Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Gisela Antonuccio: “Trabajamos con la palabra, con la escritura”

La autora habló de “Hermanas”, su novela, que llegó a Colombia en el marco de la FILBo de este año; del arte como una forma de mirar el mundo; de la literatura que implica coraje.

Paula Andrea Baracaldo Barón

03 de mayo de 2025 - 10:21 p. m.
Gisela Antonuccio, autora de "Hermanas", presentó su novela en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
Foto: MIREIA RODRIGUEZ
PUBLICIDAD

Gisela Antonuccio eligió ser periodista, agnóstica -aunque fan de la Virgen de Guadalupe- y evitar comer carne con asiduidad. Sus decisiones reflejan su manera de habitar, entender y, por supuesto, leer el mundo: con preguntas constantes, más que con verdades absolutas.

A propósito de Cultura en Titulares, nuestro cubrimiento especial de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, la autora habló de su novela como un espacio para explorar la complejidad de las dinámicas familiares y sociales, del arte como una forma de mirar el mundo —de no huir de él— y de la literatura como forma entender que las historias incómodas requieren coraje para cuestionarnos.

¿Qué fue lo que la llevó a escribir “Hermanas”? ¿Es ficción pura o una historia real?

Mirá, en realidad no fue una idea que yo planifiqué. Quiero decir, la historia llegó a mí. Las personas que trabajamos con el periodismo, trabajamos con la palabra, con la escritura, y muchas veces no podemos evitar la observación. Y, desde luego, está la propia experiencia.

La propia experiencia nos atraviesa. Nuestro modo de ver el mundo es totalmente subjetivo, y eso hace que uno a veces se lo “inyecte” a los personajes. Son personajes de ficción, más allá de que yo haya investigado y sepa de qué estoy escribiendo.

Gabo dijo -estoy muy de acuerdo y quién se atreve a estar en desacuerdo con él- que el periodismo es el mejor oficio del mundo, y yo así lo creo. Lo que sucede en el ámbito de la ficción es que tus compromisos cambian. En el ámbito del periodismo tú tienes un compromiso con la verdad y en el ámbito de la ficción lo tienes con la mentira.

“Hermanas” es una novela sobre el amor. Dos niñas que, con los peligros que implica que menores estén solas, deben vivir con eso porque sus padres tienen que trabajar. Vanesa, una de las protagonistas, nos ayuda a preguntarnos cuándo es suficiente o demasiado en el amor -en este caso, fraternal-.

Ella tiene que cuidar a su hermana menor que, además, sufre de adicciones. Pero tiene que poner un límite, también. ¿Soy mala persona si todo esto que me pide no lo puedo cumplir? ¿Soy mala si no puedo responder a sus apetencias? El amor es límite.

Read more!

¿Qué la llevó a interesarse por escribir la novela sobre las dinámicas familiares y por tratar temas como la adopción y las adicciones?

Son temas que se repiten a lo largo del tiempo: el cuidado, ese brindar soporte por parte de las mujeres a su sistema, sean miembros de su familia directa o no. Las mujeres estamos criadas, seteadas, para ser en algún momento de nuestras vidas cuidadoras de alguien. Incluso de las mascotas. De los hijos, del marido, de los padres que se vuelven añosos, la suegra, la cuñada, la vecina que no tiene a nadie y los hijos le dejaron una llave “por si pasa algo”. Ese tipo de situaciones generan mucha identificación.

También aparecen abusos o violencias que se han naturalizado. ¿Qué mujer o amiga no ha subido al metro y la han tocado sin su consentimiento? Ese tipo de abusos, de poder, de tocamientos, de integridad física, han existido toda la vida. No los naturalizo, bajo ningún punto de vista, pero sí los pongo en mi escritura como parte de la realidad. Porque no soy una estratega que dice “voy a hablar de esto porque va a pegar”. No, no trabajo con el algoritmo, como hacen las plataformas de streaming. La literatura todavía no llegó a eso.

¿Cuál fue su proceso de escritura en esta novela?

Yo escribí esta novela en un año intenso, casi en horario de oficina. Es decir, le dedicaba muchas horas a la escritura, como si fuera un trabajo de jornada completa. Quizás la tardé en escribir más tiempo en mi cabeza, más de lo que yo estoy dispuesta a admitir.

Read more!
No ad for you

Es un proceso que lleva tiempo, paciencia y dedicación. Yo nunca he tenido apuro. Si un libro sale, sale, y si no, no. Hay quienes buscan ser best sellers o encontrar la técnica rápida, pero a mí no me interesa eso. No trabajo para el algoritmo ni me fijo en tendencias. En medio de la escritura, también está la vida. No tuve ni tengo prisa para escribir.

A veces pienso que me habría gustado ser plomero. Los plomeros, ¿no? Tienen una dificultad en la casa, y la resuelven. Nos cobran y estamos dispuestos a pagar una fortuna porque lo solucionan. Lo resuelven todo. Es como el periodismo o la escritura, un oficio que permite conectar con las personas, ser puente. Eso me gusta, en definitiva, contar historias y acercarlas al otro.

¿Qué tipo de conversaciones o reflexiones espera que se generen a partir de esta lectura?

Cada uno reflexiona como puede. Nunca pretendí decir: “Miren todo lo que está mal en una familia y aprendan.” Es un modelo de familia, disfuncional, sí, pero los cuatro miembros se quieren, con sus formas reprochables de amar. Lorena quiere mucho a Vanesa, no me cabe duda, aunque le haga la vida miserable.

No ad for you

Invito a que cada lector vea con quién se identifica. Y la identificación a veces produce planteos: ¿continúo en esta línea o debo modificar algo? La lectura nos interpela. Si una historia —real o ficción— nos lleva a preguntarnos “¿qué puedo hacer diferente?”, ya es muchísimo.

A veces evitamos la ficción porque es conflicto, y es más fácil escaparle al barro y meterlo bajo la alfombra. Pero la literatura requiere valentía. Sentarse a ver una historia incómoda sabiendo que vas a sufrir requiere coraje. Y el ser humano tiene su momento justo para aceptar esa interpelación.

¿Qué opina de la ligereza con la que a veces se critica a la literatura juvenil, incluso a la infantil?

A mí no se me ocurre denostar la literatura infantil. Y la literatura juvenil también es puerta de entrada a la literatura. No se me ocurre denostar a nadie que produzca sentido. Y si se la llama ligera, pues… bueno, con mucha cautela digo esto: quizás tenga que serlo. Algunos temas hay que matizarlos, dosificarlos, saber cómo comentarlos.

Es como cuando un niño pregunta cómo nacen los seres humanos. Nadie dice que hay que mentirles, pero hay una forma, ¿no? Una cantidad de información que se tiene que dosificar, y eso es propio de cada edad. Pasa lo mismo con la literatura. Tiene que tener cierta ligereza, si querés llamarle “cautela”, para que el niño o el joven entre al universo que se narra sin traumas, sin que se aleje de la literatura o de los temas en sí. Y así, paulatinamente, puedan entrar de lleno.

No ad for you

¿Hay algún libro que haya marcado un antes y un después en su vida?

Sí, “Mujercitas”. Ahí dije: “Yo soy lectora” a los 11 años. Y, obviamente, mi alter ego era Joe; me identifiqué con su personaje. Ella está dispuesta a todo por ser escritora y por ayudar a su familia, hasta cortándose el pelo. Es este acto de dar, ¿no? La literatura tiene eso.

Me identifiqué mucho con ese personaje por lo mucho que amaba la escritura, por lo mucho que luchaba por la literatura. Normalmente, la literatura te empuja, buscas los canales y los caminos para que salga -a menos que tengas un apellido súper importante, de esos que abren puertas- y eso, sí, no ha sido mi caso.

Desde el cubrimiento de “Cultura en Titulares” nos interesa que la gente comprenda el mundo desde el cine, la literatura, la filosofía... ¿Qué lugar ocupa el arte en su vida, Gisela?

El arte, como dijo el Papa Francisco, te tira para adelante. Te inspira. A mí me inspiran las historias, la fotografía, la pintura, cualquier forma artística porque me conecta con el otro. Me propone otros mundos, me interpela, transforma mi vida, me hace pensar. A veces, al terminar un libro o al escuchar música, siento que soy un poquitito mejor persona. El arte me conecta con algo más bondadoso y me permite ser más piadosa con el otro.

No ad for you

Veo una película iraní y entiendo una realidad ajena a la mía, y puedo ser más compasiva. El mayor desafío de nuestras sociedades actuales es evitar el juzgamiento.

Yo no le tengo miedo a lo diferente. Me parece un regalo. Escuchar tu acento, cómo pronunciás las palabras, saber qué comidas hay… eso me fascina. Trabajé muchos años con corresponsales extranjeros y eso me enseñó a respetar la diversidad.

Hay gente que no lo ve así, pero es porque se siente amenazada. Hoy, lo extranjero se percibe como una amenaza, pero eso es miedo. El que siente miedo del otro, en realidad, teme de sí mismo.

Parece que el mundo se está acabando todos los días. ¿Cómo es que el arte se convierte en una forma de resistencia?

Yo les diría a todos que resistir es no cesar en su búsqueda de encontrar un espacio interior. Este espacio se encuentra cuando te dejas interpelar, cuando dejas que el arte entre en ti. Puede ser cualquier cosa que te conecte con tu luz interior, eso que conecta con estar en paz con uno mismo y con los vínculos.

Una de las frases que más me gustó escribir en este libro es que “las palabras requieren valentía.” Elegir las palabras apropiadas para ser honesto con uno mismo y con el otro, pero sin ofender. Escoger el tiempo, la forma justa, la palabra adecuada, requiere valentía y mucha prudencia. Cuando nos vinculemos desde ese lugar, creo que cada quien va a encontrar un refugio, mientras afuera todo arda.

No ad for you

Por Paula Andrea Baracaldo Barón

Comunicadora social y periodista de último semestre de la Universidad Externado de Colombia.@conbdebaracaldopbaracaldo@elespectador.com
Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.