“Colombia es uno de los lugares más emocionantes para el arte y la arquitectura del siglo XXI. Estoy muy impresionado”, sostuvo Hans Ulrich Obrist, uno de los más reconocidos curadores de arte contemporáneo que trabaja como director de proyectos internacionales y como codirector de exposiciones en la Serpentine Gallery de Londres, quien estuvo recientemente en el país invitado por Colombia es Pasión. Según Obrist, lo que más le sorprendió de su visita al país fue la polifonía de voces, la complejidad en el lenguaje del arte, la calidad de las obras, la intensidad de las conversaciones y la concentración en la memoria.
Sus comentarios han tenido réplicas, y tiempo después, por decisión propia, Klaus Biesenbach, el curador del MoMA de Nueva York, hizo una escala en Bogotá para vislumbrar un pedacito del arte nacional. Estos son sólo algunos de los personajes importantes de la escena artística internacional que se han acercado al paisaje del arte colombiano, lo que demuestra que el quehacer de nuestros artistas les ha llamado la atención y de que “algo” se está cocinando por el Trópico de Capricornio.
Una oportunidad importante para dar a conocer la producción nacional es ArtBo, la feria de arte más significativa de Colombia, que funciona como un imán para atraer las miradas y para internacionalizar el panorama colombiano con las propuestas de las galerías que vienen del exterior.
La historia de las ferias de arte latinoamericanas es relativamente reciente. La única con mayoría de edad es ArtBA en Buenos Aires, que el próximo año llegará a su edición número 20. Le sigue en antigüedad, mas no en importancia, La FIA (Feria Iberoamericana de Arte) en Caracas, que se fundó en 1997 pero es la más pequeña de todas en cuanto a participación de galerías se refiere. Después está MACO en la capital mexicana, que llega a su séptima edición este año y que ha tomado una fuerza no sólo en la región sino en Estados Unidos y Europa. Como contemporáneas de generación se encuentra SP-Arte en São Paulo, y ArtBO en Bogotá, las cuales nacieron en 2005. Después de la venezolana, la feria colombiana es la más pequeña de todas pues casi la mayoría la doblan en presencia de galerías. Sin embargo su directora, Andrea Walker, asegura al respecto: “A pesar de ser una feria tan joven creo que el balance es positivo: a la fecha hemos tenido la participación de más de 114 galerías, principalmente de América Latina, lo cual significa que la feria se ha convertido en un referente en este continente. Por supuesto, el reto en cada edición es mayor y hay mucho todavía por explorar”.
Este año, en su sexta edición, reunirá a 52 galerías entre internacionales y nacionales que mostrarán el trabajo de cerca de 300 creadores del arte moderno y contemporáneo.
Según Catalina Casas, la directora de la Galería Casas Riegner, en ArtBo se hace un excelente trabajo en el montaje con una estética impecable. No obstante, con base en experiencias anteriores, opina que falta consistencia en la calidad de la elección de las galerías, pues hay unas que traen obras extraordinarias y hay otras que aparecen con sorpresas no tan gratas. Sin embargo, sostiene que ese es el camino que tiene que recorrer una feria joven y que es normal que eso pase.
La Galería Elba Benítez, consolidada en Madrid (España) desde hace 20 años en nuevas tendencias artísticas, incursiona por primera vez en la feria capitalina. “Me parecía interesante venir a Bogotá porque tengo seis artistas ahora mismo en la Bienal de São Paulo que quiero presentar aquí en la feria, así como también el programa de la galería”, sostiene Benítez, quien agrega que hace 20 años se conocía muy poco del arte latinoamericano y que desde hace diez años se ha visto un crecimiento en la adquisición de estas obras.
Artecámara
A este circuito comercial se adhiere la promoción del arte joven por medio del Pabellón Artecámara. En este espacio se mostrará la producción de 18 artistas nacionales seleccionados por medio de una convocatoria pública depurada por la curaduría de María Iovino, quien también escogió nueve artistas internacionales y siete proyectos que formaron parte de la red de salas de exposiciones de la Cámara de Comercio de Bogotá.
En esta cuarta edición de Artecámara es la primera vez que Iovino combina la convocatoria pública con una curaduría de artistas extranjeros. El criterio no fue temático sino que se basó en encontrar una propuesta sólida y bien articulada que presentaran los artistas. Según Iovino hay un corte radical en los temas que se trataron en los 90, de fuerte compromiso con las problemáticas y la política nacional: “Estos artistas emergentes hablan de estos asuntos de una manera menos literal, menos documental. Hay unos trabajos relacionados con la investigación de otros problemas, como lo ecológico, las relaciones afectivas y una expresión de lugar”.
En este pabellón, que sirve como una plataforma de visibilidad para estos jóvenes artistas (22 a 35 años), predomina el dibujo y las instalaciones realizadas con bajas tecnologías con reciclaje (Low Tech).
ArtBo, sin duda, tiene potencial de crecimiento y es un esfuerzo que está dando sus frutos, pero que aún le falta madurar, como todo proceso. Y entre los factores que dificultan su posicionamiento está el hecho de que falta mucho entusiasmo de parte de los colombianos por el coleccionismo, porque grandes artistas sí hay. Como lo confiesa Catalina Casas: “La gente está perdiendo oportunidades interesantes. La gente debería entender que el coleccionismo es parte de un circuito de arte, y en Colombia falta fortalecerlo”.
Para mayores informes: www.artboonline.com