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El carácter malévolo de Aerosmith sacudió anoche el parque Simón Bolívar. Por segundo año consecutivo los chicos malos de Boston exhibieron su poderío en un género liderado por figuras díscolas.
Pasadas las 8 p.m., los rockeros liderados por Steven Tyler arribaron a la tarima y la magia dominó la escena. Tal como lo hicieron en Paraguay, Argentina y otras plazas incluidas en la gira Back On The Road, en Bogotá Aerosmith le dio la bienvenida a la noche con tres pantallas de fondo en las que con fuego delineó el símbolo de la banda hasta que Tyler gritó: ‘Bogotá’.
Como un dios del rock, el vocalista se paseó por la tarima con un abrigo largo vinotinto. Cinco pantallas de alta fidelidad detallaron los esfuerzos de la banda por complacer al público.
Con Love In An Elevator, el quinteto puso a Bogotá a sus pies a través de argumentos sólidos como los altos decibeles en las guitarras, la contundencia del bajo y el poderío en la batería. ‘Una chimba’, dijo Tyler al terminar la emblemática canción, logrando una comunión especial con los asistentes.
El solo de batería de Joey Kramer en Janie’s Got A Gun marcó el camino a la demencia. Kramer se despojó de las baquetas y continuó el jam con sus puños y su cabeza.
Durante las casi dos horas de concierto Aerosmith recorrió sus temas más célebres de los últimos 40 años, demostrando que aún los chicos malos siguen reinando.