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Las olas del mar le dictaron palabra por palabra sus primeras líneas. Con los años esa influencia marina ha mermado, pero siempre el inmenso y profundo azul ha sido determinante para las creaciones de la escritora uruguaya Aída Marcuse, invitada especial al Hay Festivalito, una de las novedades de esta tercera versión del MAPRE Hay Festival de Cartagena de Indias, en la que se incluye la realización de actividades culturales para niños y jóvenes.
"La inspiración podría definirse, creo yo, como la afinación del poder de observación. Todo escritor es un excelente observador y ‘escuchador’. Las ideas están por todas partes y surgen como detonantes de las cosas que nos rodean. A veces basta un sonido para inspirar una poesía y a veces lo único que toca hacer es plasmar la inspiración en un papel”, comenta esta literata que ha cumplido con el sueño de conquistar a los lectores más pequeños.
Sin fórmulas preestablecidas ha logrado llegarle al corazón del público infantil y sus más de 25 títulos lo confirman. Había una vez un cuerpo, Me lo dijo un indio viejo, Lo que cuentan los incas y El león y la araña son tan sólo ejemplos de la pluma mágica de Aída Marcuse, una lectora con inclinaciones de crítica y una ciudadana de América que ha vivido en Montevideo, Buenos Aires, Caracas, Lima y Miami.
De cada uno de estos lugares ella se guardó lo mejor para transmitirlo a los que, hasta ahora, han sido sus seguidores más fieles. “Los niños distinguen sin falta y sin falla lo que es verdadero de lo que es falso. No se les puede engañar. Tampoco conviene intentar hacerlo, son jueces implacables. Por eso, todo lo que escribo se lo doy a leer a los niños que me rodean, en este momento, mis nietos y algunos amiguitos. Siempre tomo en consideración lo que me dicen, y respeto su opinión. Si no les gusta el cuento... es porque, simplemente, es malo. Así que lo vuelvo a escribir, hasta que ellos queden satisfechos”, confiesa sin tapujos.
A pesar de su reconocimiento y de que varios de sus textos hacen parte hoy día del material de lectura obligatoria en colegios y escuelas de Uruguay y Argentina, Aída Marcuse no se siente especialista en literatura para niños. “Soy más bien una persona que se interesa por todo, soy un ser humano que siente curiosidad por todo lo que lo rodea y encuentra por el camino. La literatura infantil empezó a interesarme particularmente cuando tuve hijos, y empecé a inventar historias para contarles”, asegura la escritora que ya figura en algunas antologías de poesía infantil en América Latina.
Siempre está sintonizada con los niños y por eso es consciente de los niveles de edad para quienes escribe, de su vocabulario, su comprensión y sus ideas particulares. “Tuve la suerte de leer muchísimos libros cuando era niña, y sigo haciéndolo ahora. Leer es mi actividad favorita, y siempre lo fue. Quizás no solamente redacto algunos libros que me hubiera gustado leer, sino que todos los libros que leí son el sedimento, el magma, de los libros que escribo. No es que los copie o me hayan dejado recuerdos que utilizo, sino que han influenciado mi gusto y mi vocación por la escritura”.
Muchas veces se ríe con sus propias ocurrencias. Cuando eso pasa, sabe que el texto va por buen camino y se tranquiliza al conocer la respuesta inmediata de su niña interior, aquel invisible y diminuto personaje que no la ha abandonado a lo largo de estos años de ejercicio profesional. Al contar con ese singular guiño, Aída Marcuse ratifica que su escrito tendrá un final feliz. Sus cuentos surgen de lo que ve en la calle, de las ideas que se precipitan en una conversación, de una imagen al parecer sin importancia y también de experiencias reales que, con un poco de ilusión, se convierten en la excusa perfecta para un ingenioso escrito.
Sin embargo, su rol de traductora la ha ayudado a consolidar su pluma. No en vano ha sido confirmada como la traductora oficial de los textos del Dr. Seuss. “La verdadera traducción literaria obliga al escritor a desentrañar el estilo de otro escritor, a descubrir sus sonidos, su ‘canto verbal’, como yo lo llamo dentro de mí, y a tratar de reproducirlo en otro idioma. Es muy difícil y lleva mucho tiempo, pero se logra con práctica y honestidad”, afirma la uruguaya.
Su reconocimiento en esta labor ha sido tal, que ha dictado cursos sobre traducción literaria en varios países, porque le encanta viajar y adentrarse en las manifestaciones folclóricas de cada nación que visita y que, sin duda, termina por acogerla gracias a su talento y carisma.
La Universidad de Panamá, la Biblioteca Nacional de Uruguay y un sinnúmero de centros escolares en los Estados Unidos han contado con la escritora como invitada en seminarios y cursos. “La docencia es una tarea que adoro, pues fue mi vocación inicial y tuve la suerte de poder dedicarme a ella gracias a esos cursos y conferencias. Siento que tengo la posibilidad y el entusiasmo necesario para transmitir lo que sé a aquellos que desean aprender a escribir para niños”. Esa vocación fue la principal motivación para que aceptara participar en Hay Festivalito y conocer de cerca la realidad colombiana.
Aída Marcuse trabaja varios proyectos de manera simultánea. Por ahora se ocupa en su primera novela para público adulto y tiene en marcha un libro de poesía que le absorbe gran parte de sus horas laborales. Su tiempo libre, eso sí, lo tiene destinado a la creación de cuentos infantiles, una labor que, realmente, no es un juego de niños.