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Fue el “Destino”: la unión entre Salvador Dalí y Walt Disney

Una canción, una idea y la promesa de un festín visual sellaron la única colaboración entre Salvador Dalí y Walt Disney, 58 años antes de que el mundo pudiera ver el resultado del proyecto surrealista.

Andrea Jaramillo Caro
13 de marzo de 2022 - 02:00 a. m.
Salvador Dalí consideraba a Walt Disney "el surrealista americano" y, a pesar de las dificultades para producir "Destino", la amistad entre los dos continuó sólida hasta la muerte.
Salvador Dalí consideraba a Walt Disney "el surrealista americano" y, a pesar de las dificultades para producir "Destino", la amistad entre los dos continuó sólida hasta la muerte.
Foto: AP

Corría el año 1999 cuando Roy E. Disney, sobrino de Walt Disney, desenterró accidentalmente uno de los tesoros audiovisuales que su tío había archivado, mientras trabajaba en Fantasía 2000. Más de cincuenta años antes, Walt Disney había empezado un proyecto ambicioso y surreal que puso a prueba su amistad con el pintor español Salvador Dalí.

Pasarían cuatro años más antes de que el público pudiera ver la historia de Dahlia y Cronos en pantalla, en un cortometraje de apenas seis minutos y medio, ambientado con la voz de la cantante mexicana Dora Luz. Detrás del viaje visual y metafórico que se estrenó en 2003 se esconde una historia de amistad y resiliencia que es poco conocida.

La leyenda dice que Dalí y Disney se conocieron en 1945 en una cena en la casa de Jack Warner, de los Warner Bros., y allí comenzó a gestarse la que 37 años después de la muerte de Disney y trece años tras la de Dalí se convertiría en la única colaboración entre los dos, que llegó a ser nominada a un Óscar por mejor corto animado. Hablaron de hacer una película con el nuevo interés encontrado por Disney en el movimiento surrealista luego de la interpretación visual de la Tocata y fuga de Bach para la película Fantasía (1940).

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En la pantalla se ve a una mujer mortal, Dahlia, bailando a través de varios escenarios en busca de su amor, el titán Cronos. A lo largo del corto la mujer intenta tomar diferentes formas para adaptarse a la inmortalidad de su amado, mientras que él intenta liberarse de su papel como personificación del tiempo para estar juntos. El surrealista español describió la historia como “una exposición mágica del problema de la vida en el laberinto del tiempo”, lo que el estadounidense tradujo como “solo la historia de una mujer en busca de su verdadero amor”.

Enlistaron la ayuda de los mejores animadores del estudio como John Hench, quien se convirtió en la mano derecha de Dalí para este trabajo y a los noventa años salió de su retiro para trabajar en el proyecto liderado por Roy Disney. Pero los problemas no se hicieron esperar. US$70.000, en unas versiones, US$4,3 millones, en otras, se invirtieron en 1946 para la preproducción del corto, que dejó 22 pinturas y más de 135 bocetos, dibujos y guiones gráficos, en un momento en el que el estudio de Disney pasaba grandes dificultades económicas, como resultado de la Segunda Guerra Mundial. Algunos recuentos de la historia sugieren que también hubo un choque de personalidades entre el par y algunas diferencias creativas, como la insistencia de Dalí por incluir jugadores de béisbol como metáfora de la vida, una idea que en la versión de Roy Disney fue incluida, aunque en su momento Walt Disney no hubiera estado de acuerdo. Fueron estos y otros factores los que al final detuvieron de forma abrupta el proyecto, del cual se produjeron únicamente quince segundos, que fueron enlatados y archivados y, por fin, vieron la luz del día el 2 de junio de 2003.

Cuando a finales del siglo XX esta joya audiovisual fue resucitada por Roy Disney, se empezó a crear en secreto un equipo de animadores capaces de darle vida. Francia fue el lugar que se escogió, con el director Dominique Monféry a la cabeza. En la dirección de producción se encontraba Thierry Fournier, quien recuerda que, cuando lo contactaron, él ya estaba trabajando en otra producción.

Pero, además, Destino fue la última producción que el estudio de Disney pudo hacer en Francia, pues poco después de la finalización del corto el estudio cerró. “Cuando vimos el proyecto, cuando llegó a París, nos pidieron terminarlo en un momento en que teníamos muchos otros. Pero fue una oportunidad increíble de terminar algo que empezó Dalí”, dijo Fournier.

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De acuerdo con el diseñador, durante el proceso se encontró con Roy Disney dos o tres veces, y eligieron París como el lugar para terminar la obra, pues, de acuerdo con Fournier, “él pensaba que el corto sería mejor terminarlo en Europa, teniendo en cuenta que Dalí era español, que si lo hubieran hecho en Estados Unidos, ya que pudieron haber hecho algo más americano y a Roy Disney le interesaba algo más fiel a sus raíces europeas”.

Fournier afirma que entró al proyecto algunos meses después del reinicio de la producción, cuando Monféry ya tenía otras cosas definidas, como el tipo de imagen que quería y la forma en la que se aproximarían a la historia. Como en el siglo XX, el presupuesto también fue un factor importante en la producción. De acuerdo con el diseñador, “el presupuesto disponible no era una gran suma y el director encontró pequeños trucos que le permitieran economizar sin quitarle calidad a la imagen”. Entre estas, cuentan que eliminó algunas escenas para tener una imagen y una narración más lánguida.

Fournier y el resto del equipo trabajaron con obras de Dalí y para el diseñador fue impresionante, pero a la vez sintieron una gran presión “de saber si tenía la capacidad o el derecho de trabajar detrás de Dalí, y al mismo tiempo me preguntaba ¿por qué no? Y era una oportunidad tal que no podía desaprovecharla demasiado. Así que lo abordamos. Tratamos de ser lo más natural posibles y solo pusimos nuestro conocimiento, que habíamos aprendido durante varios años con los estudios de Disney y otros estudios en los que el resto del equipo había trabajado”.

Varios de los elementos más representativos de las obras de Dalí están presentes en Destino, como relojes que se derriten y caras extrañas, entre otros, y para el equipo que trabajó en traer nueva vida a esta historia era muy importante respetar el esfuerzo previo de Dalí y reflejarlo en el producto final. A pesar de tomar al español y su obra como punto de partida, “sentíamos la presión del genio Dalí y trabajar con nuestro conocimiento y terminar este proyecto como terminaríamos cualquier otro”.

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La música que ambienta el cortometraje es una característica del corto original que se mantuvo en el siglo XXI. Lo único que hicieron fue remasterizar la melodía del compositor Armando Domínguez y la voz de la mexicana Dora Luz y cortarla a la duración de Destino. “Con la dirección de Monféry y luego de tener el guion gráfico y la música, pude empezar a trabajar en la ambientación e imágenes, el ritmo y el color del corto. Mi trabajo era encontrar el ambiente global del filme y hacer un color script a partir de eso, pequeñas viñetas a color para momentos claves”.

Fournier tomó inspiración de las obras de Dalí que tenían disponibles y también la dirección que Monféry le dio al corto. Después de todo el trabajo que el equipo puso en la producción de Destino, el corto se presentó por primera vez el 2 de junio de 2003. “Fue muy emocionante verlo terminado, ver este proyecto que tomamos y venía de 1945 y llegó a nosotros como una caja, la abrimos y descubrimos todo este trabajo y logramos completarlo. Pero también fue en un momento realmente triste y particular, porque el estudio iba a cerrar”.

Thierry Fournier recuerda que hicieron Destino sin saber exactamente qué iba a pasar con el corto. No sabían si lo iban a estrenar en un festival o si iba siquiera a tener una fecha de estreno. Lo hicieron por amor al arte y al proyecto, y para su sorpresa se estrenó el 2 de junio de 2003 en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, año en el que gnó varios premios. “Es muy difícil explicar este tipo de historia. A cada uno le toca juzgar y también fuimos allí con toda modestia. Es difícil hablar de esta historia, porque cada uno tiene que sentirla. Finalmente, creo que todos deben sentirlo de la manera que lo deseen: no hay una historia real que podamos contar de un punto a otro. Creo que es una historia de amor y debe interpretarse un poco como cada quien quiera sentirla”.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com

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