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Sebastião Salgado, uno de los fotógrafos más influyentes del último siglo, murió este viernes a los 81 años, según informó el Instituto Terra, fundado por el brasileño. Su obra, tanto fotográfica como ambiental, estuvo marcada por un profundo compromiso social.
“Sebastião fue mucho más que uno de los mayores fotógrafos de nuestro tiempo (...) Sembró esperanza donde había devastación y dio vida a la creencia de que la reparación ambiental es también un profundo acto de amor por la Humanidad”, señaló Instituto Terra en la publicación de Instagram en la que anunció la noticia.
A pesar de haberse formado inicialmente como economista, en la década de los 70 adquirió el gusto por la fotografía, que muy pronto se convirtió en su obsesión personal y su profesión. Desde entonces, recorrió el mundo —desde los campos de refugiados en África y las minas de oro en Brasil, hasta las guerras en Centroamérica y las comunidades indígenas del Amazonas— con la cámara colgada al cuello.
Algunos de sus trabajos más reconocidos son Trabajadores (1993), una mirada hacia la muerte del trabajo manual; Éxodos (2000), marcada por los rostros de migrantes, y Otras Américas (1986), donde retrató la precariedad en América Latina.
Su fotografía, caracterizada sobre todo por el uso de la escala de grises y el alto contraste, lo posicionó como uno de los fotógrafos más importantes del último siglo. Entre los reconocimientos que recibió está el Premio internacional de la fundación Hasselblad en 1989 y el Príncipe de Asturias de Arte en 1998.
El compromiso de Salgado con la reforestación
Salgado no solo documentó el dolor; también intentó repararlo. Junto a su esposa, Lélia Wanick, fundó el Instituto Terra, un ambicioso proyecto de reforestación en el sur de Brasil que hasta ahora ha logrado recuperar más de 550 hectáreas de bosque de las 7.500 que están en proceso de restauración en el Valle del Río Dulce.
Este proyecto lo puso en marcha en Aimorés, un municipio en el Estado de Minas Gerais, en Brasil, en 1998. Todo empezó con la reforestación de una antigua finca ganadera propiedad de la familia Salgado, donde desde entonces se han plantado millones de árboles nativos para restaurar la Mata Atlántica, uno de los biomas más amenazados del país.
Además de su labor de reforestación, el Instituto Terra desarrolla programas de educación ambiental, investigación científica y capacitación en técnicas sostenibles de manejo del suelo y los recursos hídricos.
