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Un título atractivo para una historia sorprendente. Los periódicos españoles lo empezaron a llamar entonces el “Robin Hood de la banca”, con ese mote fue conocido Enric Duran, un exprofesor de ping pong de Barcelona que se hizo reconocido por un delito – según la ley - o por una proeza, según algunos.
Entre diciembre de 2007 y enero de 2008, Duran perpetró una estafa de cerca de 500.000 euros. Lo que hizo tiene varias particularidades. Quizás la más llamativa de todas es que este hombre que está próximo a cumplir 44 años, no se quedó con el dinero de un puñado de inversionistas incautos que confiaron en la promesa de algún negocio millonario, sino que se las arregló para sustraer el dinero de 39 entidades financieras. En pocas palabas, Enric Duran es un ladrón de bancos.
La serie de entrevistas del periodista español Jordi Évole, que en Netflix se encuentra con el título de “Salvados”, presenta un perfil del hombre hoy por hoy es prófugo de la justicia por delitos como estafa y falsedad documental. Tiene una condena pendiente de ocho años de cárcel.
Jesús García, periodista de El País de España y quien le ha seguido de cerca la pista a esta noticia, explica en “Salvados” porqué está historia no necesariamente corresponde a la de un vulgar estafador.
“Es una estada singular. El objetivo de un estafador es hacerse con el máximo de dinero posible para su propio beneficio. En este caso, lo que hizo este chico, fue darle este dinero a movimientos sociales y colectivos que él creía podían cambiar el sistema capitalista”. ¿La estafa como denuncia?, para Duran, su acción, que en todo momento evita llamar robo, era justamente ese: denunciar el sistema y el funcionamiento de los bancos. Una empresa de difícil trámite.
Para perpetrar su golpe, durante 2007 y parte de 2008, Enric Durán dedicó su vida a recaudar la mayor información posible del sistema financiero y de la forma en la que operan los bancos. Para hacerlo, dedicó sus horas a pedir créditos financieros de todo tipo.
“En este periodo de investigación buscaba obtener más información de los bancos que la que ellos podrían obtener de mí”. Con los créditos que le aprobaron y rechazaron, con los tiempos que se demoraron los bancos en darle la respuesta, con las alertas de mora que genera el Banco de España, con las dificultades para obtener la documentación que exigen los bancos para prestar plata y otras experiencias más, Duran preparó un completo vademécum para crear su estrategia y aprovecharse de las debilidades y fortaleza de las entidades financieras.
“Él comenzó pidiendo pequeños préstamos a una serie de entidades. Una vez que tenía ese dinero, se dedicó a falsificar documentos y nóminas falsas, uno de los métodos que empleó para obtener los créditos de mayor cuantía. Era una especie de estafa piramidal, porque la bola se iba haciendo más grande. Empezó por créditos pequeños y una vez que disponía de esa liquidez, justificaba créditos más grandes en otras entidades”, explica el periodista Jesús García. En total, Enric Durán solicitó 68 créditos. Dicho dinero, tal vez sobre decirlo, jamás regresó a las arcas de los bancos.
La forma en la que se descubre esta estafa le imprime otro condimento a este coctel. El mismo Duran, en 2008, con un periódico que él mismo escribió, dirigió y publicó, contó a España entera lo que había hecho. “Crisis”, fue el nombre de aquella publicación de la que mandó a imprimir 200 mil ejemplares.
“Era consciente de que con esto podía ir a la cárcel, de hecho, en la publicación Crisis, les dije de qué delitos me podían acusar. Por lo tanto, era consciente de ese hecho. No me voy a entregar a la justicia. Lo que quiero es generar un proceso en el que haya un diálogo real sobre las razones. No quiero que se me trate como un delincuente que robó no sé qué cantidad total. Quiero que se vaya a la razón de la acción y desde allí hablemos”.
Para Duran, su caso es una oportunidad para hablar, por ejemplo, del papel real de los bancos en la sociedad, de la forma en la que estos generan riqueza, de la relación de los dueños de los bancos con los políticos, de los favores y deudas que las entidades financieras con los poderosos, entre otros temas.
“Está claro que el sistema actual no sirve para generar el bien para la mayoría de la sociedad y por tanto esas locuras que podemos hacer algunos ahora, pueden convertirse en la política y en la economía del mañana”, dice Enric Duran en “Salvados”.
Nada es por generación espontánea. Un par de años antes de que Duran empezara su golpe, un libro sobre Lucio Urtubia, conocido como “el último anarquista”, le dio las luces y la fuerza para enfrentarse al sistema y sus bancos, la punta de la lanza.La vida de Urtubia, quien nació en Navarra en 1931, ha sido llevada al cine, la televisión y la literatura. Hoy, con 84 años cumplidos, dice que “es un placer robar a los bancos”.
Lo invitamos a leer: Lucio Urtubia, el último anarquista
Siempre hay tiempo para la crítica. En un texto publicado en “Huffpost”, Pablo Prieto habla de la entrevista de “Salvados” a Duran. La entrevista, dice, “omite descaradamente los datos más significativos de su relato: omite el intento de abrir el debate sobre la nula legitimidad democrática y moral de banqueros, políticos y hombres de negocios, así como de algunos jueces que trabajan en connivencia con los banqueros; sobre las posibles alternativas que la sociedad civil está diseñando; y en especial sobre el verdadero quid de la cuestión, el mecanismo de creación del dinero”.
Agrega Prieto que “Salvados omite, por ejemplo, las cooperativas integrales, como la CIC, una compleja red de personas jurídicas y aplicaciones informáticas que está permitiendo que miles de catalanes vivan cada vez más al margen del Estado capitalista, de sus bancos y de su terrorismo financiero. En Cataluña, el miedo ya está cambiando de bando, y eso no es algo que periodistas de la talla de Évole debieran pasar por alto. Paradójicamente, el interés internacional por la CIC y su modo de operar es creciente y abrumador”.
Fina Giralt, mamá de Eirc Duran, cuenta que cuando se enteró de las movidas de su hijo, lo recriminó y le dijo que pudo haber planteado sus inconformidades contra el sistema de otras formas. Con la política, por ejemplo. Después de desestimarle esa idea, solo apunto a decir: “El mundo no da espera”.
