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¿Cómo comenzó Cadencia pódcast?
Fue en medio de la pandemia. Desde 2012 he venido haciendo proyectos propios en medios digitales, pero nunca había hecho nada relacionado con música, a pesar de que siempre ha sido una parte muy importante de mi vida. En ese momento quise reconectarme un poco con ella, me di cuenta de que estaba escuchando lo mismo de siempre, los mismos artistas, y no conocía nada nuevo ni lo que estaba pasando en el país. Entonces decidí empezar por ahí. Así surgió Cadencia.
¿Por qué quiso que la música local fuera el foco de su proyecto?
Fue un poco por nostalgia. Una de mis primeras conexiones importantes con la música fue en la adolescencia: en 2007, con mi mejor amigo, comenzamos a ir a toques y a empaparnos de lo que ocurría en la ciudad y, en parte, en el país. Empecé Cadencia porque quería volver a saber qué estaba pasando acá. Además, después de la pandemia, me preguntaba: si quiero ir a un concierto, ¿a cuál voy? ¿Qué bandas están tocando ahora? No me refiero a los artistas gigantes, sino a los que se presentan en los lugares más pequeños de la ciudad.
Ha hecho mucho énfasis en la gran cantidad de eventos que hay en Bogotá. ¿Cómo fue para usted ese descubrimiento?
Fue muy chévere ver toda esa actividad, y también reestructurar la cabeza. Cuando uno piensa en un concierto suele imaginarse esos grandes eventos: el Movistar Arena, El Campín o los festivales en el Simón Bolívar. Y, por el contrario, muchas veces se menosprecia la escena local. Entonces fue un trabajo el reconfigurar todo eso, repensar el concepto y la dimensión del concierto, y empezar a ver qué estaba pasando realmente aquí. Apenas uno se mete en ese mundo, los eventos empiezan a salir por todas partes, uno tras otro, y el volumen es enorme.
¿Por qué cree que la gente menosprecia la música local?
Creo que es algo cultural, una costumbre de mirar siempre hacia fuera y valorar más lo que viene de otros países. Muchas personas no son conscientes de que todos los artistas fueron locales en algún momento, y que para llegar a hacer giras mundiales o presentarse en otros lugares tuvieron que recorrer un camino largo, a veces muy difícil. Pero uno solo ve el resultado final: a los artistas grandes sonando en todas partes. Por otro lado, influye la cercanía, que paradójicamente genera distancia. La gente piensa que esas bandas siempre están ahí, que siempre podrán verlas. “Si no las veo esta vez, las veo el próximo fin de semana”, se dicen. Y así van aplazando y aplazando hasta que el proyecto se vuelve gigante, o en muchos casos, cuando se dan cuenta la banda, ya ha desaparecido.
¿Cree que Cadencia también impulsa a los músicos a crear sus propios proyectos?
Sí, es algo que funciona de lado y lado. Por una parte está el hecho de que la gente escuche y se entere de todo lo que está pasando, pero también se trata de darles un poco de moral a los músicos. Que sepan que hay más personas en el circuito dispuestas a hablar de lo que ocurre aquí, y que su trabajo es valioso. Entonces sí, también se trata de darles ese pequeño empujón para que sigan adelante con su trabajo.
Sin embargo, hace unos días publicó un video explicando que la situación para Cadencia no era la mejor. ¿Cómo percibe el futuro de este proyecto?
Es un panorama bien complejo. Siento que la pandemia nos dio un impulso enorme, pero se ha ido perdiendo el interés por este tipo de propuestas de música local. Todo ha regresado un poco a las mismas dinámicas de siempre, centradas en lo más comercial. Eso hace que hablar de música alternativa o independiente sea muy difícil. Pero se trata de mantener la moral, seguir trabajando en el proyecto y buscar maneras de hacerlo funcionar. Por eso la idea ahora es apostarle al apoyo de la gente: generar un “crowdfunding” donde las personas puedan aportar.
Más allá de los números, ¿qué diría que le ha traído este proyecto a su vida?
No pienso que esté generando un impacto gigantesco, pero sí me ha pasado que en un toque se me han acercado a decirme: “Vine a ver esta banda porque me enteré por ti”, o “descubrí a esta banda porque la escuché en tu pódcast y ahora es de mis favoritas”. El otro día, por ejemplo, un artista me contó que lo invitaron a un evento gracias a una mención en Cadencia. Esas cosas pequeñas, saber que se puede generar un impacto real, son las que me han mantenido en esto y lo que más satisfacción me da.
¿Y qué es lo que busca dejarle a la gente con su trabajo en Cadencia?
Se trata de generar una mayor conciencia sobre nuestro entorno. La música que se produce localmente habla de lo que está ocurriendo aquí, de nuestra realidad, y por eso me parece tan valiosa. Claro, está muy bien escuchar a Taylor Swift, a Coldplay o a Bad Bunny, pero ellos nunca van a estar hablando de cómo es montarse en un Transmilenio en una hora pico o nunca se van a referir a la situación de violencia que se vive en algunos lugares del país. Hay muchas dinámicas que surgen en nuestro contexto, que nos tocan directamente, y parte del cambio está en ser conscientes de eso, que es algo que se puede hacer apoyando a quienes están hablando de esos temas. Los artistas locales, no solo en la música, sino en general, nos ayudan a confrontar nuestras realidades.
¿Hay algún recuerdo especial que le haya dejado este proyecto?
Sí. Mi mamá casi no escucha música, pero la he llevado a conciertos y a varios eventos. Un domingo, por ejemplo, la invité a Matik Matik a ver a Los Pirañas. Le dije: “Hay un grupo que me gusta mucho, son muy locos, vamos a verlos”, y nos fuimos. También la he llevado a ver a Lucio Feuillet, a Los Rolling Ruanas y a muchos otros. Con ella es más fácil ejercer una influencia directa, pero siento que eso mismo busco con el trabajo que hago: que la gente se dé la oportunidad de descubrir nuevas cosas.
