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Fray Luis de León

Es para algunos —Borges entre ellos— el más grande poeta de la lengua castellana. Perteneció a la orden de los Agustinos y fue injustamente perseguido por la Inquisición debido a sus traducciones bíblicas y profanas, todas magníficas.

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El Espectador
24 de julio de 2008 - 09:46 p. m.
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Vida retirada

¡Qué descansada vida

la del que huye del mundanal ruido,

y sigue la escondida

senda, por donde han ido

los pocos sabios que en el mundo han sido!

Que no le enturbia el pecho

de los soberbios goces el estado,

ni del dorado techo

se admira, fabricado

del sabio moro, en jaspes sustentado.

No cura si la fama

canta con voz su nombre pregonera,

ni cura si encarama

la lengua lisonjera

lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento,

si soy del vano dedo señalado?

¿Si en busca de este viento ando desalentado


con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh, monte! ¡Oh, fuente! ¡Oh, río!

¡Oh, secreto seguro deleitoso!

Roto casi el navío,

a vuestro almo reposo

huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,

un día puro, alegre, libre quiero;

no quiero ver el ceño

vanamente severo

de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves

con su cantar sabroso, no aprendido;

no los cuidados graves

de que es siempre seguido

quien al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,

gozar quiero del bien que debo al cielo,

a solas, sin testigo,

libre de amor, de celo,

de odio, de esperanzas, de recelo.

Por El Espectador

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