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Federico García Lorca en cinco poemas

Uno de los autores más destacados de España en el siglo XX falleció hoy hace 86 años, cuando fue fusilado a causa de la Guerra Civil que se estaba desatando por ese momento. Acá cinco extractos de su obra como homenaje a su legado.

18 de agosto de 2023 - 04:17 p. m.
"'Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos', escribía García Lorca", dice Gonçalo Tavares en la última entrada de su Diario de la peste.
"'Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos', escribía García Lorca", dice Gonçalo Tavares en la última entrada de su Diario de la peste.
Foto: Archivo Particular

Nació en Fuente Vaqueros de la provincia de Granada, España en 1898. Estudió en las escuelas de Filosofía, Letras y Derecho. Gran amigo de personajes como Salvador Dalí, Luis Buñuel y Manuel de Falla.

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Fue poeta, escritor y dramaturgo, que a la edad de 38 años fue fusilado a inicios de la Guerra Civil en España, entre el 18 y 19 de agosto de 1936. Su cuerpo no ha sido encontrado aún, y se cree que se encuentra en una fosa común cerca de su provincia en Granada.

Fue el autor detrás de obras teatrales como “Bodas de sangre” (1933), “Doña Rosita la soltera” (1935), “La zapatera prodigiosa” (1930) y “La casa de Bernarda Alba” (1945), que fue publicada y presentada después de su muerte.

La obra de Federico García Lorca ha sido catalogada como una de las más influyentes de España y de la literatura universal del siglo XX, abarcaba temáticas como el amor, la esterilidad, la muerte, la infancia y la denuncia social. En una de sus últimas entrevistas en La Gaceta Literaria de Madrid en 1931, se refirió a este último punto: “ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío... del morisco que todos llevamos dentro.”

A continuación, cinco de sus poemas en conmemoración del aniversario 87 de su muerte:

Romance de la luna, luna (Romancero Gitano)

La luna vino a la fragua

con su polisón de nardos.

El niño la mira mira.

El niño la está mirando.

En el aire conmovido

mueve la luna sus brazos

y enseña, lúbrica y pura,

sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.

Si vinieran los gitanos,

harían con tu corazón

collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.

Cuando vengan los gitanos,

te encontrarán sobre el yunque

con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,

que ya siento sus caballos.

Niño, déjame, no pises

mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba

tocando el tambor del llano.

Dentro de la fragua el niño,

tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,

bronce y sueño, los gitanos.

Las cabezas levantadas

y los ojos entornados.

Cómo canta la zumaya,

¡ay cómo canta en el árbol!

Por el cielo va la luna

con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,

dando gritos, los gitanos.

El aire la vela, vela.

El aire la está velando.

Malagueña (Poema de cante jondo)

La muerte

entra y sale

de la taberna.

Pasan los caballos negros

y gente siniestra

por los hondos caminos

de la guitarra.

Y hay un olor a sal

y a sangre de hembra,

en los nardos febriles

de la marina.

Y la muerte

entra y sale

y sale y entra

la muerte

de la taberna.

La Aurora (Poeta en Nueva York)

La aurora de Nueva York tiene

cuatro columnas de cieno

y un huracán de negras palomas

que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime

por las inmensas escaleras

buscando entre las aristas

nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca

porque allí no hay mañana ni esperanza posible.

A veces las monedas en enjambres furiosos

taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos

que no habrá paraíso ni amores deshojados;

saben que van al cieno de números y leyes

a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos

en impúdico reto de ciencias sin raíces.

Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes

como recién salidos de un naufragio de sangre.

Mariposa del aire

Mariposa del aire,

qué hermosa eres,

mariposa del aire

dorada y verde.

Luz del candil,

mariposa del aire,

¡quédate ahí, ahí, ahí!

No te quieres parar,

pararte no quieres.

Mariposa del aire

dorada y verde.

Luz de candil,

mariposa del aire,

¡quédate ahí, ahí, ahí!

¡Quédate ahí!

Mariposa, ¿estás ahí?

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