“Eva y Lola”: cuarenta y cinco años del golpe de Estado en Argentina
A 45 años del golpe de Estado en Argetina, presentamos una reseña de la película “Eva y Lola” (2010), de Sabrina Farji, que trata la situación de los hijos de los desaparecidos.
María Paula Lizarazo
Resurgirás
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Resurgirás
Si preguntan por Amanda,
qué les digo ?
Si preguntan mis amigos
si preguntan compañeros
qué les digo ?(…)
Si preguntan por Amanda diré
que jamás conocerás olvido
como hoy, que el pueblo ha salido
en la Marcha por la Vida
clamando por los hijos
arrancados de sus filas.(…)
Poema del argentino Alberto Assadourian. Es uno de los tantos poemas escritos en prisión por los perseguidos de la dictadura.
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La semana pasada se cumplieron 45 años del golpe de Estado que dio origen al régimen dictatorial de Jorge Rafael Videla, prolongado hasta el 10 de diciembre de 1983.
Al respecto, la periodista Noelia Barral Grigera señaló en su reciente columna en el Washington Post que Argentina es un país ejemplar en cuanto al juzgamiento de los jerarcas de la dictadura, la búsqueda de los bebés y niños desaparecidos, así como los cuerpos de los torturados. “Dos grupos de mujeres claves en la historia argentina, las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, reunidas en plena dictadura para buscar a sus hijos detenidos desaparecidos y a las niñas y niños secuestrados junto a ellos —algunos nacidos durante su cautiverio— marcaron a la sociedad argentina y al mundo el camino de la justicia”.
La película Eva y Lola (2010), de la directora Sabrina Farji, cuenta ficcionalmente la vida de dos jóvenes amigas, cuyos padres desaparecieron en la dictadura militar de Videla. Eva y Lola trabajan en el circo Cabaret Punk. Ambas saben que sus padres fueron desaparecidos en la dictadura y que ellas son parte de las nietas que las Abuelas de Plaza de Mayo buscan. Pero cada una está en una etapa diferente de su propio proceso.
Eva tiene llamadas a escondidas e imaginarias con su padre, mientras recibe la indemniación que le da el Estado por su condición.
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Lola no habla del tema con su amiga y tampoco se atreve a ir al banco genético para los desaparecidos -un archivo sistemático del material genético y muestras biológicas de familias- porque eso implicaría cárcel para sus padres: Lola fue regalada o vendida, y su hermana, hija biológica de los padres, tiempo atrás encontró el registro del nacimiento y entrega de Lola; es por esto que sus padres ya no la consideran una hija y Lola le recrimina haber dañado su vida por contarle la verdad.
Eva hace una cuenta con cifras ficcionales y concluye que en la década de 2080 terminarán de encontrarse todos los hijos de desaparecidos. Mientras tanto, entre procesos psicológicos de negación, llega el día en el que Lola vuelve a escuchar a su hermana y le recibe el papel de su nacimiento. Su hermana le cuenta que cuando ella llegó a casa, sus padres le dijeron que había venido la cigüeña.
Lola aún no decide nada. Una tarde está en casa con su madre, ven en la televisión a una Abuela de Plaza Mayo hablando y la madre le grita al televisor: “¿y por qué no cuidaste bien de tus hijos?”.
Las amigas descubren en el papel de nacimiento de Lola que sus padres biológicos la habían registrado como Eva y que por la cárcel en la que nació, seguramente el padre de Eva, el padre de las llamadas, la escuchó llorar al nacer.
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Finalmente, Lola decide ir al banco genético para hacerse una muestra de sangre. Es diciembre y ambas deciden llegar de sorpresa a casa de la hermana de Lola. Pasados unos días, Lola recibe una llamada y se encuentra en una estación con quien sería su abuela, una Abuela de Plaza Mayo. Eva la acompaña. Se saludan. Lola está nerviosa y recibe un abrazo que le ha sido guardado desde hace décadas. La abuela las invita a casa a comer, se están yendo y Eva regresa apresurada y nos pone en la cámara el número 299: ahora quedan 299 hijos de desaparecidos por encontrar.
Las tres se van caminando y la película cierra con un mensaje que dice que el número 299 es ficcional y que el dolor no se mide en cifras. La ficción narra el dolor y lo desnaturaliza, por ejemplo, en un momento de la película Eva reflexiona que la situación de los desaparecidos afecta al país entero, incluso a los que creen que no es con ellos y diciendo eso levanta su mirada y nos mira a la cámara; lo que apela también y en nuestro caso, a que la historia de los desaparecidos es una historia común en los países de América del Sur y que mientras no sea resuelta y reparada, sus narrativas artísticas y ficcionales seguirán emergiendo.