¿Fue olvidada Soledad Acosta de Samper?
El caso de la obra de Soledad Acosta de Samper (1833 – 1913), una escritora plurivalente con decenas de publicaciones en medio del siglo de la ciudad letrada, ha constituido un proceso de recepción con varias aristas. Presentamos una semblanza de cómo ha sido leída la autora y las diferentes hipótesis sobre por qué su obra estuvo perdida durante tantas décadas.
En la década de 1980, la profesora Montserrat Ordóñez (1941, Barcelona – 2001, Bogotá), doctora en literatura comparada por la Universidad de Wisconsin – Madison y profesora por años de la Universidad de los Andes, descubrió a Soledad Acosta de Samper. Por ese entonces, Ordoñez trabajaba en la revisión de periódicos y revistas archivados en la Universidad de Pittsburgh, buscando escritoras desconocidas. Años más tarde, en el IX Congreso de la Asociación de Colombianistas (1995), se harían públicos los primeros comentarios sobre Acosta de Samper.
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En la década de 1980, la profesora Montserrat Ordóñez (1941, Barcelona – 2001, Bogotá), doctora en literatura comparada por la Universidad de Wisconsin – Madison y profesora por años de la Universidad de los Andes, descubrió a Soledad Acosta de Samper. Por ese entonces, Ordoñez trabajaba en la revisión de periódicos y revistas archivados en la Universidad de Pittsburgh, buscando escritoras desconocidas. Años más tarde, en el IX Congreso de la Asociación de Colombianistas (1995), se harían públicos los primeros comentarios sobre Acosta de Samper.
En “El teatro de Soledad Acosta de Samper” de Carlos José Reyes, el autor menciona una comedia y un drama de Acosta. La comedia Un viajero expone la relación de dos hermanas, una de ellas letrada y la otra hogareña, campesina; cuando la letrada regresa de haber finalizado sus estudios, humilla a su hermana, por lo que el padre de ambas va a responder que puede que la hermana no sepa de botánica ni de arte, pero que cumple con su misión en la vida y hace felices a quienes la rodean. El drama Víctimas de la guerra retrata una crítica fuerte de Acosta de Samper a las guerras civiles que sucedieron en su época, hermanando la guerra con la locura. La propuesta de lectura de Reyes apunta a los contrastes que se dan entre la ciudad (lugar de ruidos) y el campo (vida sencilla), entre la mujer letrada y la que cumple con su misión en la vida, y hace un llamado tanto a la crítica como a la sociedad colombiana para continuar leyendo a Acosta en tanto que (por ejemplo) esta postura de la autora frente a la guerra es un susurro con relación al contexto de ese entonces -1995, poco después de la Constitución del 91 y en pleno auge del neoliberalismo-, que se extiende al de nuestros días. Esta postura que tiene Acosta sobre la guerra y su pieza sobre las tensiones entre las situaciones de las mujeres, la atribuye Reyes a que “la causa de sus conflictos no obedece tan sólo a los sentimientos de sus personajes, sino a aspectos objetivos del acontecer social y político del país” que vivió Acosta.
Montserrat Ordóñez en su artículo “Soledad Acosta de Samper, ¿un intento fallido de literatura nacional?” deja planteada la pregunta por la (no) recepción de Acosta de Samper. Menciona su novela Laura en clave de literatura fundacional y apela al contexto familiar de Acosta: “¿Podría ser la madre ausente una reminiscencia nostálgica de la madre patria, España, que la hubiera podido proteger contra la rapiña francesa? ¿Qué significaría eso para Soledad Acosta, la devota hija de un gran patriota criollo que siempre se resistió a la educación protestante de su familia materna? ¿Un deseo desgarrador por llegar a independizarse políticamente de España, pero manteniendo todos sus valores ideológicos?”.
En este punto hay que dejar enmarcadas dos consideraciones: la primera, que tanto Reyes como Ordoñez –dos de los primeros estudios que aparecen sobre la autora en cuestión– se inquietan por la (falta de) lectura de la obra de Acosta y apelan a una mirada sociosemiótica sobre la autora; la segunda, Ordóñez lee a Acosta desde nociones de literatura, poder y nación, como, desde Ángel Rama, ha sido leída la literatura sudamericana del siglo XIX.
El último artículo que se presentó sobre Soledad Acosta de Samper en el congreso mencionado fue “La obra de Soledad Acosta de Samper: ¿un proyecto cultural?” de Paula Encinales de Sanjinés, quien también hace un análisis de la obra de Acosta de Samper desde su lugar social: apunta que el trabajo intelectual de la autora se relaciona con su historia familiar: “como mujer sometida a una cultura patriarcal dominante, expresa su preocupación por ejercer de una manera comprometida y deliberada una función educativa y formativa, especialmente hacia otras mujeres; y como miembro de la élite intelectual, asume la responsabilidad de utilizar su trabajo literario para traducir el mundo “civilizado” europeo como modelo para esta nueva nación”; sin embargo, resalta, Acosta también tuvo posturas críticas frente a ese mundo europeo, lo que demuestra su gran preocupación por el devenir de la nación. Además, Encinales considera que el hecho de que Acosta de Samper escribiera en tantos géneros se debe a que “en el siglo XIX, cuando se trata de una mujer, el oficio de escritor carece de parámetros establecidos; no hay reglas, ni expectativas; es un oficio que precisamente por novedoso, se presenta libre y abierto a todas las posibilidades creativas”, y la define como feminista aristocrática: “Acosta de Samper se debate entre abogar por una mujer educada, emancipada, y autoformativa; y por otro lado, insistir en la resignación cristiana, la moderación y el sacrificio”; pero, frente a las clases populares Acosta dirá: “No solamente sus estudios son para ellas enteramente inútiles, sino que, enseñadas a ciertos hábitos de lujo, o por lo menos de comodidad y aseo, no encuentren en la miserable choza… sino pobreza grande, descuido, desmoralización y desesperadas con esa situación que no podrán remediar, se tendrán que entregar a los vicios y a los crímenes”. Ahora bien, lo interesante del aporte de Encinales a la recepción de Acosta de Samper es que pasa de leerlo como un proyecto de literatura nacional -como Montserrat Ordóñez-, a un proyecto cultural: “Citando una vez más a Ángel Rama, recordemos cuando afirma que ningún escritor crea una construcción literaria en forma ajena al medio cultural en el cual nace; pero cuando esa construcción literaria pretende dar respuesta al debate y a la problemática que la genera, podemos comenzar a pensar en un proyecto cultural y no exclusivamente literario”.
En el 2003 la profesora de la Universidad de los Andes, Carolina Alzate, publicó un estudio titulado: “Diario íntimo y otros escritos de Soledad Acosta de Samper”, que, entre otros textos, compila el diario que escribió Acosta entre 1853 y 1855, lo que le permitió hacer un análisis del proceso creativo de la autora: “comienza su Diario con una escritura insegura y entrecortada que, de pronto y sin saber bien cuándo, empieza a fluir sin demasiados obstáculos”; Alzate va a decir que Acosta aprende el oficio de la escritura cuando es consciente de ese oficio y se mira escribiendo; y que es desde esa escritura temprana que la autora se plantea los temas que la van a ocupar por el resto de su camino intelectual: la patria y las mujeres. Este punto es interesante porque Alzate aborda el diario de Acosta como la “autofiguración romántica de un yo femenino que escribe […] Su sentimiento amoroso es de quien busca un alma gemela a través de la cual, en último término, pueda amarse a sí misma y tal vez, a partir de allí, comenzar a escribir. Es romántico porque se caracteriza en las noches durante las cuales escribe: es incomprendida, finge contantemente una alegría que no siente porque prefiere ocultar su naturaleza melancólica por temor a la incomprensión. Siente demasiado, sufre, y ese sufrimiento de nuevo alimenta su sensibilidad exquisita”; esta subjetividad romántica se delinea a la par de que la autora dialoga en su diario con el diario mismo, con su padre y con su amado (y futuro esposo), y así su diálogo con la escritura y con figuras masculinas que además pertenecen a los círculos letrados de la época, da razón de su preocupación e inconformidad sobre el lugar de la mujer en su sociedad y, por ende, sobre la realidad de su patria.
En 2004 Montserrat Ordóñez publicó una edición crítica de Novelas y cuadros de la vida Suramericana, que no había tenido reedición alguna desde su publicación en 1869. En este estudio, Ordóñez responde la pregunta por la recepción de Acosta de Samper que había planteado en el congreso de 1995: para la profesora, la falta de acogida de la autora se debió a que al ser una mujer privilegiada era normal que pudiera publicar, por lo que, se diría, la dejaron pasar sin ponerle tanta atención; esto sin obviar que el proyecto de Acosta de Samper difería de la dominación del arte por el arte de fin de siglo, y que la indefinición propia de sus escritos y la oscilación entre unos géneros y otros se debían más a una preocupación por un proyecto de literatura nacional (como ya lo había apuntado en 1995) que a un efecto de las condiciones del oficio de las escritoras en la época (como señaló Encinales), lo que daría razón de una extrañeza de la autora frente al sistema literario de su momento. Además, hay algo que Ordóñez añade a la lectura biográfica que viene haciendo de Acosta: en el análisis de su narrativa relaciona la proliferación de voces y de perspectivas en sus novelas con, por ejemplo, proyectos periodísticos que la autora emprendió, como la Revista Americana, escrita y editada por ella y su esposo, José María Samper, en la que fusionaron indistintamente sus voces.
Para 2005, Montserrat Ordóñez y Carolina Alzate publicaron el libro Soledad Acosta de Samper. Escritura, género y nación en el siglo XIX, en el que compilaron 24 artículos críticos sobre la obra de Acosta, dando razón de que una década después del congreso de 1995 y a dos de su descubrimiento, ya había posibilidad de hacer una antología de las discusiones surgidas en torno a Acosta de Samper. Un artículo de estas discusiones es: “El proyecto feminista de Soledad Acosta de Samper: análisis de El corazón de la mujer” de Gilberto Gómez Ocampo; aquí, Gómez analiza los ensayos “El corazón de la mujer” y “Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones” de El corazón de la mujer, en los que Acosta reflexiona sobre temas como la armonía familiar y la estabilidad de pareja, ambos como anhelos difíciles de obtener, y sobre la lucha para que se incluya a la mujer en espacios extra familiares, entrando así en oposición con los moralismos cristianos dominantes.
Lo interesante de este artículo no es tanto el análisis específico de los ensayos, sino los términos que se adhieren para entrar en la autora: pasamos entonces de hablar de un proyecto cultural y de uno de literatura nacional a uno feminista. Gómez empieza preguntándose si hay alguna diferencia entre la escritura de hombres y mujeres, si es que acaso esa diferencia se basa en elecciones sintácticas y léxicas, y cita a Gabriela Mora y Patricia Meyer, quienes afirman, respectivamente, que ninguno de los dos sexos (o géneros, hoy) puede reclamar exclusividad en la invención de recursos retóricos y que si lo femenino no referirá acaso a una percepción desde la mujer. En todo caso, Gómez deja planteada –al parecer por primera vez en la recepción de Acosta de Samper– la pregunta de qué es lo que hace que una literatura sea femenina y relaciona esto (así no esclarezca ninguna respuesta) con un feminismo presente en la autora, entrando así en diálogo con el feminismo –aristocrático– que refirió Encinales, un feminismo pero como proyecto, como obra.
Los estudios más recientes sobre Acosta de Samper han sido liderados por Carolina Alzate: La mujer (1878-1881), de Soledad Acosta de Samper (Carmen Acosta, Carolina Alzate y Azuvia Licón), publicado en 2014; Soledad Acosta de Samper y el discurso letrado de género, 1853-1881, publicado en 2015; y Voces diversas. Nuevas lecturas de Soledad Acosta de Samper (Carolina Alzate e Isabel Corpas de Posada), publicado en 2016; dan razón de los diálogos, los hilos sueltos y las lecturas que se han hecho en torno a Acosta de Samper, mencionados a lo largo de este texto.
Ahora, lo que Alzate apunta en las nuevas publicaciones es que las contradicciones de Acosta en su pensamiento sobre la mujer (lo que Gómez y Encinales definieron como feminismo y feminismo aristocrático, respectivamente) son efecto de los grandes obstáculos del discurso feminista en su época: son el resultado de un esforzado trabajo por encontrar un modo sutil de no romper de forma cruda los valores establecidos; añade que (alejándose de la explicación biográfica de Montserrat Ordóñez) el motivo por el que Acosta de Samper no fue leída ni comentada –en periódicos de entonces– es que la heterogeneidad de sus personajes, de sus textos y, precisamente, su indefinición abierta frente a un ideal de mujer hicieron que los lectores no supieran cómo situar su extensa y poco homogénea obra; y señala que los estudios feministas no solo permitieron problematizar los esquemas de comprensión sobre el siglo XIX, desde los temas de género, sino que dieron pie para realizar un acercamiento atmosférico de la escenificación y el lenguaje literarios de Acosta, y enmarcar una relación con su contexto de producción y publicación.
La revisión de la recepción de Soledad Acosta de Samper, además de que permite hacer justicia con una obra valiosa y con una escritora que aún hoy tiene mucho para cuestionarnos sobre la nación, la guerra, las tensiones de clase y la desigualdad, nos da luces sobre las evoluciones, los giros y las dinámicas de las lecturas que se han hecho de su obra, como de los procesos: evoluciones, giros y dinámicas que se han dado en la crítica en Colombia y cómo esto dialoga con las pautas –e incluso sus propias metamorfosis– establecidas por las grandes academias: estudios feministas, acercamientos sociosemióticos, reflexiones sobre una literatura femenina, etc.
La obra de Soledad Acosta de Samper, o más bien su recepción extremadamente tardía, es el espejo de los estudios literarios en Colombia, un reflejo acuoso de los medios bajo los cuales desde hace tres décadas se ha venido haciendo crítica literaria –o cultural o feminista– en este país y de las tensiones y deformaciones que se han dado como repercusiones de las avanzadas teóricas de otras latitudes.
Referencias
Acosta de Samper, Soledad. Novelas y cuadros de la vida suramericana. Ed. Montserrat Ordóñez. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2004. 11-42. Impreso.
Acosta, Carmen Elisa; Alzate, Carolina; Licón, Azuvia. La Mujer (1878-1881) de Soledad Acosta de Samper (Periodismo, Historia, Literatura). Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 2014. 7-95. Impreso.
Alzate, Carolina; Ordóñez, Montserrat. Soledad Acosta de Samper. Escritura, género y nación en el siglo XIX. Madrid: Iberioamericana, 2005. Impreso.
Alzate, Carolina. Soledad Acosta de Samper y el discurso letrado de género, 1853-1881. Madrid: Iberoamericana, 2015. Impreso
Alzate, Carolina; Corpas de Posada, Isabel. Voces diversas. Nuevas lecturas de Soledad Acosta de Samper. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2016. Impreso.
Encinales de Sanjinés, Paula. “La obra de Soledad Acosta de Samper: ¿un proyecto cultural?”. Congreso de la asociación de colombianistas. 1995. Impreso.
Gómez Ocampo, Gilberto. “El proyecto feminista de Soledad Acosta de Samper: análisis de El corazón de la mujer”. Soledad Acosta de Samper. Escritura, género y nación en el siglo XIX. Ed. Carolina Alzate y Montserrat Ordóñez. Madrid: Iberioamericana, 2005. 171-188. Impreso.
Ordóñez, Montserrat. “Soledad Acosta de Samper ¿un intento fallido de literatura nacional?”. Congreso de la asociación de colombianistas. 1995. Impreso.
Reyes, Carlos José. “El teatro de Soledad Acosta de Samper”. Congreso de la asociación de colombianistas. 1995. Impreso.