![“Este (quien ilustra) no debería sentirse supeditado al texto, sino encontrar formas de aportarle a la narración con sus ideas gráficas: Al final, de eso es lo que se trata un libro álbum: un texto y unas imágenes que se complementan”, dijo Manuela Correa, ilustradora de Tragaluz Editores, sobre el tema.](https://www.elespectador.com/resizer/8QhXA5JGourmIVrpDvp4dgGaqV4=/920x613/filters:quality(60):format(jpeg)/www.elespectador.com/resizer/YREbm-eGovZYPfuyN7yqiw6L5t8=/arc-anglerfish-arc2-prod-elespectador/public/GYVSFU3GMNAD3OEQ7GMIC37Z34.jpg)
“Este (quien ilustra) no debería sentirse supeditado al texto, sino encontrar formas de aportarle a la narración con sus ideas gráficas: Al final, de eso es lo que se trata un libro álbum: un texto y unas imágenes que se complementan”, dijo Manuela Correa, ilustradora de Tragaluz Editores, sobre el tema.
Foto: Pixabay
Escribir y pintar, ejercicios de lo gráfico y de la lectura, han tenido esa relación de hermanos entre la confluencia, la soledad y el diálogo. Desde las iluminaciones en los libros medievales, pasando por Paul Gustave Doré, quien se podría decir que fue un precursor en la ilustración de libros, las imágenes han acompañado a la escritura desde hace mucho tiempo. En los libros ilustrados producidos en las propuestas editoriales contemporáneas se encuentran escritura e ilustración para contar historias de las más diversas naturalezas.
Por Sandra Ladrón de Guevara Güete
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación