
Asesino sin pistola, harapiento sin harapos, juez sin poder de condenar, Goethe eligió escribir, y escribiendo fue asesino en sus libros, demonio, un harapiento con sus decenas de harapos, juez, verdugo, víctima y todos los hombres que pudo encontrar e imaginar en un hombre, e incluso, más allá del hombre.
Foto: Ilustración: Nátaly Londoño Laura
Cuando Goethe escribió su propia biografía, Poesía y verdad sacadas de mi vida, concluyó que el hombre existía para la cultura, y como escribió R. W. Emerson, “No para lo que pueda realizar, sino para lo que pueda realizarse en él. La reacción de las cosas en el hombre es el único resultado digno de atención”. Goethe atendió toda su vida a la vida, con sus fracasos y supuestos éxitos. Fue un observador de sí mismo y de la sociedad que lo rodeaba, incluyendo, por supuesto, las sociedades escritas y representadas en los cientos de libros...

Por Fernando Araújo Vélez
De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
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