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En la intimidad con Piedad Bonnett

En el terreno profesional la escritora se siente exitosa, pero en lo que denomina el “terreno de lo vital” considera que pudo haber hecho más cosas.

María Carolina Covelli*
23 de mayo de 2016 - 08:01 p. m.
En la intimidad con Piedad Bonnett

Si tras años de convivencia no me considero capaz de describirme a mí misma, ¿con qué autoridad podría pretender hablar de otra persona? No, lo que a continuación narro no puede ser considerado un perfil, ni una biografía. Es sencillamente el resultado de una conversación, del breve momento en el que pude entrever el abismo que contiene la esencia de otro ser humano, de una escritora, de Piedad Bonnett.

-"Bueno, empieza"

Con estas dos palabras Piedad Inicia nuestra conversación en el estudio de su casa, mientras rodeada por innumerables libros y algunos cuadros de su hijo Daniel, me dispongo a entender de dónde proviene la inspiración de esta poeta y escritora merecedora de numerosos reconocimientos.

-No me considero una experta en poesía, en realidad siento que no la comprendo, por eso quisiera que comenzaras explicándome el significado de la frase que encabeza tu página web:

“Lo oscuro pare luz y eso consuela”

- Este fragmento pertenece a uno de mis poemas y responde a una idea de la literatura como consuelo y compensación. Yo a mis quince años ya sentía eso.
La literatura para Piedad nunca fue solo entretenimiento, le daba a su vida una dimensión de profundidad y la incitaba a preguntas y reflexiones que enriquecían su mente.

Pero la materia prima de la literatura suele ser lo oscuro. En palabras de Piedad, la gran mayoría de escritores trabajan desde las contradicciones, el dolor, el sin sentido, la pregunta sobre Dios, es decir, lo oscuro en muchas dimensiones. El hecho de utilizar el lenguaje (con su mutabilidad) como herramienta, corresponde a una expresión de vida que Piedad equipara con luz.

Así lo oscuro, por ejemplo el dolor, la pérdida en el caso de Daniel (su hijo que se suicidó en 2011), la incertidumbre o la noción del sin sentido, de repente pueden producir algo bello, que es su idea fundamental, considerando el precepto de que el ser humano se encuentra un poco desconsolado en el mundo.
Un breve vistazo interior

Honesta, disciplinada, solidaria y un poco cobarde, son los adjetivos que utiliza Piedad para describirse:

- Primero honesta porque detesto el engaño. Disciplinada, y con muy buen manejo del tiempo, algo que le debo a mi madre, solidaria porque me conmuevo ante el dolor y un poquito cobarde.

-¿En qué sentido cobarde?

-En el hecho de que por ejemplo me dicen que vaya a Rusia, me invitaron, pero tengo que pasar por todas las aduanas, trámites y vuelos. Eso me llena de terror y prefiero decir no.

Rafael Segura, quien ha sido su compañero de vida desde los 15 años la describe como: “una persona muy disciplinada, constante y muy estudiosa”; mientras que Camila Segura, su segunda hija utiliza los términos “Inteligente, cariñosa, generosa y con sentido del humor”.

- ¿Qué dirían tus enemigos?

-(Sonríe) Que soy una persona muy mediática, tal vez algo vanidosa y que me gusta llamar la atención.

- ¿Cuál es el mayor defecto de Piedad?

-Rafael: “La impaciencia, que se manifiesta cuando no consigue muy rápidamente lo que se propone”.

-Camila: “Que muchas veces no es capaz de ser auto-crítica”.

-Piedad: “Mi mayor defecto, probablemente es que a veces soy dura, sin proponérmelo, porque tengo como una tendencia a decir la verdad como sin medir a dónde llego, entonces probablemente a veces pueda ofender a la gente”.

-¿Imprudente?

-Si… cuando chiquita se llamaba imprudencia, y cuando grande es un poquito de dureza.

Una mujer hipersensible

En el marco de una entrevista realizada en 2013 por el director de la revista Cromos, Jairo dueñas, Piedad afirmó haber sido una persona muy atormentada entre los 14 y los 30 años, debido a su hipersensibilidad.

-¿Qué lleva a una persona a considerarse hipersensible?

-Yo creo que esas son naturalezas, tú en el mundo vas a encontrar un montón de gente y más o menos intuyes quién es muy sensible y quién no.

Esta hipersensibilidad sitúa a Piedad al borde del peligro. De niña le causaba ansiedad, tanto que en su adolescencia desarrolló una úlcera y más adelante le causó una tendencia al estrés y a la depresión que representaban el temor constante de perder el juicio.

-Yo siempre temí un poco a la locura y me dio mucha tristeza comprobar después que ese miedo que yo tenía en mí misma se tornó real en mi hijo.

El temor de Piedad se hizo palpable en la enfermedad de su hijo Daniel, quien tras luchar durante ocho años contra la esquizofrenia se quitó la vida en mayo de 2011.

-Como que esa fuerza genética que en mí era un potencial de locura, en realidad rebotó y le cayó a él.

En un acto reflexivo, la muerte de su hijo la lleva a pensar en la idea intrínseca de justicia, el papel de la naturaleza como juez y lo inevitablemente subyugados que nos encontramos los seres humanos ante la implacable fuerza genética.

-Eso es como una fuerza, -también he trabajado eso en mi mpoesía- que es como una especie de corriente de dolor que atraviesa a una familia, y me hace preguntarme hace dos siglos quién estaba sufriendo, o me hace preguntarme si mis nietas van a sufrir, o si los hijos de mis nietas van a sufrir.

El revelarse o no contra este sufrimiento es para Piedad una opción clara, la naturaleza es implacable y al hacer parte de ella significaría una lucha sin sentido contrariar sus designios.

“Lo que no tiene nombre” (2013)

“Esta historia tiene que ver realmente con lo que no tiene nombre, con segundos de espanto para los que no hay lenguaje”. -Peter Handke- Lo que no tiene nombre es el primer texto verdaderamente testimonial de la escritora, pues en palabras de ella todo lo demás es ficción.

-En algunos medios como El País han catalogado su acto de escribir este libro como “valiente” ¿considera acertado este calificativo?

-Me dicen mucho, mucho, mucho, eso, todo el mundo por todas partes y yo siempre me asombro de que la gente lo vea desde esa perspectiva.

Piedad nunca vio el acto de escribir un libro sobre el suicidio de su hijo como algo valiente, en su lugar lo describe como una necesidad, afirma que procesa su experiencia cotidiana a través de las palabras: “los escritores tenemos esa deformación” asegura.

Aun cuando utiliza la literatura como medio de catarsis, es enfática en que el hecho de exponer los sentimientos tiene su límite: “la literatura debe tener un nivel de pudor, el dolor se exterioriza hasta cierto punto”. Esta enseñanza de su madre la ha acompañado desde siempre y es la razón detrás de la ausencia de acusaciones, gritos y desbordamientos de lágrimas en su obra.

Seguir adelante

Lo que no tiene nombre ha tenido gran acogida entre el público, llenando a Piedad de innumerables cartas, mensajes, felicitaciones, e historias de personas que han pasado por situaciones similares. Pero también la ha abrumado, se siente saturada del tema: “ahora lo que yo necesito es pasar a otra etapa, es decir, que ese sea un libro más que he escrito y no que yo sea Piedad Bonnet la que escribió ese libro”.

-La belleza de la tristeza es un concepto que menciona en su libro “El prestigio de la belleza” ¿de dónde proviene esta idea?

-Ahí me estoy refiriendo a una tendencia adolescente, de la juventud, y pienso en Hamlet, yo creo que en la juventud es donde aparecen las primeras grandes preguntas e incertidumbres y hay, o por lo menos lo hubo en mi vida, un regocijarse en la pura tristeza.

Para Piedad es necesaria una aceptación de la tristeza, pues batallar contra ella es desgastante. “El prestigio de la belleza” es considerado una falsa autobiografía de su autora, pues contiene elementos reales de su vida mezclados con gran parte de ficción literaria. En él la adolescente protagonista, siente que sus padres son injustos con ella y disfruta de sentirse triste o "hacerse la mártir" como Piedad menciona.

- En mi adultez pasa al contrario, pienso que ahora batallo con la tristeza, porque la madurez trae casi siempre serenidad. Pero la adolescencia es romanticona.

-¿Existe en el proceso de escritura un acto de ego? Es decir, quiero que sepan lo que siento, quiero ser reconocida de alguna forma.

-Es precisamente lo contrario, es para que aquel al que le pasan cosas similares se reconozca. La diferencia ahí es toda.

Madre, esposa, maestra y escritora

-Es más fácil ser escritora que ser madre, me parece que ser madre es una de las cosas más difíciles que hay.

La mayor diferencia para Piedad radica en que existen más certezas en el terreno profesional que en lo afectivo, pues este último nunca termina de ser "terreno seguro". Por otro lado la enseñanza que fue una de sus facetas más representativas la llenaba de la pasión y energía que necesitaba para alimentar sus obras.

-Esa fue mi opción de vida, escribir y ser maestra y me parece que no me equivoqué para nada. Que estuvo muy bien así.

Rafael considera que nada cambia en Piedad ante sus distintos roles. "Siempre es la misma persona, con la misma objetividad que la caracteriza".

“Lo intenté todo”

Esta frase fue el epitafio elegido por Piedad en 2003 durante una entrevista con Mario Jursich Durán para “La estafeta del Viento”.

-¿Hoy día, 13 años después y habiendo vivido situaciones como el suicidio de tu hijo tendrías una opción diferente?

-Sí, lo cambiaría, porque ojalá lo hubiera intentado todo. Precisamente hay muchas cosas que no he intentado y digamos que esas pueden ser mis grandes frustraciones.

En el terreno profesional la escritora se siente exitosa, pero en lo que denomina el “terreno de lo vital”, considera que pudo haber hecho más cosas de haber tenido menos miedo a experiencias como realizar el camino de Santiago o aprender a esquiar.

-¿Qué opción de epitafio tendrías en este momento?

-Se hizo lo que se pudo (carcajada), sí, eso sería más o menos.

Camila Segura está de acuerdo con su madre, “siempre ha manifestado que quiere ser cremada por lo que podríamos ahorrarnos el epitafio, pero si hubiera que hacerlo me gusta el que ella eligió pues refleja muy bien su sentido del humor”.

*Estudiante de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

 

Por María Carolina Covelli*

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