Entre esposas y concubinas

Hay vidas que parecen novelas. Un príncipe de la India inglesa se enamoró de una bella bailarina española y la convirtió en su esposa. Javier Moro, desde la historia y la antropología, reconstruyó con documentos y testimonios la mágica historia de amor y traición de Anita Delgado y el maharajá de Kapurthala. La llamó Pasión india.

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Alberto Medina López / @albertomedinal
28 de octubre de 2017 - 02:00 a. m.
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Cuando la jovencita entró al reino, desconocía que su marido era marido de otras mujeres y que en ese mundo los hombres poderosos tienen harenes para sus mil y una noches de erotismo. Protegida por el rajá de los celos de sus mujeres, se volvió madre.

Moro nos presenta el mundo que sorprendió a la española. Además de esposas, el maharajá tenía concubinas viviendo bajo el mismo techo y con funciones disímiles. La más humilde de todas, por ejemplo, tenía la tarea de controlar la calidad del semen real para dar hijos en buenas condiciones.

En aplicación del principio según el cual la abstinencia deteriora la semilla, esta concubina “se presentaba ante el príncipe para recoger, mediante hábiles manipulaciones, su semen en un trapito de algodón”, para luego someterlo a un ritual de limpieza.

Al principio, como ocurre casi siempre con el matrimonio, el rajá se desvivía por ella, la protegía de las maledicencias y aplicaba rigurosamente la sabiduría del Kamasutra para sus noches de pasión. Tiempo después, Anita sufre de quistes en los ovarios. “El amor ha dejado de ser fuente de placer para convertirse en un orgasmo de dolor”, pero no se lo revela a su marido por temor a perderlo.

Sin embargo, la lujuria empuja al príncipe a otro lecho y llegan los reclamos desatendidos. El mundo esplendoroso de palacios, jardines, alhajas, elefantes enjaezados y fiestas de manjares, que tanto había seducido a Anita los primeros años, se transformó en escenario de abandono y soledad.

Karan, hijo de su esposo y de su misma edad, es el único ser capaz de aliviarle el tedio. Anita es consciente del peligro, pero opta por dejarse llevar de la corriente de la vida.

“La primera vez es Karan quien la desnuda. Sabe lo que hace, sus dedos ágiles corren alrededor de la cintura con una sabiduría innata y antigua. Le suelta el pelo, le quita las joyas, desgarra la seda de su corpiño y le desata las enaguas, una tras otra. Al verla desnuda, la coge en brazos y la deposita en su cama, y lo hace como si portase una obra de arte, ella tan blanca, tan ardiente, tan entregada y tan prohibida…”.

Esa traición se convirtió en tragedia. Anita se quemó en sus llamas y perdió un reino por amor, pero conquistó su libertad. El madrileño Javier Moro dibujó el mejor cuadro de una India que dejó de ser inglesa y la llenó con el amor de una española cuya vida de novela es un viaje que ya es parte de la literatura universal.

* Subdirector de noticias de Caracol Televisión.

Por Alberto Medina López / @albertomedinal

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