Falleció el maestro Catalino Parra, uno de Los Gaiteros de San Jacinto

A mediados de los años 50 y 60, los Gaiteros de San Jacinto llevaron el folclore colombiano a los lugares más lejanos del planeta. La música de tamboras y gaitas, cargadas de la riqueza del mestizaje indígena, africano y europeo, fue interpretada por esta agrupación en China, Japón, la Unión Soviética, Alemania, Francia, Italia, España, entre otros países.

Uno de los miembros de esa nómina de lujo que llevó la música del país a lugares inimaginados fue Catalino Parra, nacido en Soplaviento, Bolívar, y que murió en la noche de este viernes en Cartagena a los 95 años. El papel de Parra en esta tradicional agrupación fue introducir el bombo a la música de gaitas, un aporte que revolucionaría el genero y les daría a las tamboras un protagonismo igual a las sonoras gaitas, tan tradicionales en el área de Montes de María.

Además de introducir el bombo a Los Gaiteros de San Jacinto, Catalino Parra se destacó por su potente voz, como lo señala el cronista costeño Alberto Salcedo Ramos: “Se daba el lujo de cantar sin micrófono y su chorro de voz los cubría todo, pero jamás se sentía estridente”.

Catalino Parra murió en la casa de una de sus hijas en el barrio San Fernando de la Heroica. Desde hace unos meses el artista caribeño iba y salía de los hospitales, incluso hace unos días había estado hospitalizado en un centro médico de Cartagena. Parra hace poco había cumplido 95 años, y, debido a su debilitada salud, tuvo que celebrarlos internado en la Clínica General del Norte, en Barranquilla.  

Ese día de cumpleaños, uno de los Gaiteros de San Jacinto más reconocidos fue visitado por músicos del Grupo Tambó y Lisandro polo, que fue Rey Momo de los tradicionales Carnavales de Barranquilla. Como recogió un medio de la costa, Parra estuvo casi todo el homenaje con la mascarilla del oxígeno. Pero, al momento de sonar Soplaviento, el maestro no aguantó las ganas: se quitó el oxígeno e hizo gala de su voz, que todavía guardaba algunos visos de la potencia con la que sorprendió auditorios a nivel mundial.

Desde pequeño, la debilidad de Parra fue la música: primero fueron los boleros y después, gracias a la vista de un grupo de gaiteros a Soplaviento, su vida se encaminó hacia la puya, el bullerengue, el mapalé y otros ritmos que son la muestre que este país es la mezcla de muchas razas y culturas. A pesar de su talento musical, las giras, y las muchas clases, Parra nunca abandonó la pesca, su primer oficio.

Este viernes se apagó la voz de Catalino Parra, pero la cultura colombiana seguirá recordándolo por las letras de las muchas canciones que compuso. Manuelito Barrios, Josefa Matía y el Morrocoyo son algunos de los temas que lo consagraron como una de las figuras más destacadas de los Gaiteros de San Jacinto y de la música colombiana.

A mediados de los años 50 y 60, los Gaiteros de San Jacinto llevaron el folclore colombiano a los lugares más lejanos del planeta. La música de tamboras y gaitas, cargadas de la riqueza del mestizaje indígena, africano y europeo, fue interpretada por esta agrupación en China, Japón, la Unión Soviética, Alemania, Francia, Italia, España, entre otros países.

Uno de los miembros de esa nómina de lujo que llevó la música del país a lugares inimaginados fue Catalino Parra, nacido en Soplaviento, Bolívar, y que murió en la noche de este viernes en Cartagena a los 95 años. El papel de Parra en esta tradicional agrupación fue introducir el bombo a la música de gaitas, un aporte que revolucionaría el genero y les daría a las tamboras un protagonismo igual a las sonoras gaitas, tan tradicionales en el área de Montes de María.

Además de introducir el bombo a Los Gaiteros de San Jacinto, Catalino Parra se destacó por su potente voz, como lo señala el cronista costeño Alberto Salcedo Ramos: “Se daba el lujo de cantar sin micrófono y su chorro de voz los cubría todo, pero jamás se sentía estridente”.

Catalino Parra murió en la casa de una de sus hijas en el barrio San Fernando de la Heroica. Desde hace unos meses el artista caribeño iba y salía de los hospitales, incluso hace unos días había estado hospitalizado en un centro médico de Cartagena. Parra hace poco había cumplido 95 años, y, debido a su debilitada salud, tuvo que celebrarlos internado en la Clínica General del Norte, en Barranquilla.  

Ese día de cumpleaños, uno de los Gaiteros de San Jacinto más reconocidos fue visitado por músicos del Grupo Tambó y Lisandro polo, que fue Rey Momo de los tradicionales Carnavales de Barranquilla. Como recogió un medio de la costa, Parra estuvo casi todo el homenaje con la mascarilla del oxígeno. Pero, al momento de sonar Soplaviento, el maestro no aguantó las ganas: se quitó el oxígeno e hizo gala de su voz, que todavía guardaba algunos visos de la potencia con la que sorprendió auditorios a nivel mundial.

Desde pequeño, la debilidad de Parra fue la música: primero fueron los boleros y después, gracias a la vista de un grupo de gaiteros a Soplaviento, su vida se encaminó hacia la puya, el bullerengue, el mapalé y otros ritmos que son la muestre que este país es la mezcla de muchas razas y culturas. A pesar de su talento musical, las giras, y las muchas clases, Parra nunca abandonó la pesca, su primer oficio.

Este viernes se apagó la voz de Catalino Parra, pero la cultura colombiana seguirá recordándolo por las letras de las muchas canciones que compuso. Manuelito Barrios, Josefa Matía y el Morrocoyo son algunos de los temas que lo consagraron como una de las figuras más destacadas de los Gaiteros de San Jacinto y de la música colombiana.