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“Empecé escribiendo un libro sobre Esther Forero y terminé escribiendo un libro sobre muchas otras mujeres”: Daniella Cura

La investigadora musical feminista Daniella Cura publicó a finales del año pasado el libro Esther Forero, la caminadora: La resistencia de una mujer en la música colombiana, un amplio ensayo crítico con un importante componente biográfico sobre la vida y obra de la compositora, cantante, folclorista, realizadora radial y publicista barranquillera.

Carlos de la Hoz Albor*
16 de junio de 2020 - 06:55 p. m.
Daniella Cura decidió escribir sobre el legado musical de Esther Forero más allá de la historia oficial
Daniella Cura decidió escribir sobre el legado musical de Esther Forero más allá de la historia oficial
Foto: Archivo Particular
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El apelativo que acompaña el nombre del personaje en torno al que giran estas páginas es tomado de una canción suya grabada en los estudios de Seeco, en Nueva York, entre julio de 1952 y junio de 1953: Yo no sé por qué dirá la gente que soy una mujer caminadora. /Será porque vivo tan solita y triste caminando y contando las horas. Y el subtítulo viene del hecho de que Forero fuera prácticamente la única mujer de una generación de autores que hicieron que la mirada del melómano y del bailador colombiano se dirigiera hacia la costa Caribe: Lucho Bermúdez, Pacho Galán, José Barros, Rafael Campo Miranda, Antonio María Peñaloza, Luis Carlos Meyer, entre otros.

Si nos propusiéramos hacer una especie de viaje a la semilla del libro encontraríamos la investigación académica Esther Forero, de caminante pionera a novia domesticada: la resistencia de una mujer en el canon de la música tropical colombiana, que le otorgó a Cura el título de profesional en Artes Liberales en Ciencias Sociales de la Universidad del Rosario y recibió mención meritoria; la clase Música, mujeres y género que dictaba la musicóloga Alejandra Quintana Martínez, a la que se inscribió en 2010 y que hacía parte del programa Estudios Musicales y al énfasis de Composición de la Pontificia Universidad Javeriana; y en principio, el hecho de ser mujer, música y nacer en Barranquilla.

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Con respecto a esto último, Cura cuenta que a los ocho años sentada al piano y después de haber dicho que cuando grande quería ser compositora, los que la rodeaban exclamaron al unísono: “¡Como Esthercita Forero!”. Fue así como muy temprano supo de la que sería su referente y le haría decir en su libro: “al seguir sus pasos de caminadora, me encuentro trazando mi propio camino”.

¿Así de grande es el significado de Esther Forero Celis en su vida de investigadora musical?

Sí, yo digo en el libro que Esther Forero tiene un impacto enorme en mí al ser yo mujer, música y feminista. Y cuando digo esa frase que usted cita ahí, no sólo digo que estoy trazando mi propio camino sino el de muchas otras mujeres. Por eso es que empecé escribiendo un libro sobre Esther Forero y terminé escribiendo un libro sobre muchas otras mujeres, porque la historia de una siempre es la historia de muchas o de todas, y esa es una lección que siempre nos ha dejado el feminismo: que las experiencias de las mujeres nunca son casos aislados. Entonces sí, la historia de ella también es la historia mía al haber sido criada en Barranquilla y al haber tenido que soportar la cantidad absurda de señalamientos en una sociedad tan increíblemente misógina e irrespetuosa con las mujeres, como lo es Barranquilla y el Caribe colombiano. Entonces sí, también ella es un impacto grande en mi vida al haber sido la única mujer en una generación muy importante de compositores.

Primera intuición: Esther Forero

En Música, Mujeres y género, esa clase electiva iluminadora del primer semestre de 2010 con la musicóloga Alejandra Quintana, Cura se familiarizó con la literatura de musicología feminista, que aún sigue siendo muy escasa en el país. Nombres como Susan McCleary, Marcia Citron, Laura Viñuela y Lucy Green, los cuales sigue estudiando más de diez años después, se conectaron con lo que ella llama su “primera intuición”: Esther Forero.

¿En qué momento de su vida se encuentra la musicología, el feminismo y la compositora Esther Forero Celis como para decidir o impulsarla a escribir sobre ella?

Mi primera intuición fue juntar estos estudios con la vida y la obra de ella porque siempre la información fue muy escasa. Cuando uno iba a investigar la perfilaban de una manera tan parcializada y tan injusta, diciendo que es la señora de las tres canciones del Carnaval de Barranquilla, y yo, y obviamente cualquier persona, pude intuir que por el solo hecho de haber sido una de las primeras mujeres colombianas en grabar tenía que haber una historia un poco más interesante de la que estaban contando. Yo le pedí a mi padrino Ernesto McCausland que me ayudara a gestionar una entrevista con ella, pero él siempre vivía muy ocupado y se demoraba para todo. Yo tampoco vivía en Barranquilla en ese momento. Ella murió un año después y nunca se dio ese encuentro, pero a mí me quedó esa intuición. Ya cuando hice mi proyecto de grado sobre musicología feminista, disciplina en la que me he mantenido, lo hice sobre Esther Forero. Ese proyecto de grado terminó entonces en este libro. Fueron muchos años estructurando la idea, relacionándola con esta disciplina, porque lo que hace este estudio es que toma algo que se ha entendido como el símbolo más local del mundo, que es Esther Forero, que aparentemente la tratan como si fuera algo que sólo es de los barranquilleros y sólo lo entienden los barranquilleros, y yo lo relaciono con algo que es mucho más global: la musicología feminista, el feminismo y la crítica musical feminista.

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Además del recorrido por el periplo vital y creativo de La caminadora, en el libro se intercalan una serie de capítulos sobre dichas disciplinas. Enmarcadas las páginas con un contorno gris y ordenadas por letras, gracias a ellos el lector lego se acerca a los conceptos generales, el canon y la ansiedad de la autoría; género, sexualidad y estrategias discursivas de las mujeres músicas; una puerta a la disciplina desde Iberoamérica y una nueva mirada a la luz del feminismo.

¿En qué momento del trabajo de campo o de la escritura del libro se le ocurrió la idea de insertar en el libro esas “herramientas conceptuales” o “lecturas imprescindibles” sobre la disciplina de música y género? ¿Debe verse ello como un rasgo estilístico de su escritura o fue una decisión coyuntural ante lo abundante del material que tenía?

Esta pregunta es interesante porque a mí nunca se me ocurrió poner aparte esos capítulos de la literatura, la música, el género. Yo tengo una manera de escribir muy académica. Jamás he escrito narrativa. De hecho, no leo narrativa hace mucho tiempo y siempre abordo la investigación desde una perspectiva académica, porque eso es lo único que hasta ahora, en mi no muy larga vida, he conocido. Recuerde que, como le acabo de contar, esta investigación parte de un proyecto de grado, parte de un paper, parte de un artículo académico. Yo tenía todas estas fuentes en un capítulo 2 que iba después de la introducción, que era como un marco teórico, como una revisión de la literatura, pensado y escrito de manera académica. Estructurar el libro de esa manera fue una idea de mi editor. Tener un capítulo 2 en donde le zampas al lector un bloque teórico con todas estas lecturas puede resultar muy denso. Y así es. Entonces decidimos, después de mucho hablarlo, después de mucho pelearlo, hacer estos capítulos narrados de otra manera, escritos de otra manera, enfocados de otra manera, en donde sean estas lecturas imprescindibles de la disciplina de música y género para que también la gente se familiarice un poco con esa bibliografía en la mano, se divierta con ella y sea una manera más amigable de que la gente aborde esta disciplina. Pero eso fue idea de mi editor y un reto que para mí fue grandísimo. Incluir temas muy académicos en una escritura que no fuera académica fue muy difícil para mí porque yo nunca he sabido escribir de otra manera, porque nunca me he desempeñado en nada más. Entonces sí, eso no es un rasgo estilístico en mi escritura, es de hecho todo lo contrario. Pero he ido aprendiendo y eso fue un muy buen primer ejercicio, y ahora puedo abordarlo de esa manera. Eso no es para nada estilístico en mi escritura y fue un tema más editorial, más de edición, porque Ángel (se refiere a Ángel Unfried, director de Artimaña Editorial, el sello bajo el que se publicó el libro) fue una persona que me empujó y me retó muchísimo.

Pegadita de las mujeres

Cura sabe que la disciplina de música y género, y el rescate de la memoria de las mujeres en la música está aún en una etapa muy inicial y por ello todo, actividades y proyectos, está por hacerse. Declara, entonces, que ella desea investigar más, ver más mujeres investigando, más mujeres abordando el repertorio musical de otras mujeres, que se grabe más música compuesta por mujeres y, sobre todo, ver a Esther Forero más allá de Barranquilla y más allá de cómo se le ve en esta ciudad. Con respecto a esto último, manifiesta con vehemencia: “yo no puedo responder por Barranquilla, porque no vivo ahí desde hace 11 años, pero siento que el país debería hacer con la memoria musical de Esther Forero lo que no hizo Barranquilla y lo que creo que Barranquilla tal vez ni siquiera vaya a hacer. Yo solo estoy mostrando con el libro que acá hay un repertorio musical mucho más rico y una historia mucho más interesante que la que le han contado, que es la que ha contado el establecimiento y la hegemonía de una ciudad como Barranquilla, en donde todo el pensamiento tiene que ser unificado, unívoco, en donde la diferencia es discriminada, en donde la inteligencia es despreciada. Hay mucho más allá. De ahí entonces, como le digo, yo esperaría que el resto del país aprovechara esta figura de la manera como Barranquilla no lo ha hecho”.

¿Tiene proyectos de otras investigaciones y otros libros sobre otras mujeres artistas de nuestro país que menciona en el libro como, por ejemplo, Lucy González, Matilde Díaz, u otras que no menciona como Leonor González Mina, Rita Fernández Padilla?

Dentro de todas las actividades que yo haga como gestora cultural estará, primará siempre, la inclusión y el rescate de la memoria de las mujeres en la música. Pero planeo escribir un artículo un poco más largo sobre un tema que llegué a mencionar en el libro: el rescate de la figura del repertorio de Leticia Estrada, la cantante que tal vez usted pueda recordar por el tema Burbujas, con la orquesta de Alex Tovar. Leticia Estrada es argentina y ella grabó tres elepés de música tropical aquí en Colombia. Y a principios de los 60, y gracias a esta investigación en donde yo encontré dos canciones muy poco conocidas de Esther Forero, en uno de los elepés que grabó Leticia Estrada con el sello Zeida en Medellín, fue que pude después de investigar por más de año y medio por su paso por este país. Descubrí que Leticia Estrada estaba viva, está viva y está perfecta, espectacular. Vive en Buenos Aires y quedé en hablar con ella. Entonces sí, quiero hacer un texto de más largo aliento abordando más de lo que hay en el libro sobre Leticia Estrada, pero eso me implicaría viajar a Buenos Aires y ahora mismo eso está, desafortunadamente, muy difícil. Recientemente, en una conferencia por Zoom que dictó mi profesora Alejandra Quintana, me enteré de la obra musical de Leonor Buenaventura, a quien casualmente también le decían La novia de Ibagué. El patriarcado es tan aburrido que se repite: ponen los mismos estereotipos despectivos y los hacen pasar como folklore y como halago. Leonor Buenaventura también me está interesando muchísimo porque ciertas cosas de su música también las asocio con la obra de Violeta Parra, que trato en un capítulo de mi libro. Por ahora estamos así.

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No Esthercita, sino Esther

Es evidente que en su libro Cura no le interesa regodearse en la faceta más conocida de esa versátil mujer que, tras su regreso a Barranquilla en 1960, fue “rebautizada y domesticada” y “convertida en estatua”. Quiere, en cambio, reivindicar a la folclorista perspicaz que se paseó por el Caribe para conocer de labios de sus creadores el folklore y las tradiciones musicales; la que conquistó con su música a Venezuela, Panamá, Puerto Rico, Cuba, Nueva York y en esos países tuvo como aliados musicales a músicos de la talla de Rafael Hernández, René Touzet y Mario Bauzá; aquella de cuya vida se presta para establecer un contrapunto con otra artista latinoamericana tan grande como Violeta Parra; la que fue amiga del poeta Jaime Jaramillo Escobar, X-504, quien le dedicó un poema (Su voz alternando con los mejores cantantes de la época, /sus canciones convertidas en himnos populares /Deja en América un rastro de esa alegría tropical); la que con su pareja de entonces, el poeta Jorge Artel, sin querer desafió la dictadura y la oficialidad que Rafael Leonidas Trujillo había impuesto en República Dominicana y compuso para ese país una canción que terminó remplazando al himno oficial, convirtiéndose en una bandera revolucionaria.

De ahí que en los primeros párrafos de su trabajo haga de inmediato esta desenfadada declaración que parece un aviso de advertencia: “aquí no vamos a hablar de Esthercita Forero, ‘la novia de Barranquilla’, sino sobre Esther Forero, una mujer que fue pionera y revolucionaria”.

Al respecto, Cura hace una más amplia reflexión: “yo lo que digo es que viéndolo a la luz de hoy y del feminismo eso es inaceptable. Entender a una mujer en función de. Yo que crecí en Barranquilla también he visto como a las mujeres, desafortunadamente no las entienden como un fin en sí mismas y no las entienden según su obra musical, según lo que ellas mismas hacen, sino que las entienden según un hombre. Así como a Marvel Moreno, que era una escritora maravillosa, le entendían como la esposa de Plinio o como le acabo de mencionar, Leonor Buenaventura, la novia de Ibagué. Entonces eso fue una manera para invisibilizar la historia de las mujeres, para banalizar la figura de las mujeres. Y eso es algo que a la luz de hoy me parece que está absolutamente mandado a recoger y es muy equivocado. Y es muy violento también, porque es como si usted dijera que las mujeres no valemos y que necesitamos como un acudiente, como si fuéramos mascotas o, yo no sé, que no valemos por nosotras mismas. En el libro también explico que eso no es ajeno a la misma teoría musical, el patriarcado es exactamente el mismo. Y sí, claro que el libro es una reivindicación del personaje, es decir, que este personaje tiene muchísimo más de lo que le han contado. Porque cuando usted conoce la obra musical de Esther Forero en su totalidad, es absurdo que a ella la reduzcan a un símbolo de una sola ciudad, a un símbolo de una sola tradición. Cuando ella recorrió tantos países y tuvo un impacto en la cultura de ellos; y eso no pasó con los hombres que fueron contemporáneos a ella en su misma generación y en su mismo oficio. Eso es misoginia, eso es pura misoginia. La única explicación, entonces, es que a mí me parece que este apodo de entender a una mujer en función de es absolutamente terrible. Y ahí es donde empieza la violencia muchas veces”.

Canciones rescatadas

El bonus track del libro son 14 códigos QR que al ser escaneados con un teléfono celular llevan a una masterización que la misma autora hizo junto a su amigo Einar Escaf. Fue una restauración sonora de canciones rescatadas de elepés que ella ha encontrado en sus búsquedas, pues insiste que la obra musical de las mujeres, incluyendo Esther Forero, está completamente invisibilizada.

— La memoria musical de las mujeres es un tema tan marginal, que ni siquiera teníamos las licencias correspondientes para poder prensarlo en un cd. Entonces por eso lo hicimos como lo hicimos, porque si es legal para fines de consulta y no para fines de prensaje. Hay un problema con ciertos fonogramas, con 4 de los 14 fonogramas que yo incluyo ahí, que es que no se sabe quién es verdaderamente el dueño porque el derecho de autor en Colombia, y en muchas partes de Latinoamérica, prácticamente no ha terminado de ser inventado. Y hasta ahí es donde llega la marginalidad que el patriarcado ha puesto en la obra musical de las mujeres: que ni siquiera los derechos de autor están en orden. Esta fue la única manera legal, y para hacerlo en digital también. Ahí los tiene perfectamente disponibles. Para mí fue muy divertido hacer un disco en papel que está impreso en las páginas del libro y lo escanean con el teléfono y le salen.

* Educador y escritor. Obras: Una mosca que no deja dormir (Letra por letra, 2006), Cuaderno de apuntes (Letra por letra, 2014). En la actualidad se desempeña como Coordinador de Básica Primaria de la I. E. D. La Luz.

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Por Carlos de la Hoz Albor*

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