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El 11 de diciembre de 2020 Cecilia Faciolince de Abad y su hijo Héctor Abad Faciolince conversaron para El Espectador en su casa de Rionegro, Antioquia con ocasión de la segunda edición del libro escrito por ella, Recetas de mis amigas. Hoy revivimos las palabras intercambiadas entre madre e hijo en memoria de Cecilia Faciolince de Abad, quien falleció el pasado 7 de septiembre.
‘Recetas de mis amigas’ fue publicado por primera vez en 2010 y en 2019 estrenaron su segunda edición que incluyó nuevas anotaciones y recetas de diferentes partes del mundo con sus historias. “Mi mamá ha sido cocinera, pero también empresaria, madre, esposa, abuela, bisabuela” dijo Héctor Abad Faciolince sobre su madre. Entre recordar las navidades pasadas y compartir las memorias que inspiraron su libro, la charla entre los dos da una mirada íntima a sus tradiciones navideñas y otras anécdotas.
Héctor Abad Faciolince: ¿Cómo eran las Navidades? Las primeras Navidades de las que tú te acuerdas. Tú si no me engaño, naciste en 1925, hace 95 años, no más. ¿Cómo eran las primeras Navidades de las que tú te acuerdas?
Cecilia Faciolince: Pues yo tendría alrededor de cuatro o 5 años, no vivía en Medellín bebiendo una finquita cerca a Bogotá y unas condiciones. Pues no muy elegantes y buenas para nosotros porque era una finca de unos tíos que eran bastante enfermos y pobres. (ESto es lo que te dije que no entiendo).
HAF: Pero cerca de Bogotá no, cerca de Medellín. ¿No era la de Loreto?
CF: Ah, claro. No, es que nos vamos de una ciudad a otra muy ligero. Sí era cerca de Medellín, cerca de la Iglesia de Loreto. Y había que caminar a caballo como unos dos o 3 minutos y ahí, pues, ni siquiera se hablaba de Navidad. La venida del Niño Jesús, la novena.
HAF: ¿Como se le decía a la Navidad? Como el día de Navidad, ¿cómo se le dice, decía pues?
CF: La Novena de Navidad, La Nochebuena. El Nacimiento del Niño Jesús, que él era el que traía los regalos, nada, Papá Noel, pues, cosas como las de ahora para nada.
HAF: Pero estamos hablando de las Navidades, de las últimas, que te acuerdas, esa finca que si no estoy mal se llamaba La Polka. ¿Cómo era la casa?
CF: La casa era una casa muy vieja, solamente tenía una parte que tenía ladrillo, lo otro en tierra y el cuarto donde vivíamos con la muchacha de toda la vida, la llamábamos Tata, pero se llama Sixta Sánchez y era de Santander. Ahí dormíamos nosotros.
HAF: ¿Y esa era de tierra, de tierra pisada?
CF: La de nosotros sí, pero si vas a la tierra pisada nos ponían unas colchonetas, aunque algunas veces se entraban sapos y a mí me daba pavor. Después, al final había un corredor muy bueno, parecido a las fincas viejas de La Sabana o de Antioquia con una ventanita y unas mecedoras, y ahí salían los tíos, la mayoría estaban enfermos.
HAF: Pero, ¿tomaban trago en la noche buena o no tomaban trago?
CF: Pues nosotros hacíamos un vino de naranja, si hubiera tiempo les contaría cómo se hace.
HAF: Pero bueno... Más o menos, ¿cómo se hace el vino de naranja?
CF: No, se empieza a hacer con unos ocho meses de anticipación en una garrafa envuelta como en cobijas, y era de naranja, mandarina, naranja común y corriente, unos pedacitos de manzana, porque la manzana era importada, la que servía para eso, y unas cucharaditas de alcohol a 40. Ese demoraba como ocho meses. Entonces se empezaba a hacer, el único trago y 1/4 de aguardiente por si acaso. Iba a visitarnos un amigo de mi padrastro que no tomaba sino aguardiente, entonces se compraba una media botellita de aguardiente por si iba Pedro Claver.
HAF: ¿Y qué comían, madre, en Navidad?
CF: En Navidad la comida era muy buena y variada. Por ejemplo, los tamales santandereanos que se empezaban a hacer por ahí con tres o cuatro días de anticipación, esos eran de Santander, de mi mamá, están en el libro, se los recomiendo.
HAF: Están aquí los tamales santandereanos, son larguitos de hacer. Fuera de los tamales, ¿qué otras recetas recuerdas que se hicieran?
CF: Ah, los buñuelos, porque ya pasamos a lo de mi papá, eran buñuelos antioqueños con la natilla. Y el trago sí se tomaba, ya se destapaba el vino de mandarina o de naranja y tomábamos de eso y...
HAF: Pero ese vino, ese sí no lo has vuelto a hacer. Ese lo hacía la abuela Victoria, ¿no?
CF: Sí, no quiero ni recordarlo porque sí me da miedo comprar trago para darles a ustedes los hijos y los nietos.
HAF: Y ¿no lo aceptan? O qué, ¿no lo aceptamos?
CF: Sí, yo compro todo lo de la comida, pero ellos que traigan su trago, a su gusto, yo todo.
HAF: Lo que quiero saber, madre es, ¿por qué hay dos ediciones de este libro? ¿Por qué hiciste el primero y el segundo?
CF: Es que en mi vida me había pasado por la mente hacer un libro de cocina. No, yo tenía muchos cuadernos y muchos, y pues sí, cuadernitos y hojitas donde copiaba las recetas de mis amigas, que me parecían buenas. Si una vez fueron Pilar Reyes, que es muy amiga mía, y la quiero mucho, y Mario Turcia a la Inés, la otra finca donde pasamos las Navidades, desde que mi papá, no, es que se confunde con los hijos y el marido se me confunde mucho. Desde que Héctor faltó pasamos todas las Navidades en la Inés, es una finca que heredó Héctor de la familia de él, que era un pedazo chiquito, pero él se escogió la casa. Me parece horrible porque la casa era espantosa, pero ahora es una casa sumamente buena.
HAF: Mario y Pilar, el origen del libro.
CF: Pues la comida era buena. Siempre recuerdo mi vida habiendo comido bueno, pues muy bien hecho, bien presentado. Bueno, la presentación no es la de ahora, pero sí era abuela y Pilar me dijo, Cecilia, tú tienes que sacar un libro de cocina, de la cocina de ahora. Que me iba a mandar unos libros de España para que yo lo leyera. Que si yo No tenía libros de cocina, yo le dije: “claro, pero no míos, las recetas son las de mis amigas. Mándame unos libros”. Y ella me mandó varios muy buenos de España y Mario decía que yo sí era capaz y me fui como entusiasmando. Me da mucha pena porque yo mías, mías, no tengo nada, sino las que copio de las amigas y unas que las reformo un poquito.
HAF: Pero, además, entonces, son recetas de amigas tuyas, pero son recetas probadas por ti cocinadas por ti, muchas veces. Son recetas, pues, muchas, algunas son complicadas como los tamales, pero muchas son también sencillas, fáciles de hacer.
CF: Muy sencillas, muy sencillas y hay muchísimas recetas de varios países, porque cuando yo estaba casada con Héctor viajamos mucho. Y, por ejemplo, el Perú me encantó. Yo quería quedarme viviendo en el Perú y de ahí puede ser que yo reciba ya unas clases de cocina, pero yo no conocía tanto las cosas de sal como las de dulce y fui tan boba que lo mejor de allá, que son los platos de sal, me metí unas clases de cocina de dulce. Ahí hay unas recetas bastante buenas, unas regulares, otras malas. En la segunda edición, las amigas que me las dieron ahora no les gustaba que las hubiera publicado, les dije, eso fue lo que me dieron. Entonces las cambiaron y mejoró, el libro mejoró.
HAF: Es decir, algunas amigas corrigieron las recetas.
CF: Claro, las corrigieron o me dieron otras porque como el libro se vendía, yo creo que es que yo les conté cómo había conseguido las recetas, así con todos los detalles. En la segunda edición hay cosas muy bonitas, como por ejemplo mi hija mayor, Mariluz, es muy aficionada, no tanto a la cocina sino a la decoración de las mesas bonitas y ahora las mesas que prepara ella para cada día de la novena y de la Navidad que llamamos, pero siempre digo la Nochebuena, y están en el principio del libro para que ustedes puedan tener también una idea y puedan hacer lo que hacemos ahora.
Por ejemplo, una cosa también que tiene la edición nueva es que tienen las medidas exactas. Con las que, ordinariamente, se hacen las recetas, pero de todos los libros que me mandó Pilar y todo, y dice, onzas, libras, media libra.
HAF: Mami, una cosa: ¿En la noche buena de tu infancia, había aguinaldos o no había aguinaldo?
CF: No, qué... Traídos del Niño Jesús y para mí siguen siendo traídos del Niño Jesús. A mí lo que más le pido desde que empieza diciembre es que no se le olviden al Niño Jesús unos regalitos buenos, y a todos los hijos les digo, “el regalito del Niño Jesús”.
HAF: Pero es que les tengo que explicar que mi mamá nació el 25 de diciembre y ella se llama María Cecilia Ana de la Natividad de Jesús, en vez del Santo que le ponían a uno siempre el día del Santo. Como es el día del nacimiento de Jesús, entonces te llamas de la Natividad de Jesús, entonces para nosotros la Navidad coincide con el cumpleaños de mi mamá y el traído, pues, coincide con el regalo de cumpleaños.
CF: Si, pero yo casi siempre pido dos, el de cumpleaños separadito.
HAF: Por lo general pide dos, del Niño Dios a medianoche y al mediodía del 25 ya no sé si es el Niño...
CF: Bueno ya, por ejemplo, Héctor sabiendo que yo ya estaba pidiendo regalo del Niño Dios se presentó a la finca con un paquete con moño con tarjeta.
HAF: Un pre-regalo le traje a mi mamá ahora. No, ahora no, hace una semana.
CF: Él me trajo este regalo. El libro de Carlos Gaviria. Y el conductor que tengo hace varios años y que ahora está en Medellín por el asunto de que yo estoy aquí en Rionegro, entonces me vino a traer el regalo. Me dijo que este regalo al día por dos porque le había costado mucho.
HAF: Vale por niño Dios y por regalo de cumpleaños. Ah, las memorias de Michelle Obama. Alexandra lo leyó y me dijo que era muy bueno.
CF: Porque yo me mantenía mirando y, sobre todo que se reía como me reía yo, pero ya no les muestro siquiera porque no es ni siquiera el parecido.
HAF: ¿Pero te cae bien Michelle Obama?
CF: Me encanta ella
HAF: ¿Y el marido?
CF: Ah, me muero por él. Pero el retrato de la sonrisa, así me sonreía yo.
HAF: Así era la sonrisa de mi mamá, es verdad, como la de Michelle Obama. Entonces vas a tener muy buenas lecturas ahora. Bueno, entonces el regalo del Niño Dios, ya mostraste hasta unos regalos que te dieron. ¿Por qué no cuentas el que te dieron hace todos esos años?
CF: ¿El que me dieron cuando tenía por ahí 5 años? Yo llegué el 24, muy confiada en el Niño Jesús, busqué debajo del árbol.
HAF: ¿En la Polca?
CF: Sí, en el suelo. Entonces busqué debajo de la almohada porque podría que fuera muy chiquito, nada. Salí detrás de la puerta, detrás de las cobijas y nada. Entonces me fui al corredor, llegué hasta el frente de la casa, la de ladrillo, y abro la puerta y veo una casa de muñecas de una alcoba de madera, una sala de madera, todas separadas.
HAF: ¿De qué tamaño más o menos?
CF: Del tamaño de mi mano, más o menos, lindo, precioso. El Niño Jesús había traído y seguro se cansó, pensé yo y lo dejó en la puerta, pues ahí a la entrada y yo miré el techo y estaba tan emocionada con el Niño Jesús que se me pasó que el Niño Jesús estaba viendo por mi cumpleaños.
HAF: Hay una experiencia que yo no he tenido y es tener un hijo viejo, ¿cómo es tener un hijo viejo?
CF: Es dificilísimo porque yo te voy a llamar y no sé si voy a llamar a Héctor a pedir un consejo o a ti como hijo.
HAF: Bueno, este es la segunda edición, esta es la última presentación.
CF: Esta la remontaron, tiene muchas correcciones, tienen las mesas que arregla Mariluz, tiene el retrato de un señor que yo quiero mucho porque es el mesero que va cuando hacemos las fiestas importantes. Aquí está, Pacho, que lo queremos mucho en esta familia que siempre.
HAF: Pero hubo dos editoras que te ayudaron, María Ofelia, me parece Luz Ofelia en la primera edición.
CF: Ay, que yo encantada con ella. Yo la veía llegar los miércoles que iba siempre los miércoles. Entonces yo me ponía feliz porque ella pues prácticamente me lo ayudó a hacer, me decía: eso no, no se usa, ahora no van a entender. Lo de las hierbas y eso que uso yo tantas, ella me consiguió muchas y yo tengo sembradas aquí en la finca muchas y mi casa. Ahora les doy los nombres de algunas para que ustedes la usen. Albahaca, manzanilla, orégano, perejil, perejil crespo, para distintas recetas y ella, me encantaba trabajar con ella.
HAF: El libro de mi mamá tiene una particularidad bonita es que como son recetas de las amigas de ella, algunas amigas vivas todavía como Marta Hernández, que a lo mejor te está viendo, otras que ya no están vivas Algo muy bonito es que allá en la receta cuenta una historia de cómo conoció a la persona y cómo le dieron la receta. Entonces, por ejemplo, en el ají de gallina, mi mamá dice: “viviendo en Lima, Perú, en el año 1953, conocí a Teresa de Gabaldoni, quien además de comunicarme por su radio aficionado con mi familia en Medellín, me dio esta receta que les recomiendo”. ¿Cómo era lo del radioaficionado?
CF: Yo salía, yo tenía tres niños chiquitos que cabían en un mismo cochecito y eran Mari Luz, Clara Inés y Vicky. Entonces yo salía a pasear en el cochecito con ellas, pero casi siempre mirando para arriba. No por el Niño Jesús, si no por si acaso yo veía una antena del de aficionados, de radio aficionados, que se usaba.
HAF: Es que, en el 53 en el teléfono, bueno, Internet no había mucho fuera de eso. Skype tampoco.
CF: No... mi mamá me escribía, pero las cartas se demoraban mucho en todo. Yo toqué esa puerta porque vi la antena y me salió una señora muy querida, me dijo, Yo estoy casada con un colombiano y es para nosotros un gusto muy grande que tú uses nuestra antena. Y entré a ver si nos comunicamos con Colombia, pues nos comunicamos y yo seguía amiguísima de ella.
HAF: Bueno, y el ají de gallina es un plato. ¿Es fácil o no?
CF: Es muy fácil, muy fácil, y además lleva papa y es como un plato que uno les sirve como plato de todo. Por ejemplo, yo tengo un capítulo que dice ‘platos que sirven como para todo’, uno sale con un solo plato de todas las cosas.
HAF: Vea, tiene un corazoncito, esos son los preferidos
CF: Los preferidos que les aconsejo que los hagan porque no son demasiado difíciles. Ahí tengo frijoles antioqueños, una frijolada maravillosa. Tengo los tamales santandereanos, tengo bueno, muchos de ustedes.
HAF: Sopa de espárragos de María Emma Estrada, esa tiene corazón. ¿Quién es María Emma Estrada?
CF: María Emma Estrada trabajó conmigo en el oficio doméstico porque no puedo decir que la cocina solo porque yo la ponía hacer de todo. Y ella me quiere mucho y yo la quiero mucho y no está hoy aquí viendo esto porque se cayó y se quebró la pierna, pero ella cuando yo estoy escasa de personas que me ayuden, llamo a María Emma.
HAF: Todos la queremos muchísimo en esta familia. Si una vez mi mamá hizo una fiesta muy bonita. Que fue una fiesta aquí, en esta casa donde estamos en Rionegro, donde ella invitó a todas las empleadas que había tenido en la vida, en su casa o en la casa de mi abuela o en la casa de mis hermanas o en mi propia casa. Todas las empleadas que había conocido. ¿Te acuerdas de esa fiesta?
CF: Pero cómo no me voy a acordar, acaba de morirse el padre Gabriel, que vino a decir la misa para el agradecimiento por todo lo que me habían ayudado y yo les bordé unos mantelitos así con el nombre de cada una y la fecha.
HAF: ¿Pero vinieron de muchas partes del país, ¿cierto?
CF: Sí, claro. De la costa, por ejemplo.
HAF: De las empleadas de la de tu hermana de la tía Mona.
CF: Sí, de mi hermana, que yo iba con frecuencia y ellas me enseñaron, y hay muchas recetas de ellas. No fallan.
HAF: ¿El muchacho cartagenero?
CF: El muchacho cartagenero, el arroz con coco, con fideítos también bueno, aquí fuera de eso, esas dicen de dónde es el arroz.
HAF: Sí, aquí mi mamá me recomendó que pusiéramos a mi papá detrás, me gustaría preguntarte ¿a mi Papá, le gustaba La Navidad?
CF: Sí, a él sí le gustaba, decía que no le importaba, pero desde que viajábamos me decía: “¿Ya compraste el regalo del Niño Jesús para las niñas? Y por ahí derecho tu cumpleaños”.
HAF: Bueno, pero mi papá, es decir, tu recuerdo es en La Polca. Mi recuerdo es en San Joaquín, aquí en Rionegro. Y mi papá, bueno, al principio yo no me daba cuenta, pero mi papá se disfrazaba de Papá Noel.
CF: Claro, y si no lo hubiéramos matado. No, no, no, a él no le gustaba Papá Noel.
HAF: Madre, tenés 95 años, ¿cuántos años quisieras vivir?
CF: Ah, yo no tengo afán de morirme.
HAF: ¿Y por qué no? La vida eterna y todo eso.
CF: Yo he sufrido mucho, he tenido unas penas muy horribles. Ay, pero de todas maneras...
HAF: ¿Te gusta vivir?
CF: Si, más vale malo conocido que bueno por conocer.
HAF: Una cosa que se nos olvidó fue hablar de las Navidades en el Palacio Arzobispal, con tú papá casi. Con el arzobispo.
CF: Es que el arzobispo era prácticamente mi papá. El Palacio Arzobispal era una de las casas más lindas que había en la playa en Medellín cuando a él lo nombraron arzobispo de Medellín compraron esa casa que se había hecho para un no sé qué, que se le había muerto el primer hijo que tuvo. Ahí me casé yo.
HAF: Ahí te casaste tú, pero mi papá no fue al matrimonio.
CF: ¿Cómo les parece que no fue? Todavía me da rabia eso. Bueno, en todo caso, allá las Navidades eran una delicia porque ya pertenecíamos a otra clase social.
HAF: ¿Cómo se celebran las Navidades en el Palacio?
CF: En primer lugar, de muchas partes le mandaban toda clase de regalos de comidas, porque él no aceptaba ir a comer a las casas de los señores y señoras. Yo le decía “ay, tío, ¿por qué es tan antipático y no va donde la señora Fulana, que es tan querida con usted?”, y me dice “Ay, mi amor es que esas comidas y esos almuerzos a los arzobispos nos salen tan caros como tú no te figuras, yo les agradezco mucho, pero yo no voy a por ahí”. Tenía carro, nos lo prestaba. Tenía una insignia, un escudo, que no tenía placa, se podría ir por todas partes y ahí aprendí yo a manejar carro.
HAF: ¿En el carro del arzobispo?
CF: Sí, pero no tenía carro yo, pero él me lo prestaba y yo después compré mi carro cuando trabajaba. Uno muy chiquito, pero me gustó mucho siempre.
HAF: Bueno, y de los trabajos que tuviste, cocinera, secretaria, empresaria, jubilada ¿cuál es el que más te ha gustado?
CF: Jubilación, regular, que ya está uno demasiado viejo, demasiado achacoso.
HAF: El que menos te ha gustado es la jubilación.
CF: No, mentiras porque estoy rodeada de ustedes.
HAF: Bueno, yo creo, yo creo que ya. Yo he tenido la fortuna de que mi mamá se ría mucho de las cosas de la vida, eso nos ha enseñado a tratar de siempre tomar con humor incluso lo más desagradable hasta donde se pueda. Ya hay algunas, que mejor ni mencionamos, que esas no hay por donde sacarles ni risas, ni nada.