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“Estoy desarrollando proyectos audiovisuales porque dedicarse solo a la literatura entristece ”: Jorge Franco

El escritor antioqueño habla acerca de su libro El Cielo a tiros en el que se centra en las familias disfuncionales y en los hijos de los narcotraficantes, que de alguna forma también son víctimas de una vida que no eligieron.

27 de agosto de 2020 - 08:44 p. m.
Jorge Franco escritor colombiano.
Jorge Franco escritor colombiano.
Foto: archivo

Jorge Franco es el autor de novelas como Rosario Tijeras y El mundo de afuera (que ganó el Premio Alfaguara de Novela en el 2014). Su más reciente publicación es El cielo a tiros en la que hace una reflexión acerca del pasado y presente de Medellín, además de abordar uno de los temas más complicados que marcaron la historia del país: el narcotráfico.

En entrevista con El Espectador, Franco aseguró que fue interesante escribir nuevamente de esa época que marcó al país, ya que tuvo que mirar retrospectivamente lo que ha pasado en Medellín desde la muerte de Pablo Escobar. Además, dijo que una de sus motivaciones fue darle una mirada crítica a la sociedad, mirando los logros y los desaciertos desde familias disfuncionales.

También resaltó que hablar de los hijos de los narcos como víctimas es algo riesgoso, pero que ellos entran en el dilema de amar u odiar a sus padres, pues tienen una vida en la que son castigados por ser primogénitos de personas que hicieron tanto daño. El cielo a tiros muestra de alguna forma como deben asumir una vida y unos hechos de los que no son culpables.

¿El hecho de que algunas de sus obras hayan llegado al cine y a la televisión lo han condicionado a la hora de escribir sus historias?

Hay tanta diferencia entre escribir una historia para el cine y una para la literatura que, en mi caso, no hay posibilidad de confusión o de algún condicionamiento. Puede haber algunas influencias, pero son incluso previas a mi oficio, como el hecho de haber estudiado cine antes de haberme convertido en escritor, o haber sido desde siempre muy cinéfilo. Pero cuando estoy escribiendo un libro, estoy conectado al cien por ciento con lo literario. Lo cinematográfico no pasa por mi cabeza.

¿Su obra Rosario Tijeras marcó su carrera literaria?

Completamente. Hay un antes y un después en mi vida luego de Rosario Tijeras, como persona y como escritor. Y lo sorprendente para mí es que todavía no termina. Aún siguen ocurriendo muchas cosas alrededor y como consecuencia de Rosario Tijeras.

¿Cómo fue la construcción de El cielo a tiros?

No fue fácil porque implicó retomar un tema tan sensible en Colombia como es el narcotráfico, algo que no hacía de lleno desde Rosario Tijeras, es decir, casi 20 años después. Pero, por otro lado, fue interesante porque me exigía una mirada retrospectiva a lo que ha venido pasando en Medellín, en particular desde la muerte de Escobar. Una de las tantas motivaciones que tuve para escribir esta novela era echarle una mirada crítica al comportamiento social en estos últimos años, mirar los logros y los desaciertos, y contar todo esto valiéndome de una familia disfuncional, en un entorno delirante, y con la voz de un narrador bastante ingenuo.

¿Por qué en su libro habla de la Medellín de antes y alguna forma del presente?

Porque creo que como sociedad no estuvimos a la altura de una oportunidad histórica. Siempre he dicho que es lamentable que la muerte de alguien sea una oportunidad para los cambios. Pero para Medellín fue así. La muerte de Escobar pudo haber marcado un antes y un después, y aunque hay que reconocer que ha habido cambios muy positivos, como sociedad seguimos aferrados a una cultura mafiosa, a todo nivel. Desde el frecuente “usted no sabe quién soy yo”, pasando por los políticos que continúan recibiendo, clandestinamente, dinero en bolsas, hasta las masacres que han regresado con la ira y la impunidad de siempre, seguimos siendo un país mafioso.

¿Pablo Escobar es un punto de partida en su libro o qué papel juega?

En el libro, básicamente, marca el punto de partida del desmoronamiento de una familia, pero como ya lo dije, también muestra ese momento que pudo haber sido una oportunidad histórica para Medellín y Colombia, pero nos quedamos patinando en los mismos errores, en las mismas conductas. Él es el único personaje real que menciono en la novela, aunque solo en algunos párrafos, pero también con la intención de recordarle al lector la oportunidad perdida y la época terrible que atravesamos.

¿Qué tan difícil ha sido abordar el tema del narcotráfico en Colombia desde la literatura?

Solo es difícil cuando uno tiene que enfrentarse a ciertos sectores de la sociedad que se quejan de que todavía estemos escribiendo historias sobre el narcotráfico. A algunos les molesta que se ventile esa realidad. El problema es que el narcotráfico está más vivo que nunca y, además, todo país, toda cultura, tiene el derecho y la necesidad de contarse a sí misma. Ahora mismo, cuando a través del fanatismo se intenta politizar la violencia, poniéndole cualquier color partidista, me afianzo aún más en mi convicción de que nuestra violencia, desde comienzos de los 80, ha sido alimentada por el narcotráfico, y que seguirá siendo así mientras tengamos narcotráfico en Colombia, o sea, por siempre.

La historia está narrada en tres líneas de tiempo que parecen paralelas ¿esa era la intención?

Sí, es una estructura muy frecuente en mis libros. Concebí una historia y la rompí en tres momentos específicos, que se van complementando a lo largo de la narración. La idea es que el lector la vaya armando a medida que la lee.

En el proceso de creación del libro, ¿qué fue lo que más le impacto de los hijos de los narcotraficantes?

Es complicado reconocer que muchos de ellos también fueron víctimas del conflicto. Que cargaban con una historia de vida que no eligieron, y que tenían que vivir con un dilema tremendo: amar u odiar al padre. Además, en un país lleno de víctimas como el nuestro, es muy riesgoso catalogar a los hijos de los victimarios como víctimas. El estigma para algunos de ellos es que deben ser rechazados y castigados como sus padres.

¿En qué momentos y lugares le gusta escribir?

Prefiero escribir en las tardes. En las mañanas me cuesta mucho engranar con el mundo. Y me gusta hacerlo en mi estudio, y en completo silencio.

¿El cielo a tiros será adaptada a formato audiovisual?

Sí, estamos en eso. Solo que la pandemia alteró los planes y los tiempos, pero supongo que cuando salgamos de esta se retomará el trabajo de la adaptación.

¿Cómo fue su infancia en Medellín y qué tanta incidencia tiene en sus obras?

Fue una infancia normal, tranquila, en una Medellín todavía muy tranquila. Fue también una infancia en familia, siempre muy unidos, para arriba y para abajo todos juntos, en una época maravillosa donde se podía jugar en la calle, en una ciudad muy verde.

¿Qué nuevos proyectos vienen?

Pues estoy escribiendo una novela desde hace ya un buen tiempo, pero soy lento en la escritura y no logro avanzar con la velocidad que quisiera. Además, estoy desarrollando un par de proyectos audiovisuales porque dedicarse solamente a la literatura entristece a veces.

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