En momentos de confusión como los actuales, con nuestra obstinada violencia y persistente pobreza, con un Gobierno revolucionario que vendió la idea de tener antídotos creativos para combatirlas, pero se dedicó más bien a agredir, a excusarse en los demás y a dividir a los colombianos, muchas personas se preguntan con angustia para dónde vamos. Claro, sugestionados además por el discurso apocalíptico de los opositores. Y la respuesta no es fácil, y ciertamente no existe una verdadera.
Con todo, me niego a creer en el apocalipsis para este país. Y no por un autoengaño o por ilusiones vanas, sino porque, no ahora, siempre, este país encuentra la manera de caminar hacia delante a pesar de todo. Hoy y ahora, ¿cómo es que sigue nuestra economía creciendo, no a los ritmos necesarios y posibles, pero creciendo, cuando el panorama es tan incierto y las finanzas públicas están exprimidas? ¿Cómo baja el desempleo, no el formal, es cierto, pero igual uno que trae a muchos hogares ingresos que ayer no se tenían, cuando los incentivos para invertir o crecer empresas y emprendimientos son todos negativos? ¿Cómo resistimos esa violencia, esa desigualdad, esa pobreza, esa falta de oportunidades, ahora y siempre?
No encuentro otra explicación para esa relativa estabilidad sobre suelos trémulos que el talento y el talante de los colombianos. Como nos damos tan duro, muchas veces no somos conscientes del poder de nuestra gente. Las preguntas frente al futuro de Colombia son diferentes cuando se habla con extranjeros. Claro, en estos tiempos andan un poco confundidos con nuestros estremecimientos políticos y nuestro liderazgo errático, pero lo que quieren saber es de dónde surge tanta creatividad, tanta energía popular, tanta diversidad activa, tanto recurso humano educado y buen trabajador. No extraña, por lo mismo, que el país sea un lugar apetecido para visitar. El mundo está curioso sobre lo que pasa en Colombia, a pesar de todo.
Pues un poco de todo eso es de lo que se trata esta edición especial del 20 de julio que aquí les presentamos. De ese talante colombiano, que es lo que nos permite avanzar entre obstáculos indecibles. Sí, es verdad que nos damos duro, que sentimos que tocamos fondo a cada rato, que no tenemos remedio, pero no, no nos dejamos llevar hasta el fondo y tampoco dejamos de buscar remedio.
No es esta edición, empero, una celebración de resistencia y resiliencia, que ya en otros momentos y en otras ediciones hemos celebrado, porque merecen ser celebradas. Es más bien un canto a nuestra creatividad y empuje, a esa frente en alto que bien sabemos llevar. Porque eso es lo que nos despierta nuestro orgullo.
Por eso mismo, acudimos a referentes de diversos campos y regiones, de la música al deporte, de la literatura al trabajo social, de las costas a las montañas, personas que nos llenan de orgullo por su compromiso, su éxito, su ejemplo. Son apenas unos cuantos, pero representan ese liderazgo que nos convoca a todos los colombianos y que llama tanto la atención en otras partes del mundo.
A Julieth, a Piedad, a Morat (Simón, Martín y los dos Juan Pablo), a Marce, a Johanna, a Juan Guillermo a Mariana, muchas gracias. Es muy significativo que se hayan sumado a esta idea, que sean referentes positivos en este momento en que tanto los necesitamos, que con sus textos nos convoquen alrededor suyo para recordar lo esencial: lo grandes que somos y todo lo que podemos construir juntos. ¡Con orgullo pleno!