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Galeón San José: el mar devuelve su memoria después de tres siglos de silencio

En días pasados, las piezas recuperadas del galeón San José entraron en proceso de conservación. Tras un recorrido por el Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas del Caribe, los responsables de la investigación y conservación de los objetos hablaron para El Espectador.

Pedro Mendoza

24 de noviembre de 2025 - 08:00 a. m.
Alhena Caicedo, directora del ICAHN, y Mariana Carulla, conservadora del Ministerio de Cultura, con una de las tazas recuperadas del galeón.
Foto: Pedro Mendoza
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En la Isla de Manzanillo, en Cartagena, está el Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas del Caribe (CIOH), el cual cumple un papel fundamental técnico-científico en la investigación, documentación, protección y manejo del Patrimonio Cultural Sumergido (PCS) de Colombia.

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En un edificio recientemente construido, al descender unas escaleras, está el laboratorio de Patrimonio Cultural Sumergido. Allí se encuentran parte de los objetos arqueológicos del naufragio del galeón San José, recolectados en días pasados por el Estado colombiano, para su conservación y estudio científico. Algunos de los objetos fueron llevados a Bogotá.

Mariana Carulla, conservadora del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, ha estado al frente del proceso de recolección de muestras arqueológicas junto con un equipo interdisciplinario del cual hacen parte profesionales de Minculturas; la Armada Nacional, la Dirección General Marítima (DIMAR) y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).

En entrevista para El Espectador, sostuvo que la recuperación de objetos del fondo marino debe plantearse en el marco de las preguntas de investigación que tenga el proyecto.

“No se trata de sacar por sacar. La selección se hizo bajo un riguroso proceso interdisciplinario de reflexión, buscando la pertinencia científica. La ampliación de la investigación a través de exámenes científicos y el trabajo con otras disciplinas del conocimiento nos va a permitir conocer más sobre los objetos y responder las preguntas que tenemos”, dijo Carulla.

El misterio que ha envuelto al galeón San José ha continuado cediendo ante el rigor científico que los llevó a encontrar respuestas de un pasado atrapado en el fondo del mar. El listado de los artefactos recuperados durante la segunda fase de exploración, que se hizo hace tres días, aportará documentación sobre las piezas y su valor histórico y cultural.

El hallazgo del cañón de bronce, acompañado de elementos orgánicos como la cuerda, proveerá un contexto táctico y de conservación. Asimismo, las tazas de porcelana, especialmente por su estado de conservación, serán testimonios del trasiego comercial y cultural entre el Viejo y el Nuevo Mundo. En Bogotá, por ejemplo, se encuentran tres macuquinas en el Museo Nacional.

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Tazas y fragmentos de cerámica recuperados.
Foto: Pedro Mendoza

Las autoridades han enfatizado que esta fase es crucial dentro del proyecto de investigación no intrusiva y que los objetos recuperados han sido sometidos a estrictos procesos de desalinización y análisis detallado.

Para la Investigadora Carulla, es importante la viabilidad técnica; es decir, la posibilidad de recuperar y conservar con los medios disponibles.

“Hemos fortalecido nuestras capacidades con el diseño y la fabricación de los dos efectores finales. El cañón es metálico y las tazas son de porcelana. Son materiales diferentes y los retos para estabilizarlas también lo son. En ambos casos necesitamos eliminar las sales, lo que requiere un tiempo sumergidas en agua”, aclaró. “Sin embargo, el proceso en el cañón seguramente será más largo y se requiere realizar más estudios científicos que nos permitan identificar la aleación del bronce y los productos de corrosión que se observan para ajustar los tratamientos de conservación”.

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En una mano sostenía un recipiente con una de las tazas chinas cubierta por un líquido preparado para su conservación. “La ruta de estas porcelanas era de China a Manila, en Filipinas, luego a Acapulco y de ahí a Europa. Parece que hubo un período de tiempo muy corto que coincide con la época del galeón, en que ese comercio se hizo a través del Perú. Sin embargo, estas son teorías que hay que seguir estudiando”, afirmó.

Como lo informó este diario, hay estudios avanzados sobre el origen de las vajillas de porcelana, del período Kangxi, en China, y de las macuquinas (monedas rescatadas), fabricadas por el Virreinato español en Lima, en 1707, destinadas a la Flota de Tierra Firme, de la cual el San José era su nave capitana. Los estudios han sido liderados por historiadores del ICANH como Antonio Jaramillo y se complementarán con la revisión de los materiales extraídos del galeón.

El viaje del mar a la tierra

La tarea de conservar el tesoro sumergido del galeón San José no empezó en tierra, sino en el lecho marino. La investigadora Carulla explicó el protocolo detallado que se activó desde el fondo para garantizar la supervivencia del patrimonio. “El trabajo de conservación empezó en el fondo marino con una documentación detallada del estado de cada pieza”, informó. Durante el ascenso por la columna de agua, el equipo de robótica operó bajo indicaciones previas para asegurar que la subida al buque fuera lo más controlada posible, minimizando el impacto de la descompresión.

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Una vez a bordo, el rigor aumentó. Se activó una estricta cadena de custodia, que comenzó con un circuito cerrado de televisión y videos ininterrumpidos. Esta documentación registró el proceso desde que el vehículo operado remotamente (ROV) ingresó al buque, hasta que el objeto fue verificado y entregado al equipo de conservación.

Después de que los equipos institucionales verificaron e identificaron la pieza, se firmó la documentación pertinente. Inmediatamente después, el artefacto fue puesto en una solución acuosa. La razón es crucial para la conservación: “Es una pieza que viene de un contexto salino y no queremos que se seque y esas sales se cristalicen”, dijo la investigadora.

Para garantizar la estabilidad, el ARC Caribe —buque que participa en la operación— posee un laboratorio móvil de conservación que alberga, entre otros equipos, un contenedor refrigerado. Este espacio, conservado en total oscuridad y a cuatro grados de temperatura, permite “mantener al máximo las condiciones originales de la pieza” y hacer que su transición al laboratorio terrestre sea lo más lenta y controlada posible.

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Cañón recuperado del galeón San José.
Foto: Pedro Mendoza

Este proceso de cadena de custodia culminó con el traslado de las evidencias por tierra. El equipo tuvo que ejecutar complejas maniobras para ingresar piezas de gran peso, como el cañón, al laboratorio en tierra. “La pericia de ambos equipos fue muy impresionante y por eso podemos tener esto en las mejores condiciones aquí”, destacó la experta y agregó que el verdadero éxito residió en el factor humano: “Quisiera destacar el compromiso de los equipos que estuvieron a bordo. Desde el equipo de robótica y el de monitoreo (Survey) hasta el personal que mantiene las condiciones del buque, logran que 70 personas estemos ahí al mismo tiempo”.

El contralmirante Hermann León Rincón es el encargado de la Jefatura de Intereses Marítimos y Fluviales de la Armada. Él y los demás marinos que trabajan en la operación del galeón son custodios de lo que decía el nadaísta Gonzalo Arango: “Colombia es un país rodeado de agua por todas partes, menos en el corazón de los marinos, donde la patria es amor”.

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“Debemos crear puentes y líneas de cooperación con el mundo desde la perspectiva de un Estado soberano, como Colombia, y generar canales sólidos de cooperación científica entre Colombia y países que crean que es nuestro deber la protección del patrimonio cultural subacuático frente a aquellos que promueven la explotación comercial de los yacimientos por empresas privadas”, aseguró a este diario.

Agregó que este naufragio, testigo de una historia compartida, “podría ser el punto de partida de una relación académica y cultural que sea duradera y ejemplar”. Puntualizó que en esta operación las tecnologías, las técnicas, los métodos y las metodologías se unen para ver, como nunca, el patrimonio del galeón San José.

Por Pedro Mendoza

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