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“Mi nombre es Emilia del Valle”, de Isabel Allende | Fragmentos de lectura

En su último libro, Allende narra la historia de Emilia del Valle: una joven que desafía las normas sociales de su tiempo para convertirse en escritora y periodista.

Isabel López Giraldo | @isalopezgiraldo

25 de junio de 2025 - 11:30 a. m.
Isabel Allende publicó su más reciente novela, "Mi nombre es Emilia del Valle", en mayo de 2025.
Foto: Plaza & Janés Editores
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Emilia del Valle crece bajo el cuidado de su madre, Molly Walsh, una monja irlandesa, y de su padrastro, Francisco Claro, un mestizo que dirige una escuela. Su nacimiento es el resultado de un embarazo no deseado por parte de un aristócrata chileno que se desentiende de su responsabilidad. A los 23 años, Emilia se convierte en columnista del Daily Examiner, firmando sus escritos con un seudónimo masculino.

Luego, Emilia viaja a Chile para cubrir la guerra civil entre el presidente Balmaceda y el congreso rebelde, acompañada por el periodista Eric Whelan. En medio de la violencia, Chile le ofrece una oportunidad para cuestionar su pasado y repensar su identidad.

A partir de la lectura que realizó Isabel López Giraldo, compartimos algunos fragmentos de la última novela de la escritora chilena.

Frases de “Mi nombre es Emilia del Valle”, de Isabel Allende

  • Escribiendo podía trasladarme a cualquier parte y hacer lo que se me ocurriera.
  • Comenzó mi carrera en las letras, si así puedo llamar a este oficio.
  • En San Francisco, como en casi todas partes, la humanidad se divide en capas sociales.
  • La virtud y la decencia tienen un precio muy alto; basta una debilidad para perder la honra y eso es peor que la muerte.
  • La belleza no tiene que ser natural, se puede fingir con postura y atrevimiento.
  • La razón debería iluminar nuestras acciones, pero el corazón se burla de la prudencia.
  • Ser mujer es un grave inconveniente para prosperar en el mundo en general, y en particular en una profesión casi enteramente masculina.
  • La mansedumbre y el hábito de complacer, tan apreciados en una dama, son graves obstáculos para andar en este mundo.
  • Me explicaba que la democracia es vulgar y poco práctica, porque toma en consideración la desordenada naturaleza humana, que necesita autoridad y jerarquía.
  • Algo había cambiado; sentí con claridad la zozobra de la muerte.
  • Créeme que el infierno no existe, es una patraña del Vaticano.
  • Quiero pensar que se fue contento, libre al fin del gusano del arrepentimiento.
  • Al hambre, la humedad y el frío se sumaba el temor callado, evidente en los rostros de muchos.
  • Uno de los mandamientos divinos es no matar… excepto en la guerra.
  • La crueldad se alimenta con más crueldad.
  • En la guerra el tiempo se enreda y todo adquiere una urgencia inmediata.
  • Las convenciones sociales se desmoronan y la opinión del mundo deja de importar.
  • Puedo haber provocado chismes, pero no he provocado escándalos.
  • Estoy mejor informada que las muchachas decentes, cuya virtud se mide por el tamaño de su ignorancia.
  • Las heridas de la memoria tardarían mucho en cicatrizar.
  • Nunca he tratado de invadir el jardín de otra persona, porque defiendo celosamente el mío.
  • En el amor se me revelaron la delicadeza de su alma y la soledad de su corazón.
  • Inventamos la inmortalidad porque no podemos soportar la idea de desaparecer en la nada.
  • Es bien difícil ser agnóstica en las puertas de la muerte.
  • El resto de la gente no era sociedad, era mera población.

Por Isabel López Giraldo | @isalopezgiraldo

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