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“En Colombia se ha vivido con una paranoia que no tiene razón”: Juliana Villegas

En esta entrega de la serie Historias de Vida, creada y producida por Isabel López Giraldo, presentamos una entrevista con Juliana Villegas Restrepo, vicepresidenta de exportaciones en Procolombia.

Isabel López Giraldo
13 de enero de 2022 - 01:53 p. m.
En la imagen Juliana Villegas Restrepo, quien fue víctima de secuestro el 28 de noviembre de 2000 y dejada en libertada cien días después.
En la imagen Juliana Villegas Restrepo, quien fue víctima de secuestro el 28 de noviembre de 2000 y dejada en libertada cien días después.
Foto: Juliana Villega Restrepo/ cortesía Isabel López Giraldo

Juliana es una persona muy alegre a la que le gusta compartir en familia y con amigos, característica propia de nuestra gente del Eje Cafetero. Ama los animales, por supuesto, el campo y le fascina Pereira porque reúne todo eso. Disfruta mucho la música y le parece muy importante aprender cosas nuevas de manera permanente. La hace feliz todo lo que tenga que ver con trabajar por Colombia.

Hace parte de esas familias que tienen muchos apellidos repetidos ­­­­—porque es heredera de la colonización antioqueña— como los Echeverry, los Botero, Villegas de Abejorral, Jaramillo de Sonsón, Ángel de Pácora. Toda esta colonización llegó a Salamina, norte de Caldas, donde en la casa de sus bisabuelos todavía se encuentran las fotos de la Guerra de los Mil Días, entre esas, las de Don Hildefonso Echeverry, Eva y Marco, papás de su abuela Tita.

Su papá, Luis Carlos, siendo de Pereira, iba todos los años de vacaciones donde sus tías en Salamina. Allí conoció a su mamá, Carmela. Se ennoviaron cuando tenían once y doce años. Se casaron cuando contaban veinte y veintiuno.

Cuando su papá se graduó de la universidad viajó a Francia a asumir el cargo de secretario Económico de la Embajada de Colombia. Estando allí estudió en La Sorbona temas relacionados con economía y política. Después de tres años regresaron al país —cuando ella nació— en mil novecientos ochenta y dos. Cuatro años más tarde nació su hermano.

Sus primeros años los vivió entre Pereira y Bogotá. Se graduó del Liceo Francés de Pereira a los diez años, de los cuales, siete de ellos, los combinó con el Ballet que estudió en la Academia de Ana María.

Como le encantan los idiomas, aprendió inglés en el Centro Colombo Americano. Luego decidió viajar a Berlín por espacio de seis meses para aprender alemán.

“En Alemania aprendí algo de historia, lo que reforzaba ese componente importante del colegio en esta área y en geografía. Me encantó Berlín donde estuve diez años después de haberse caído el muro, así que viví un momento que llamaría “de modernización”.

Decidió ir a Inglaterra a perfeccionar su inglés para coincidir con uno de sus mejores amigos del colegio, lo que hizo de esta experiencia algo magnífico.

Antes de emprender sus viajes ya se había matriculado en la Pontificia Universidad Javeriana donde respetaron su cupo en la Facultad de Ciencias Políticas.

Por admiración a su abuelo Abel, que es gineco-obstetra y a quien siempre le ha gustado mucho el campo, se proyectó desde niña como médico y quería también tener finca como él, pero rápidamente entendió que podía disfrutar de los animales dedicándose a algo diferente en la vida.

Llamaba poderosamente mi atención las relaciones internacionales, así pues, que opté por Ciencias Políticas dado su énfasis en esta materia.

Considera que fue muy afortunada al no sufrir crisis de identidad —que desgasta tanto— ni siquiera para elegir la universidad pues sus padres son javerianos.

Estando en quinto semestre decidió hacer doble titulación así que comenzó a estudiar Economía pues evidenció un vacío muy grande en esa área. Era la manera de aterrizar su carrera.

“Puedo decirte que no soy radical en nada, me muevo muy bien en los grises y por lo mismo me era necesario un ingrediente que evidenciara el blanco y el negro”

Dos años después de graduada como Politóloga obtuvo su título como economista, homologando materias y sin electivas, porque tomaba materias de Economía como optativas de Ciencia Política y viceversa.

“¿Qué cómo lo logré? La verdad no tengo ni idea”.

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En un momento en el que cursaba diez materias, optó por una práctica que aplicara para las dos carreras. Como le llamaba la atención la consultora McKinsey and Company —por considerarla una entidad magnífica— buscó la manera de vincularse.

Aquella empresa realizó una consultoría en el dos mil cuatro y consideró que Pekín era el destino más conveniente para que se abriera oficina comercial. Juliana se presentó pese al escepticismo de todos. La entrevista la hizo Luis Guillermo Plata —que era el presidente de Proexport en ese momento— y le dijo:

“Piénsalo bien y luego me llamas”.

A lo que contestó:

“Ya lo decidí, lo que necesito es que ustedes me digan si me contratan”.

Realizó toda la inducción y se entrevistó con el embajador Guillermo Ricardo Vélez hasta convencerlo de su firme propósito.

Estuvo —en el dos mil cuatro— seis meses; no obstante, le ofrecieron quedarse un año. Tuvo siempre claro que debía devolverse al país para recibir su grado.

“Esta experiencia me hizo dar una nueva mirada a la vida y salir de un encierro que nos hace ignorar muchas situaciones, desconocer otras culturas; las diferencias de comportamiento de las personas”.

Viajó a China en un momento en el que estaba entrando a la ONC, ajustándose a las reglas de Occidente y que aún hoy sigue siendo una influencia muy importante en el mundo en temas de política, seguridad, economía, comercio. Entendió cómo funcionan pues son muy diferentes.

Cuando es tanta la gente las reglas tienen que ser mucho más estrictas. Piensan muy distinto. Miran el Pacífico”.

Fue la primera pasante que tuvo Proexport en China.

“Me atreví y me encantó”.

Estando allá tomó clases de mandarín. Se dio cuenta que La lógica era otra; como la manera de pensar y la estructura.

Tuvo la oportunidad de viajar pues desde allí fue a Corea, Hong Kong y Malasia. Estuvo en la Feria de Cantón que es tan grande como una ciudad intermedia nuestra.

“Me encantan la comida, los paisajes. Esas salidas ayudan a reconocer que Colombia es lo que uno de verdad quiere. Hay que comparar para estar seguros y me siento muy afortunada de ser colombiana. El colombiano es el personaje más querido que se pueda encontrar en el mundo”.

Siempre que se ha ido es con la seguridad y claridad suficiente de querer volver. Y efectivamente se devolvió a hacer la tesis. Así pues, trabajó en comunicaciones estratégicas asesorando empresas y campañas políticas. Luego, pasó al programa presidencial de Acción Integral contra Minas Antipersonal (AICMA), que también atiende víctimas.

Quería una pausa, pero este trabajo le llamó mucho la atención porque se enfocaba en el componente de asistencia a víctimas y en la integración socio económica.

“Se atiende a todos —incluso a quien hubiera puesto el explosivo lo que hizo que me relacionara con gente muy diversa”.

Hizo alianzas estratégicas con el Sena y con la Organización de los Estados Americanos (OEA) que dedica recursos a esta labor específica. Viajaba contándole a las empresas los beneficios que obtienen al emplear personas con alguna discapacidad; independientemente de cuál se tratara.

Adelantó su maestría en Australia, por lo que su mamá le dijo:

¿No puede estudiar cerquita? ¡Siempre se va lejos! (risas)”

Se inscribió en la Universidad de Sidney donde fue recibida tiempo completo en Estudios Internacionales.

En su búsqueda de trabajo hizo curso de barista; se presentó como mesera, pero no les gustó su desempeño. Fue aseadora en un ancianato donde no duró, pues tenían una metodología de trabajo muy difícil de sostener por los tiempos que manejaban. Sus compañeras eran de India, Irán, y Paquistán; poco hablaban inglés, pero se defendían.

Esta fue toda una escuela de formación de carácter pues siempre fue muy crítica al considerar que:

La gente se va a lavar baños a Estados Unidos y en su casa no los limpia. A donde uno vaya tiene que dar lo mejor, hacer lo mejor”.

Estando en Sídney viajó a Singapur, Tailandia, Camboya, Vietnam y Japón. Se fue veintiséis días sola con sus libros. Se encontró con amigos en los diferentes destinos.

Conoció una empresa colombiana que exporta productos orgánicos y que la invitó a cubrir una licencia de maternidad —que allá es de un año— lo que le era muy conveniente pues se encontraba en una ciudad muy costosa. Aprendió mucho de comercio exterior al ser la encargada de compras de commodities. La invitaron a quedarse más tiempo y le ofrecieron patrocinio para la visa de negocios, así pues, permaneció por espacio de dos años.

Hizo parte de mi familia en esta experiencia un amigo que vivía con su novia, el mismo que me había encontrado en Inglaterra por coincidencias de la vida”.

Una vez en Colombia comenzó a buscar trabajo en Bogotá, así apareció una oportunidad nuevamente en Proexport Perú, pero necesitaba estar en su tierra.

La invitaron a que se presentara y lo hizo solo por la relación estrecha entre las dos naciones.

Fue directora de la oficina de Lima durante cuatro años desde marzo del 2011, agregada Comercial de Colombia, y directora de Procolombia. Nuevamente, mirando al Pacífico, el que la mueve.

Para mi mamá, ya era cerca. (risas)”

Le encantó el trabajo, la ciudad y muy especialmente la comida. Contó tres embajadores en esa época. Hizo muchos y muy buenos amigos, además de los negocios que era para lo que había llegado, como la implementación de la Alianza del Pacífico.

Fue un escenario de integración de la Comunidad Andina (CAN) que hoy está débil a mi modo de ver

Llegó en el año 2015 a la gerencia de exportaciones de manufacturas e insumos de Proexport Colombia. En diciembre, Ricardo Vallejo, vicepresidente de exportaciones se jubiló.

Ricardo es un gran maestro y todo un señor”.

La entidad decidió abrir el proceso de convocatoria —como es un tema que le despierta fascinación y quería seguir trabajando en la entidad— decidió presentarse al cargo.

Eran cinco candidatos internos y seis externos para un proceso que tomó un mes aproximadamente. Puse el tema aparte para concentrarme en mi gerencia pues no podía permitirme distracciones. Una vez conocidos los resultados recibí la buena noticia”.

Tengo la oportunidad de ver las pruebas que —entre muchas positivas observaciones— dice:

“Perfil ideal a pesar de ser tan joven”.

Ya han pasado más de dos meses en su nuevo cargo, desempeñándose en algo que disfruta plenamente.

Más allá de mi trabajo soy una mujer que quiere conformar una familia; tener hijos, hacer abuelos a mis papás y tío a mi hermano. Para mí es muy importante mi familia, el aspecto personal; tener balance, aunque hoy sea muy difícil por factores como el tiempo que lo complica.

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Sus padres fueron papás muy chiquitos por lo mismo admira mucho los esfuerzos que han hecho y los padecimientos, como el que tuvieron que enfrentar cuando en el último día de su primer semestre de Universidad, acabando de presentar su último examen final, el 28 de noviembre del año 2000, fuera secuestrada.

La unión de sus padres y la cercanía de los amigos, reunidos rezando novenas y rodeando a la familia, generaron una energía a la que no era ajena. Su mamá les decía a todos:

“Aquí nadie se puede enfermar ni se puede quebrar, pues Juliana llega y no nos puede encontrar abatidos. Tenemos que estar bien para ella.”

Regresó en marzo del 2001 nuevamente a la Universidad —justo a los segundos parciales— y no durmió para ponerse al día.

Ese desocupe, ese especular y pensar ahora me obligaban a la acción”.

Era época navideña lo que hizo más difícil el golpe pues se trata de una familia muy unida y aún más en esa época del año.

Pensaba en los que estaban afuera, pues yo estaba bien en medio de las condiciones y me brindaron un trato normal”.

Se aterraban cuando decía por favor o cuando daba las gracias.

“Mi abuelo me enseñó que nadie tiene obligación con uno y que uno tiene que pedir las cosas con un por favor y decir gracias, así lo que reciba sea una cobija o una galleta.

Hubo gente que le dijo, tiempo después, que rezaban para que no se fuera a revelar pues les daba miedo que se portara mal con los secuestradores, ya que suele ser muy franca, y tenían razón. En los espacios que veía posibles lanzaba comentarios como:

Ustedes están perdiendo el tiempo. ¿Saben cuánto paga un holandés por ver esto?”

“No nos confunda mona que eso no es lo que nosotros hacemos, nuestra causa es otra”.

El secuestro le ayudó a ver otra parte de Colombia, como paisajes increíbles. Tuvo diez días de marcha en mula —después de estar diez encerradas en un pueblo cerca de Bogotá— el resto en campamentos. Atravesó el Sumapaz para llegar al Piedemonte Llanero hasta el Meta.

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Lo que ves es impresionante”.

Las discusiones sobre Carlos Marx —que disfrutó mucho pues estaba en primer semestre de Ciencia Política— le adelantaron la pasantía:

Ustedes son los más capitalistas que existen en el mundo entero, pues son acumuladores, y qué mayor capital que el que tenemos al frente y que nos rodea.

Su experiencia les hizo daño a muchos de sus familiares.

Entiendo que genera rabia y todo tipo de sentimientos. Es algo imposible de olvidar”.

Para ese momento las tropas eran muy jóvenes, era un ejército de niños; lo que pudo ayudar, aunque dentro de sus limitaciones.

Sí hubo momentos de miedo y como soy una persona más de campo, el tiempo que pasé encerrada en una carpa dentro de un cuarto fue muy difícil. Fueron dos semanas donde no comí; solo tomaba agua”.

En ese espacio mínimo llegaban todos a conversar, hasta que les dijo:

Estoy en sudadera, así que no represento ningún peligro. Me hacen el favor de dejar sus armas afuera pues no soy una amenaza para nadie, en cambio a ustedes con la torpeza se les dispara un arma de esas y eso sí es grave.

“Nos gusta venir a hacerle visita, paisa, porque usted nunca está llorando”

La exposición al sol le laceró la piel. Se ardió brazos y cara.

En una de esas marchas me tuvieron que acostar entre una guerrillera y un guerrillero para no morir de hipotermia. Tuve que hacerlo por difícil que pareciera.

La vida nos va poniendo cosas en el camino y, asimismo, nos da la capacidad para entender qué tomar de ellas y qué no”.

Tres meses de investigación para concluir:

“No tiene vínculos con el paramilitarismo”.

Yo pensaba:

Tengo diez y ocho años, ¡de qué está hablando!”

“Ustedes han estado muy vinculados con la paz, no hay razones por las cuales usted deba estar aquí”.

Cuando se encontró con Camilo Gómez, vio a su ángel de la guarda, pues a él la entregaron.

No quedé con sensación de peligro; ninguna. En Colombia se ha vivido con una paranoia que no tiene razón”.

A su regreso le ofrecieron mil destinos diferentes, pero Juliana no quiso ni quería irse para ninguna parte. Tampoco quiso someterse a tratamiento psicológico.

Me sentí congelada por tres meses, tiempo que dediqué a interiorizar”.

Y la vida continúa en la construcción de su futuro, en el disfrute del día a día, colmada de experiencias magníficas, rodeada de amigos del alma, de su muy amada y amorosa familia, y aportando a una Colombia que ama profundamente.

Actualmente Juliana está casada e hizo abuelos a sus padres.

Por Isabel López Giraldo

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