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¿Qué se espera para esta versión del Festival Calibélula?
En esta octava versión, la propuesta incluye una pantalla móvil que llegará a seis instituciones educativas. Vamos a realizar 12 funciones enfocadas en infancia, adolescencia, medio ambiente y derechos humanos. Los colegios podrán elegir el programa que mejor se adapte a sus estudiantes. Además, ofreceremos talleres formativos en instituciones académicas y otros espacios. Participarán niños y adolescentes, junto a profesionales del sector, abordando temas como animación, stop motion y música en contenidos audiovisuales. También habrá exhibiciones de aproximadamente 130 títulos, tanto presenciales como virtuales.
¿El festival se vincula de alguna forma con la COP16, que se celebra en Cali este año?
Sí, presentamos la tercera versión de Calibélula en las aulas, que incluye un enfoque medioambiental. Estamos trabajando con cuatro instituciones académicas, la mayoría públicas, incluyendo una del Cauca. Los estudiantes han creado sus historias y guiones basados en sus experiencias. Por ejemplo, en San Agustín produjeron un cortometraje sobre la Pachamama utilizando actores en vivo, resaltando la expresión corporal. Los estudiantes del Cauca, que son de comunidades indígenas, también participaron el año pasado con un corto sobre sus tradiciones ancestrales y este año abordaron la manera de involucrar a la comunidad en la conservación de los recursos naturales. Estos cortometrajes, de no más de cinco minutos, empezarán a circular en Colombia y algunos países del mundo.
¿Cuántos festivales de cine están dedicados a infancia y adolescencia?
Realmente, hay pocos festivales dedicados a la infancia y adolescencia: alrededor del 10 %. Aunque algunos han comenzado a incluir secciones específicas, la temática no es generalizada. Calibélula está completamente enfocado en niños, adolescentes y familias. Buscamos sensibilizar a esta población sobre el consumo crítico de los medios y enseñarles a contar sus propias historias.
¿Qué tipo de contenido audiovisual le gusta?
Me gusta el cine. Además, dado el nivel de lectura en la población, el cine a veces llega más fácil. Los libros son una herramienta importante para el cine; adaptar una historia a un cortometraje es una gran oportunidad. El cine no excluye la lectura; cada uno tiene sus bondades, se complementan.
En ese sentido, ¿qué retos existen en este campo del audiovisual?
Uno de los retos al juntar la niñez y adolescencia con el audiovisual es la falta de acceso al cine independiente. Muchas películas que no son comerciales no llegan a las pantallas grandes, ya que las distribuidoras buscan producciones taquilleras. Esto limita la visibilidad de historias que son importantes para los niños y adolescentes. Los festivales son una gran oportunidad para curar contenido. Este año recibimos 1.100 películas, todas las revisamos, incluso aquellas en otros idiomas que, aunque no entendíamos completamente, eran emocionantes. Esto resalta el limitante del idioma como un obstáculo en la presentación de ciertas obras.
Hablemos más del idioma como limitante...
El idioma limita el acceso a películas animadas de calidad, ya que, sin una educación adecuada en segundas lenguas, como el inglés, los niños no pueden disfrutar de estas obras. Muchos se sienten desmotivados ante películas en inglés, especialmente los más jóvenes. Es fundamental trabajar en la educación del idioma desde los colegios, integrando el currículo con la literatura en español y el aprendizaje de lenguas extranjeras. Además, el apoyo de los docentes es crucial; ellos deben estar capacitados para guiar a los estudiantes en este proceso.
¿Qué la conmueve cuando ve una película?
Lo que más me conmueve es la historia. Recuerdo un cortometraje que realizaron unos chicos el año pasado, titulado Encontrando mi luz. Cuando leí el guion, me hizo llorar, a pesar de ser solo de dos páginas. La conexión emocional proviene de la profundidad de la narrativa y cómo se presentan las experiencias y los sentimientos de los personajes.
¿Recuerda cuál fue la primera película que vio?
La primera película que realmente me conmovió fue Pinina. Recuerdo que me impactó mucho, especialmente por cómo se contaban las historias desde la perspectiva de los niños. También me gustan los cortometrajes que sensibilizan sobre temas actuales. Uno que me impactó es De la gota de agua, un corto animado español donde una gota de agua habla con un niño que deja la llave abierta mientras se cepilla. La gota se va donde realmente la necesitan, lo que transmite un mensaje poderoso sobre la conservación del agua. La conexión emocional que generan estas historias es lo que más me atrae del cine.
¿Cuál es su postura frente a la integración de la IA en el audiovisual?
Creo que no se puede descartar la tecnología, sino que hay que darle un buen uso. La inteligencia artificial está revolucionando el diseño y la forma de contar historias. Por ejemplo, ahora es posible crear finales alternativos para películas clásicas, lo que permite personalizar la experiencia. El uso de celulares también facilita la construcción de historias.