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Eva o los riesgos de la admiración

La tensión se da entre los que tienen y los que no, los exitosos y los que quieren serlo, con preguntas sobre la frontera entre la admiración y la envidia, sobre las apariencias y la realidad.

Manuel Kalmanovitz G.

24 de mayo de 2019 - 06:05 p. m.
Lily James, en una de las escenas de “Todo sobre Eva”. / Jan Versweyveld
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Hay pocas villanas en el cine clásico de Hollywood como Eve Harrington, la muchacha aparentemente inocente, dulce y ambiciosa que le da el nombre a la película All About Eve, de 1950. Nominaría quizás a Ellen Berent, la figura central en Leave Her to Heaven, el perturbador y retorcido melodrama de 1949, pero sería un asunto reñido y en este duelo imaginario Eve tendría la ventaja de ser una actriz, de tener cara de inocente y de saber disimular, lo que siempre produce una maldad, y unos dramas más complejos y suculentos.

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All About Eve tiene lugar en el mundo del teatro y los personajes centrales son dos: Eve y Margo Channing, una actriz en la cumbre de su fama y fortuna que, a los 40 años, está comenzando a verse extraña interpretando papeles de jovencita. Luego hay una variedad de hombres alrededor de las dos -un dramaturgo, un director, un crítico teatral y un productor- que poco a poco van convirtiéndose en el mapa metafórico donde se desarrolla la guerra entre la recién llegada y la actriz consagrada a quien admira e imita.

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Viéndola ahora, casi 70 años después, es impresionante lo bien que se ha conservado. En buena parte se debe a los diálogos cortantes y memorables del guion del también director Joseph L. Mankiewicz, pero también al reparto: además de Anne Baxter, como la joven Eve, estaba la inolvidable Bette Davis y el duelo matizado de las dos, con todo lo que tiene de crueldad y de arribismo, de falsa modestia y hambre de éxito, está lleno de momentos icónicos.

La tensión dramática de la película se da entre los que tienen y los que no, los exitosos y los que quieren serlo, con preguntas sobre la frontera entre la admiración y la envidia, sobre las apariencias y la realidad. Pocas veces se ha retratado con un humor tan negro, con tanta elegancia e inteligencia, la sinuosidad del carrerismo y la forma como quienes lo darían todo por el éxito profesional terminan instrumentalizando hasta la última de sus relaciones personales.

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Es inevitable para una película realizada en 1950 que algunos elementos no resulten vigentes tantos años después, pero son sorprendentemente pocos (especialmente incongruente es la visión de Channing del matrimonio como la solución a todas sus dudas existenciales) y estos desfases culturales han sido suavizados en la adaptación teatral que, por lo demás, sigue de cerca el guion original de Mankiewicz.

A nivel temático, es una adaptación totalmente lógica: al fin y al cabo, All About Eve tiene lugar en el mundo del teatro de Nueva York, que en el imaginario cultural de Hollywood de ese entonces servía como un símbolo de lo que sería un santuario de cultura y sofisticación, y que en lo que sucede termina por hacer evidente que la cultura y la sofisticación sirven no tanto para hacer más pacífica a la gente, sino para que sus agresiones sean más elaboradas, su crueldad más solapada, sus comportamientos más difíciles de leer e interpretar.

Para los niveles de cinismo que el Hollywood clásico llegó a refinar, es decir, esa visión del mundo en la que no hay nobleza o afectos o bondad que puedan hacerle contrapeso a la arrasadora sed de triunfo individual, esta película alcanzó una cima que comparte, si acaso, solo con la obra de Billy Wilder (Ace in the Hole, de 1951, me sigue pareciendo insuperable).

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Quizá sea ese pesimismo tan profundo sobre la naturaleza humana, sumado a la elegancia dramática con la que se va desarrollando esta relación y que despierta una combinación de repulsión y ternura por esta joven ambiciosa, la que permite que este choque de mujeres siga viéndose y disfrutándose tan intensamente hasta el día de hoy.

Porque si nos sintonizamos con esa visión pesimista de la humanidad, es posible verla replicada en los gobernantes mezquinos del mundo entero o en los miles de personas que buscan en redes sociales, con una terquedad aterradora, sus cinco minutos de fama y atención (ni siquiera fortuna) cada día y cada minuto.

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En la versión del National Theatre de Londres, dirigida por Ivo van Howe y musicalizada por la cantante PJ Harvey, el papel de Channing lo interpreta Gillian Anderson (la agente Scully de Los expedientes secretos X) y el de Eve lo hace Lily James (Baby Driver) en un espectáculo que usa efectos de video y teatrales para hacer, en palabras de Andrezj Lukowski, crítico teatral de Time Out, “un monumento al rostro de Anderson”.

Cabría agregar que también es un monumento a una de las mejores villanas que haya producido el cine de Hollywood en su larga historia.
 

Por Manuel Kalmanovitz G.

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