuevos clubes de fans en Bogotá, Cartagena, Ibagué —como Twilights United, Crepúsculo Colombia Cullen, La Tua— y finalmente empezaron las causas comunes: “Fuimos recogiendo firmas por todos los colegios del país para pedirle a Cine Colombia que trajera la película, que no estaba en la agenda”, cuenta Gia, presidenta de Twilights United.
La expectativa frente al próximo lanzamiento se deja sentir en las confesiones que hace cada una de las participantes de los clubes, al punto que muchas han leído ya Sueño de una noche de verano, una vez que Meyer anticipó que Amanecer retoma muchos elementos de la historia. “En realidad cada libro de la saga está inspirado en un clásico: Crespúsculo se inspira en Orgullos y prejuicio, de Jane Austen; Luna nueva, en Romeo y Julieta, y Eclipse en Cumbres borrascosas, de Emily Bronte”, comenta Íngrid Cañón con una experticia que no anticipa su corta edad.
Con una trama que muta entre sensualidad, tragedia, amor y lucha, el libro ha conquistado incluso a los públicos más difíciles, como los estudiantes de diferentes comunidades indígenas de Carurú, Vaupés, que tiene a su cargo la profesora de español Divishleyt Verthe.
Cansada de buscar formas para atraer a los niños a leer literatura en español, quiso intentar con el que según “la internet” era el boom de la literatura juvenil del momento. “Conseguí un ejemplar y empecé a leerlo en clase y tuvo un efecto arrollador”, confiesa la maestra. Ante el deseo de todos los estudiantes de continuar con la lectura de Crepúsculo, Divishleyt convenció al rector para pedirle unos cuantos ejemplares a la editorial Alfaguara, ejemplares que después de unos días llegaron.
“En estas tierras todo es fantástico, aquí todo se explica a través de los mitos y de los personajes irreales, así que increíblemente esta novela les resultó casi natural a mis alumnos”, comenta la maestra.
Seguramente Stephenie Meyer nunca imaginó ganar tanto dinero con la historia que decidió escribirles a sus hijos, seguramente nunca tuvo la pretensión de cambiarles la vida a los millones de jóvenes de todo el mundo que le profesan devoción al vampiro de su creación y mucho menos siquiera soñó aterrizar en las recónditas veredas de Colombia para entretener en una lengua foránea a un pueblo indígena.
Así que, ¿una fórmula comercial?, ¿una obra célebre? Que sea el tiempo y la historia los que resuelvan el dilema.