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“Enemigo del pueblo”, en el Festival

La obra se presentó en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo hasta el último día del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.

Manuel Drezner

02 de abril de 2018 - 09:31 p. m.
Escena de la obra “Enemigo del pueblo”, de la Compañía Nacional de Teatro de México / Sergio Carreón Ireta
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El nombre de Ibsen, el autor de Enemigo del pueblo, que dentro del Festival de Teatro se presentó en el Teatro Santo Domingo, no aparece en ninguna parte del programa de mano, a pesar de ser la fuente directa de la adaptación que de esta obra hizo David Gaitán, quien igualmente fue el director de la versión que hizo la Compañía Nacional de Teatro de México. Quizá con esta omisión se quiso hacer énfasis en el hecho de que lo que vimos cambió completamente la obra de teatro, que pasó de ser el dilema moral que imaginó Ibsen, a una pieza con el drama algo diluido y donde el conflicto es bien diferente de lo que imaginara el autor original. Claro que Enemigo del pueblo es una de las piezas más problemáticas del gran escritor noruego, puesto que en ella lo que importa al autor es exponer el conflicto creado por un médico que descubre que las aguas termales que son la vida económica del pueblo están fuertemente contaminadas y por tanto son un peligro mortal para quien las use. Los vecinos, encabezados por el propio alcalde, que es el hermano del doctor, se oponen a que se revele ese hecho, que puede arruinar al pueblo e incluso la misma prensa, que inicialmente quería hacer la revelación, se opone a esta. El médico considera su deber seguir adelante con el denuncio y todos se ponen contra él, lo despiden, la hija es expulsada del colegio y es aislado de la comunidad.

Lo malo es que Ibsen se envolvió demasiado en la situación polémica que planteó y por eso el drama en muchas partes deja de tener valores teatrales y eso ha hecho que la obra haya sido adaptada de muchas formas, entre ellas la que hizo Arthur Miller, que cambió muchas de las motivaciones de los personajes, para adaptarlo a la situación en Estados Unidos. En el caso de la presentación de los mexicanos, Gaitán igualmente hizo cambios donde el profundo drama de Ibsen se vuelve algo más ligero y hasta satírico. El número de personajes es disminuido y su carácter, cambiado, en especial el del protagonista, Stockman, quien de ser un idealista de personalidad atractiva, se convierte en esta versión en un cascarrabias, quien sin embargo termina la obra con un discurso de quince minutos, con nuevas orientaciones, en especial en su ataque a la venalidad de todos, incluso los medios.

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Además, se busca la participación del público, al que se provee de pistolas de burbujas de gua, que deben disparar cada vez que encuentren algo reprobable en el personaje central. Esto es hábilmente conectado en el final de la obra, donde el médico, mientras pronuncia su discurso, es rodeado de burbujas que simbolizan cómo el pueblo desaprueba sus ideas. El total es algo distinto de lo que imaginó Ibsen, y tal vez por eso se omitió su nombre en los programas, pero hay que reconocer que tiene validez y que la muy bien actuada presentación tuvo excelentes valores teatrales, tales como la repetición de la clásica imagen de quienes no quieren ni ver, ni oír, ni hablar. Inexplicablemente, el Festival no ha juzgado necesario informar de repartos, de manera que a los anónimos pero excelente actores solo se les puede rendir un homenaje de admiración sin revelar sus nombres.

Por Manuel Drezner

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