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Gabriel García Márquez de siete en siete

Hoy se cumplen siete años de la muerte del Premio Nobel de Literatura de Colombia. Era supersticioso, le gustaban la numerología y los juegos de azar. Por eso le rendimos homenaje con su obsesión literaria por los sietes.

Gabriel García Márquez / Especial para El Espectador
17 de abril de 2021 - 02:00 p. m.
Gabriel García Márquez nació en 1927, su primera novela la publicó a los 27 años de edad y murió el 17 de abril de 2014. Era el mayor de siete hermanos.
Gabriel García Márquez nació en 1927, su primera novela la publicó a los 27 años de edad y murió el 17 de abril de 2014. Era el mayor de siete hermanos.
Foto: AP

“Cien años de soledad” (33 veces usa el siete):

“Melquíades dejó muestras de los siete metales correspondientes a los siete planetas, las fórmulas de Moisés y Zósimo para el doblado del oro”. (Recomendamos: Gabriel García Márquez desde las cenizas, crónica de Nelson Fredy Padilla).

“Pero Úrsula estuvo de acuerdo con la elección. Confesó su afecto hacia las siete hermanas Moscote”.

“Lo único que intrigó a Úrsula después de casi dos meses de castigo, fue que Meme no se bañara en la mañana, como lo hacían todos, sino a las siete de la noche”.

“A esas alturas el marido de Amaranta Úrsula carecía de humor para apreciar sus vestidos cortos, sus fieltros ladeados y sus collares de siete vueltas”.

“Iba por las tardes a tomar el café con José Arcadio y Rebeca, que empezaban a ordenar su casa, y desde las siete jugaba dominó con el suegro”. (Recomendamos: Las cartas secretas de García Márquez a Guillermo Cano, investigación de Nelson Fredy Padilla).

“Y pidió ayuda para llevar a José Arcadio Buendía a su dormitorio. No sólo era tan pesado como siempre, sino que en su prolongada estancia bajo el castaño había desarrollado la facultad de aumentar de peso voluntariamente, hasta el punto de que siete hombres no pudieron con él y tuvieron que llevarlo a rastras a la cama”.

“Aureliano José estaba destinado a conocer con ella la felicidad que le negó Amaranta, a tener siete hijos y a morirse de viejo en sus brazos”.

“En el correo del lunes llegó la orden oficial: la ejecución debía cumplirse en el término de veinticuatro horas. Esa noche los oficiales metieron en una gorra siete papeletas con sus nombres, y el inclemente destino del capitán Roque Carnicero lo señaló con la papeleta premiada”.

“Por esos días, un hermano del olvidado coronel Magnífico Visbal llevó su nieto de siete años a tomar un refresco en los carritos de la plaza, y porque el niño tropezó por accidente con un cabo de la policía y le derramó el refresco en el uniforme, el bárbaro lo hizo picadillo a machetazos y decapitó de un tajo al abuelo que trató de impedirlo”.

“En el patio de Castelgandolfo él había visto al Papa en un balcón, pronunciando el mismo discurso en siete idiomas para una muchedumbre de peregrinos”.

Autobiografía “Vivir para contarla” (57 veces usa el siete)

“Juanita Mendoza, que murió de tifo a los siete años, poco después de inaugurada la escuela, y me impresionó tanto que nunca he podido olvidarla con corona y velos de novia en el ataúd”.

“Recité sin tropiezos las cincuenta y siete décimas de ‘El vértigo’ de Gaspar Núñez de Arce”.

“Lo único que no logré con mis marrullerías bien rimadas fue que me perdonaran la misa diaria a las siete de la mañana”.

“Todavía hoy, para hacer una suma mental, tengo que desbaratar los números en sus componentes más fáciles, en especial el siete y el nueve, cuyas tablas no pude nunca memorizar. De modo que para sumar siete y cuatro le quito dos al siete”.

“El maestro Calderón nos pidió que le escribiéramos un cuento con tema libre en la clase de castellano. Se me ocurrió el de una enferma mental de unos siete años y con un título pedante que iba en sentido contrario al de la poesía: ‘Un caso de sicosis obsesiva’”.

“No existían radios portátiles, y el único del liceo era la vieja consola de la sala de maestros que encendíamos a todo volumen a las siete de la noche sólo para bailar”.

“Mi madre contó el sueño al desayuno, de acuerdo con un hábito familiar, y sugirió que compraran un billete de lotería terminado en siete, porque este número tenía la misma forma del revólver del abuelo”.

“La casa de los siete tejados, de Nathaniel Hawthorne, que me marcó de por vida”.

“Desde la primera línea tuve por cierto que el nuevo libro debía sustentarse con los recuerdos de un niño de siete años sobreviviente de la matanza pública de 1928 en la zona bananera”.

“Mercedes sentada en el portal de su casa a las siete de la mañana, con el traje verde de novia sin dueño y el cabello de golondrina incierta”. (Recomendamos: perfil de Mercedes Barcha, por Nelson Fredy Padilla).

“Gabriel Eligio se había asegurado una comunicación permanente con la novia errante, gracias a la complicidad de los telegrafistas de los siete pueblos”.

“El otoño del patriarca” (23 veces cita el siete)

“Pues también los hijos de Patricio Aragonés como los suyos nacían sietemesinos. Así fue como Patricio Aragonés se convirtió en el hombre esencial del poder, el más amado y quizá también el más temido”.

“Orinó sentado en la letrina portátil, orinó dos gotas, cuatro gotas, siete gotas arduas, se tumbó bocabajo en el suelo, se durmió en el acto”.

“Surgía de entre la niebla envuelto en una manta de salteador y con unas botas de siete leguas como una aparición satánica”.

“Esta es la única verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, excelencia, aquí la tiene. Allí estaba, en efecto, cautiva en siete biblias lacradas”.

“Uncido al yugo de la novicia escayolada con el refajo de lienzo debajo de las auras de muselina para sofocar la vergüenza de siete meses de desenfrenos ocultos”.

“Andamos por la calle como fugitivos en siete automóviles iguales que cambiaban de lugar adelantándose unos a otros en el camino de modo que ni yo mismo sé en cuál es el que voy”.

“Del amor y otros demonios” (11 veces el siete)

“Una mañana de lluvias tardías, bajo el signo de sagitario nació sietemesina y mal Sierva María de Todos los Ángeles”.

“Era una cautiva abisinia con siete cuartas de estatura, embadurnada de melaza de caña en vez del aceite comercial de rigor, y de una hermosura tan perturbadora que parecía mentira”.

“Había hecho siete cámaras mayores cuando regresó la criada que acompañó a Sierva María, y no le habló del mordisco del perro”.

“A medida que se los colgaba en el cuello a Sierva María los iba enumerando y definiendo en lenguas africanas: el rojo y blanco del amor y la sangre de Changó, el rojo y negro de la vida y la muerte de Elegguá, las siete cuentas de agua y azul pálido de Yemayá”.

Cuentos reunidos (56 veces aparece el siete)

“Un día después del sábado”: “A las siete había empezado el calor. En el hotel, el único comensal aguardaba el desayuno. La muchacha del gramófono no se había levantado aún. La propietaria se acercó y en ese instante parecía como si estuvieran sonando dentro de su vientre abultado las siete campanadas del reloj”.

“La Hojarasca” (12 veces sale el siete)

“Meme salió a la puerta, cerró los ojos y los abrió después en perfecta armonía con su sombrilla de siete colores”.

“Cuente siete estrellas y soñará conmigo… Recuérdelo bien. Nada más que siete estrellas”.

Por Gabriel García Márquez / Especial para El Espectador

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horacio(76762)17 de abril de 2021 - 06:37 p. m.
Nombraría alguna vez los siete pecados capitales , las siete vidas del gato, los siete hermanos macabeos ?
DONALDO(67774)17 de abril de 2021 - 04:37 p. m.
Otros escritores son reiterativos con el número siente, pero cuando se les pregunta no tienen conciencia de esa presencia. Más allá de los siete enanitos, este número encripta misterios; entre sus significados, hay uno que lo define como el número perfecto.
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